viernes, 30 de agosto de 2013

El desencanto con Obama

Por Vicenç Navarro*

Una de las transformaciones más significativas de la cultura política y mediática de nuestro tiempo ha sido la personalización de la política, incluyendo la política económica. Así, la elección del Presidente Obama se vio en amplios círculos de opinión mundial como un cambio enorme en EEUU, que auguraba transformaciones muy positivas en la política exterior y doméstica del país. Se creía que el Presidente Obama “cambiaría el mundo”, incluyendo también EEUU. La lectura de los editoriales de la prensa en el momento de su elección confirma esta observación. Una persona nos iba a salvar. Y se habló incluso del nuevo Presidente Roosevelt, el Presidente más popular que haya existido en la historia de EEUU, que fundó el estado del bienestar de aquel país, con el establecimiento de la Seguridad Social.

Hoy, sin embargo, existe un gran desencanto de las fuerzas progresistas con el Presidente Obama. Muy pocas de las expectativas creadas en el momento de su elección se han realizado, lo cual se atribuye frecuentemente a fallas de su personalidad. En realidad, el desencanto era previsible pues el encanto estaba basado en una lectura de la realidad estadounidense profundamente equivocada. Los personajes políticos en EEUU son figuras visibles (que adquieren gran proyección mediática) afines a los intereses financieros y económicos que les han financiado y que configuran en gran medida sus políticas. Y el Presidente Obama no ha sido una excepción. Ha sido una figura moldeada por el capital financiero estadounidense, basado en Wall Street. Los indicadores de ello son contundentes. El último es el apoyo que la Casa Blanca está dando a Larry Summers para el puesto de Presidente del Banco Central Estadounidense, el Federal Reserve Board (FRB); Summers es también el candidato de Wall Street, el centro financiero de EEUU, y es uno de los personajes más despreciados por las fuerzas progresistas, dentro y fuera del Partido Demócrata.

Summers encarna al hombre formado en las universidades consideradas más prestigiosas de EEUU, formado para dirigir al país, comulgando sin ningún atisbo de duda o crítica con los dogmas económicos y políticos que configuran la sabiduría convencional de EEUU. En realidad, en su discurso económico, muestra un claro dogmatismo, además de una sorprendente ignorancia cuando uno va más allá de los cuatro dogmas que alimentan esta sabiduría económica convencional. Es, se mire como se mire, un producto claro del establishment estadounidense. Es una persona fiel servidor del capital financiero, por lo cual ha conseguido amplios beneficios.

Discípulo de Robert Rubin, el banquero por antonomasia de Wall Street (una de las figuras más poderosas e influyentes en Washington y principal asesor económico del Presidente Clinton), jugó un papel clave en deshacerse de la Ley Glass-Steagall cuando, como Ministro de Economía y Hacienda (Treasury Secretary) de la Administración Clinton, desreguló los mercados financieros, habiendo sido esta desregulación una de las causas del desastre financiero. Cuando fue Presidente de la Harvard University se distinguió por su discriminación frente a las escasas izquierdas existentes en aquel centro universitario y a las mujeres. Llegó a decir que las mujeres no estaban en lugares de prominencia científica porque no tenían una mente preparada para ese tipo de trabajo. Estas declaraciones forzaron su renuncia. Antes había dicho que los residuos nucleares deberían depositarse en África pues la corta esperanza de vida existente en aquel continente hacía a sus habitantes menos vulnerables a estar expuestos a los residuos.

En los primeros años de la Administración Obama se opuso a la expansión del estímulo económico. Desde que dejó el cargo público, ha estado ganando una gran cantidad de dinero en la banca y muy en especial en los hedge funds como D.E. Shaw & Co. La lista de bancos a los cuales ha estado asesorando y dando consejo (J.P. Morgan, Citigroup, Merrill Lynch y Goldman Sachs, todos ellos receptores de fondos de rescate públicos) es abrumadora. Con este historial, su nombramiento al frente del FRB sería ya la máxima expresión de la interconexión de la Administración Obama con Wall Street.

No sé si ocurrirá. Espero que no. Hay hoy una movilización en contra de este nombramiento, dentro y fuera del Partido Demócrata, que intenta pararlo. Lo cual me lleva al punto con el que inicié el artículo. Aunque los grandes personajes mediáticos son los que aparecen en los medios, los que en realidad configuran en gran medida lo que ocurre (y lo que los personajes hacen o dejan de hacer), no son solo los grupos económicos y financieros que financian las campañas electorales de tales personajes sino también las movilizaciones populares que batallan en contra de la manipulación del poder por parte de estos intereses económicos y financieros. El hecho de que el Presidente Roosevelt hiciera lo que hizo se debió a las grandes movilizaciones populares que le empujaron a desarrollar las políticas del New Deal que han beneficiado enormemente al pueblo estadounidense. Son estas movilizaciones de miles y millones de personas anónimas las que también pueden configurar el comportamiento de los grandes personajes.

Esta observación es de gran relevancia también para España. Sin movilizaciones en las bases del mayor partido de las izquierdas en España, PSOE, no habrán cambios en aquel partido, cuyo equipo económico y personajes afines (tal como el Comisario Europeo Joaquín Almunia), están estancados en el neoliberalismo promovido por el capital financiero. Este énfasis en esperar siempre la llegada del gran “salvador” (sea el nombre que sea) se basa en la lectura errónea de lo que pasa en realidad. Y esto ocurre tanto en EEUU como en España. Sin movilizaciones populares no habrá cambios en estas políticas ni en el gobierno ni en el mayor partido de la oposición. Así de claro.

Última observación
Cuando acabo de escribir este artículo, veo el discurso económico que ha hecho el Presidente Obama en el que se refiere a Amazon como ejemplo de empresa que otras deberían seguir, mostrando claramente su desconocimiento de lo que está ocurriendo con esta transnacional estadounidense, en EEUU y en Alemania. En EEUU Amazon (que acaba de comprar el Washington Post) está entre las empresas que desatienden más las condiciones de trabajo de sus empleados, habiendo sido fuente de conflictos. Este comportamiento ha creado también una gran conflictividad laboral en Alemania, donde su actitud antisindical ha chocado con los fuertes sindicatos alemanes, que han forzado cambios en sus comportamientos empresariales en Alemania (ver en Bussiness Section. The New York Times. 5 de agosto de 2013 p. 1 y 3). No descarto que el Presidente Obama no conozca estos conflictos pues el poder aísla mucho a los que lo disfrutan. 

Rodeados de grandes banqueros y hombres de negocios, las personas poderosas no conocen la realidad cotidiana de sus ciudadanos, interpretando el mundo a través de los primeros ignorando a los segundos. Y es lo que le ha estado pasando al Presidente Obama. Y es lo que está pasando con muchos de nuestros gobernantes (y aspirantes a gobernantes) en España también.


*Catedrático de Políticas Públicas, Universidad Pompeu Fabra y Profesor de Public Policy en The Johns Hopkins University. Artículo publicado en el diario digital EL PLURAL, 26 de agosto de 2013

Las fracturas políticas y el bloque histórico

Marco A. Gandásegui, hijo.

Este artículo es una crítica al excelente trabajo del profesor de Filosofía de la Universidad de Panamá, Abdiel Rodríguez publicado recientemente sobre las ‘fracturas polìticas’ en Panamá. Para hacer una crítica al mismo partiré de lo que Gramsci llamó el 'bloque histórico'. Primero a escala global. Segundo, el caso de Panamá.

1. El desarrollo del capitalismo - su crecimiento y expansión, que requiere la incorporación de nuevas masas de trabajadores - genera nuevas relaciones sociales. Estas están subordinadas a las leyes de la acumulación capitalista y a las luchas sociales.

En la segunda mitad del siglo XX se generaron dos movimientos sociales globales que explican las contradicciones que sacudieron el sistema capitalista. Cuando terminó la segunda guerra mundial se produjo un realineamiento del capitalismo a escala global. La acumulación capitalista se organizó sobre nuevas bases – con EEUU en el centro, subordinando las antiguas potencias imperialistas - creando un mundo dividido en tres zonas geo-políticas: centro, periferia y semiperiferia. El centro construyó las llamadas sociedades de bienestar en Norte América, Europa y Japón, con la participación limitada de la clase obrera en la realización (consumo) de los excedentes. Este modelo - o 'bloque histórico' - prosperó entre 1945 y 1970.

La crisis que experimentó la acumulación capitalista - disminución de la tasa de crecimiento capitalista - a partir de la década de 1970 sacudió el modelo y como consecuencia el bloque histórico. Las políticas de ajuste económico (conocidas como neoliberalismo: desregulación, privatización y flexibilización) no pudieron frenar la tendencia. Sin embargo, causó una fractura en el Estado de bienestar que no continua profundizándose. Este proceso se hace evidente con el colapso de los mercados en 2008. Antes había colapsado el experimento socialista de la Unión Soviética y Europa central. Africa entró en un estado de caos y América latina parecía ir por un camino similar. El oriente asiático se encaminó por otra vía, hacia un nuevo centro de acumulación capitalista.

El 'bloque histórico' que emergió de las cenizas de la segunda guerra mundial desapareció, llegó a su fin. Sin embargo, aún no aparecen las condiciones sociales para que surja un bloque nuevo que reemplace el viejo. Hay varias hipótesis sobre las cuales se debate. Por un lado, la tesis de Arrighi que sugiere que el centro de acumulación capitalista se desplaza(rá) hacia China. Como consecuencia surgirá un nuevo realineamiento a escala mundial. Por el otro, Samir Amín propone un mundo multipolar. Tanto las nociones de Quijano sobre la 'colonialidad' como de Marini sobre la desconexión se complementan con las ideas de Amín. Una cuarta es de quienes plantean que EEUU aún puede reorganizar su hegemonía y reconstruir el orden mundial bajo su liderazgo.

2. El impacto de estas fracturas del bloque histórico a escala global sobre Panamá fue y es muy importante. A partir de la segunda guerra mundial Panamá inició un proceso de industrialización mediante la sustitución de importaciones (modelo instaurando en América latina). Sectores importantes de la vieja clase capitalista rentista trasladó sus capitales a este nuevo sector bajo la guía política de EEUU. El bloque histórico formado por el pacto liberal-conservador de la primera mitad del siglo XX se quebró. Apareció un nuevo proyecto industrial que requería - para ser exitosa - la absorción del Canal de Panamá a la economía nacional así como de la creciente clase obrera a un pacto social inter-clasista.

El nuevo bloque histórico basado en la industrialización no lograba materializarse siendo frustrado por las fracciones conservadoras. La Coalición Patriótica Nacional (CPN: 1952-1960) y el Partido Liberal Nacional (1960-1968) fracasaron. Las fuerzas sociales contenidas surgen en 1964 y el 'orden oligárquico'  colapsa en 1968. El golpe militar de este último año evoluciona rapidamente hacia la constitución del nuevo 'bloque' mediante el pacto entre la incipiente burguesía industrial y la clase obrera, mediada por una fuerza pública (la Guardia Nacional comandada por Omar Torrijos).

El bloque inter-clasista (populista) prosperó durante una década. La burguesía industrial sumó a importantes sectores de la clase obrera a  su proyecto desarrollista y, formando un frente, negociaron con EEUU los tratados del Canal que hicieron realidad la absorción de los excedentes de la ruta de tránsito a la economía nacional.

La crisis de acumulación capitalista global golpeó a la región latinoamericana en la década de 1980, que fue bautizada como la década 'perdida'. En EEUU el presidente Reagan le declaró la guerra a las organizaciones de los trabajadores y preparó el escenario para convertir ese país en el guardián en última instancia de la acumulación capitalista. En Panamá colapsó el crecimiento económico, escalaron los conflictos sociales y Torrijos murió en un misterioso accidente. La década terminó con la invasión militar de EEUU y la oficialización de las nuevas políticas 'neoliberales'. 

El bloque histórico concebido 50 años antes con el proyecto de industrialización llegó a su fin. La fracción conservadora rentista regresó al poder sobre la base de una alianza con los 'liberales / nacionalistas', derrotados en la invasión de 1989. El nuevo pacto no incluyó a la clase obrera ni a los otros sectores trabajadores (entre ellos agricultores). Este sector fue sometido a una política de ajuste económico severo desregulando el Estado, privatizando las empresas públicas y flexibilizando a la fuerza de trabajo. En 2012, por primera vez en la historia de Panamá, cayó en forma absoluta el número de obreros industriales: de 110 mil en 2011 a 108 mil en 2012.

El nuevo bloque histórico formado en torno a una alianza entre rentistas conservadores y 'liberales' descansa sobre la incorporación del Canal de Panamá a la economía nacional. Sin embargo, no para impulsar  la acumulación capitalista sobre la base de la explotación de una creciente fuerza de trabajo industrial. El nuevo modelo de crecimiento introducido a fines del siglo XX, en cambio, se basa en la captura de excedentes de la ruta de tránsito. Además, sobre el despojo de trabajadores, agricultores e, incluso, pueblos indígenas.

Es un bloque muy débil - y puede fracturarse en cualquier momento - por dos razones. En primer lugar, no cuenta con un apoyo de los sectores sociales mayoritarios del país. Por el otro, el Canal de Panamá, la carta principal en su proyecto, depende del crecimiento de la economía internacional. El colapso de los mercados del centro en 2008 y la recesión que se ha apoderado del centro del capitalismo no presenta un buen augurio. Sin embargo, el crecimiento de China, la incorporación de cada vez más trabajadores a la clase obrera y las demandas de materias primas de ese país oriental han logrado evitar que la región - incluyendo a Panamá - caiga en una recesión. 

El crecimiento económico del último lustro en Panamá ha logrado mantener el grado de estabilidad política que le permite a la alianza rentista - 'liberal' celebrar torneos electorales y colocarse en índices de democracia. Un primer indicio de una 'fractura política' en el bloque histórico – al cual apunta Rodríguez - podría ser la falta de ‘gobernanza’ (autoritarismo) y/o el fin de la alternabilidad en el poder.