El llamado “mundo árabe” se ubica entre el norte de África y Asia
Occidental. En él se hablan diversos dialectos que tienen que ver con el origen
de los idiomas anteriores a la invasión árabe que vino acompañada del islam, una
nueva religión surgida en la península Arábiga y de tradición abrahámica, al
igual que el judaísmo y el cristianismo.
Los autóctonos de la mayoría de los países que hoy son árabes hablaban
idiomas semíticos, como por ejemplo el sirio (o “arameo”) en la gran Siria, o de
los derivados fenicios (también surgidos del arameo o cananeo), como en Túnez y
Argelia. En la actual Iraq se hablaban los idiomas mesopotámicos (asirio,
caldeo, etc.), también semíticos. Paramos aquí, pero quienes deseen ver más
detalles sobre estos idiomas pueden consultar otras fuentes, como libros o
enciclopedias sobre las familias idiomáticas.
Durante los primeros años de la
expansión islámica casi todos los actuales territorios de los países árabes
estuvieron bajo un gobierno único, al igual que lo estuvieron los países árabes
y europeos durante el Imperio Romano. Pero las rivalidades y luchas dinásticas y
sectarias fragmentaron al mundo árabe. En su mayoría, volvió a unificarse bajo
el régimen otomano (con la salvedad de las actuales Marruecos, Mauritania y
Somalía), hasta que comenzó a perder territorios, sea por independencia (Egipto)
u ocupación de otras potencias (Argelia, Yemen, etc.), manteniéndose el ritmo de
desintegración hasta la Primera Guerra Mundial, cuando todos los países árabes
salieron del dominio otomano, para casi todos para caer bajo el dominio de las
grandes potencias europeas y ser fragmentados hasta llegar a ser 22
países.
Es por ello que era de esperarse que llegaría el momento de alguien
que promovería el retorno al pan-arabismo, o simplemente, arabismo, para
revertir las divisiones y fragmentaciones en que había caído.
En Siria e Iraq
surgieron los partidos Socialista Árabe (Baath) y el Nacionalista Social Sirio
(Qawmi), con visiones que coincidían por un lado y diferían por el otro. El
Baath era de izquierdas y el Qawmi era de derecha, pero coincidían en su visión
arabista, aunque el Qawmi se limitaba al noreste árabe (conocido como “creciente
fértil”), mientras el Baath tenía pretensiones más amplias.
En Egipto hubo
una revolución nacionalista que fue encabezada por Gamal Abdel-Nasser, que
también tenía intenciones pan-arabistas. Luego, en casi todos los países hubo
movimientos similares, como en Libia, Argelia, Yemen del Sur,
etc.
Los enemigos
comunes de los árabesPara los movimientos nacionalista
árabes, hay que atender a los problemas y enemigos comunes de los árabes. Por el
Magreb los enemigos eran Francia y España, hasta que se reunificó Marruecos y se
independizaron Argelia, Túnez, y Mauritania. Hacemos un paréntesis para señalar
que se mantiene el contencioso por la región saharawi, que fue colonia española
hasta que la abandonó sin dejar un país atrás, y fue ocupada por Marruecos y
Mauritania. Mauritania se retiró y Marruecos se quedó sola con el territorio, al
momento que se mantiene una resistencia a la denominada ocupación, sin solución
definitiva a la vista. También hay conflictos menores por Ceuta, Melilla y otros
enclaves.
Libia estuvo bajo dominio italiano, pero al terminar la Segunda
Guerra Mundial, aunque consiguió su independencia formal, en la práctica cayó
bajo dominio anglo-americano. La Egipto monárquica junto al Sudán y Somalía
estaban bajo dominio británico, al igual que Palestina, Jordania, Iraq, y casi
todos los países de la Península Arábiga, con excepción de Arabia Saudita,
nominalmente independiente pero que se sometió al dominio-protección
norteamericana. Siria y Líbano estaban bajo dominio francés.
Pero las
principales fuentes de enemistad son 3 hechos u ocupaciones de territorios
árabes: 1) La presencia judía en Palestina donde se instaló el Estado de Israel.
2) La ocupación turca de territorios al noroeste de Siria, tanto inmediatamente
al terminar la primera guerra como en 1938, cuando Francia entregó las tierras
donde están las ciudades de Alejandreta (Iskanderún) y Antioquía. Y 3) La
ocupación persa de un país árabe que se llamaba el Arabistán, actual Ahvaz
iraní.
Pero debido a las alianzas con occidente, y a los límites y ubicación
geográfica, el principal enemigo y el más emblemático es Israel, porque además
es de otra religión, nuevos en la región, y ocupa los principales lugares
religiosos musulmanes y cristianos, o sea, el corazón de las 2 principales
religiones árabes.
Y contrariamente a los conflictos con Irán y Turquía, que
están en las periferias del mundo árabe y que limitan con un solo país en cada
caso, Israel tiene límites o está cerca de Egipto, Líbano, Siria, Jordania, el
remanente de Palestina, Arabia Saudita e Iraq.
Esto se complementa a que sus
correligionarios judíos en occidente tienen fuerte presencia en los sectores de
poder en todos los países occidentales, lo que complica más la situación, porque
su superficie y población no se compaginan con su poderío real que es mucho
mayor, ya que tienen a casi toda la Organización del Tratado del Atlántico Norte
(OTAN) a su disposición, o sea, tienen mando en la mayor alianza militar del
mundo, que también representa más del 75% del presupuesto bélico del
mundo.
En cambio, los árabes en Irán son musulmanes chiítas, al igual que la
mayoría persa, mientras que en Turquía se combinó una limpieza étnica con una
colonización de los territorios donde antes vivían árabes, armenios y arameos de
religiones cristiana o alawita, hoy día casi exterminados, y se ha tratado de
asimilar forzosamente al remanente.
La “no unidad” religiosa y étnica
árabeAlgo que divide a los árabes es la falta de unidad
primaria. Hace siglos que no se encuentran bajo un gobierno único, quizás desde
la época de los califas omeyas. Luego, en el color de piel hay algunas
diferencias, porque un rubio sirio puede ser tan “árabe” como un negro sudanés o
mauritano.
Por otra parte, aunque todos dicen hablar árabe y escriben igual,
en muchos casos los dialectos coloquiales no son inteligibles entre sí. Un sirio
y un argelino no se entienden en sus respectivos dialectos coloquiales, y así
podemos seguir dando ejemplos.
Y si bien la religión islámica es la
mayoritaria, no es la única, porque los cristianos tienen una fuerte presencia
(además, el cristianismo nació entre los árabes, más específicamente entre la
Gran Siria y Egipto), muchos musulmanes descienden de cristianos, y el islam no
es homogéneo. Predominan ampliamente los sunitas, pero luego dentro de los
sunitas están las distintas escuelas o
madhab.
Las cuatro escuelas
sunitas son (consultadas de la Wikipedia):
■La
hanafí, fundada por
el imán Abu Hanifa, que vivió en Irak poco después de la muerte de
Mahoma.
■La
malikí, fundada por el imán Malik, contemporáneo del
anterior aunque más joven y oriundo de Medina. Esta escuela concentra escuelas
también de la primera ola como las de Damasco, Kufa, Basora y Medina. Es la
dominante en el Magreb, entre otros lugares, y fue también la dominante en
Al-Ándalus.
■La
shafi'i, fundada por el imán Shafi`i, discípulo de
Malik y Abu Hanifa.
■La
hanbalí, fundada por el imán Ahmad ibn
Hanbal, quien estudió con Shafi`i, por lo que hay grandes similitudes entre
ambos
madhabs.
A su vez, de los hanbalíes derivan los wahabitas,
grupo muy fanático y extremista que cuenta con el apoyo financiero saudita, y
que aspiran a ser la única interpretación auténtica del islam sunita.
Sumemos
los grupos religiosos zaidíes e ibadíes, comúnmente asociados a los chiítas, al
igual que los drusos. A su vez, en el mundo árabe hay otras religiones menores,
como los Yazidíes (kurdos, no árabes, pero en países de mayoría árabe), los
Bautistas (que se consideran seguidores de San Juan Bautista y no de
Jesucristo), y otros aún más pequeños.
Dentro de todos ellos existen también
los poco religiosos, los poco practicantes, los laicos, los poco creyentes y
hasta los ateos, sumados a minorías ínfimas de los judíos, samaritanos y
baha’istas.
Debido a la
diversidad religiosa y étnica se propuso al pan-arabismo, nacionalismo árabe o
simplemente arabismo, en distintas tendencias, como factor unificador de todos
árabes, independientemente de su dialecto, religión u origen. Los arabistas
engloban también a los grupos étnicos minoritarios (kurdos, armenios,
circasianos, griegos, etc.), que tratan de asimilar pero respetan y no
discriminan.
Tal vez por su posición geográfica, uno de los
países más influyentes en el arabismo es Siria, que lo ha llevado a los niveles
de que no se pregunta por las creencias en el censo (por lo que a ciencia cierta
nadie puede dar porcentajes precisos sobre la adscripción religiosa en ese
país), además de que el arabismo es el único factor unificador en un país tan
diverso y fragmentado religiosamente. El otro estado que está más diversificado
es el Líbano (una escisión de Siria), donde simplemente institucionalizaron las
divisiones y el sectarismo, pero dieron como resultado un debilitamiento del
gobierno central y de la institucionalidad.
La decadencia del “arabismo” y el surgimiento
del “neo-islamismo”Desde la época del dominio otomano y
colonial europeo se puso de moda el arabismo, y tras la Segunda Guerra Mundial
se creó la Liga Árabe, precisamente por iniciativa de Siria, siendo la segunda
entidad regional del mundo después de la Organización de Estados Americanos
(OEA). El arabismo marcó su apogeo durante el mandato de Gamal Abdel Naser en
Egipto, que le permitió crear sus efímeras uniones nacionales con Siria y Yemen.
Tuvo otras derivaciones en otros países, destacando Argelia.
Pero a finales
de la década de 1970 e inicios de la década de 1980 comienza a decaer debido a
varios hechos no fortuitos ni endógenos. En primer lugar, el gobierno egipcio de
Anwar al Sadat rompe la alianza con los arabistas y con el mundo árabe en
general y “pacta” (o mejor dicho, se entrega) a Israel y Estados Unidos. Siendo
Egipto el país árabe más poblado, con casi el 30% del total de habitantes, fue
un golpe muy fuerte que debilita a todos los nacionalistas árabes y
laicos.
Casi en simultáneo, en el mismo año 1979, en dos países no árabes
suceden 2 hechos. En Irán cae la monarquía pro-occidental de Muhammed Reza
Pahlevi y es sustituida por una nueva revolución islámica chiíta. Por otra
parte, en Afganistán se instaura un gobierno comunista que no puede mantenerse
solo y pide la ayuda soviética, que invade a ese país, reviviendo los temores de
la época de los imperios zaristas rusos y sus similares británicos.
Por si
fuera poco, en 1980 un país árabe, musulmán y laico, Iraq, invade e inicia la
sangrienta guerra contra el Irán ahora islamista que dura hasta 1988.
Debido
a la rendición de Egipto con Anwar al Sadat, Israel se fortalece y mantiene
escaramuzas continuas con los árabes, especialmente con el Líbano que desde 1975
estaba en una guerra civil multifactorial (sectaria, política, económica, de
intereses extranjeros, etc.) donde estaban los comandos de los palestinos
exiliados. Israel invade en 1982, y ocupa Beirut, expulsando a Yaser Arafat, que
tuvo que alejar sus tropas hasta el Yemen y Túnez.
Con todos estos golpes y
conflictos simultáneos, combinado con los intereses extranjeros (estamos casi
que obviando totalmente el hecho de que un grupo de países árabes se habían
enriquecido gracias a sus recursos petroleros), comienza a surgir una revisión
interior, al mismo tiempo que había una mano impulsando la alternativa: el nuevo
islamismo sustituiría al arabismo.
El arabismo se había acercado mucho a la
Unión Soviética, reconocida por ser atea y anti-religiosa, por lo que casi desde
su instauración, en la década de 1920, fue promovido el islamismo por los países
occidentales para enfrentar a esta fuerza enemiga de la religión, y así es como
surgió la Hermandad Musulmana, de la mano británica. Y con la invasión a
Afganistán, ahora la URSS era vendida como anti-musulmana, por lo que no podían
defenderla mucho sus países aliados (Siria, Yemen del Sur, Libia, Argelia,
etc.). Antes de eso, en 1977 hubo la guerra entre Etiopía y Somalía donde la
URSS apoyó a la cristiana Etiopía contra la musulmana Somalía, aunque el motivo
del enfrentamiento no tuvo nada que ver con la religión. Pero fue la guerra de
Afganistán la que desgastó a la URSS, cuyo final se fue acelerando, y que
también alimentó masivamente este nuevo islamismo.
La mencionada invasión
israelí al Líbano, sumado a sus conquistas de 1967, demostró la nueva debilidad
del nacionalismo árabe, que no estuvo a la altura para frenarla.
Así
se llegó a la masa crítica que empieza a promover el islamismo como alternativa
para sustituir al nacionalismo árabe, y más que eso, el nuevo islamismo fue
diseñado a la medida.Para tener éxito, debía tener el apoyo
económico e ideológico de un país que sea muy amigo de EEUU, y ese papel recayó
en Arabia Saudita y las monarquías que lidera.
Además, debía ser
anti-comunista y animar a sus militantes a ir a la guerra, y comenzó a
reclutarse personal para combatir en Afganistán. Pero este neo-islamismo no
solamente era anti-comunista, sino que había que enfrentarlo a la otra potencia
islamista, Irán, por lo que también debería ser anti-chiíta. Para no ser un
peligro real anti-Israelí ni anti-occidental, entonces sus prioridades deberían
ser reformar y limpiar el islam desde adentro, dejando para algún futuro (que
llegaría en algún momento indeterminado y seguramente muy lejano en el tiempo)
un enfrentamiento real y mayor con los infieles cristianos y judíos, por lo que
éstos pueden estar tranquilos por siglos (según sus diseñadores).
Sus aliados
naturales, por “casualidad”, son todos países sunitas y aliados de occidente,
como Turquía, Egipto, Arabia Saudita, Marruecos, etc. Pero para poder enfrentar
a la URSS tuvieron que buscar instalarse en un país vecino a Afganistán, y
resulta que Pakistán es un país muy poblado, pobre, relativamente atrasado, muy
dedicado al sector militar para poder mantener el equilibrio con la India, y con
muchas deficiencias educativas. Así, fue penetrado por este neo-islamismo con
estas ideologías, además de que su gobierno, aliado de occidente, consintió eso
porque también así recibiría un ingreso adicional que tanta falta le hace, y con
tantas escuelas religiosas (madrasas) el resultado está hoy día a la
vista.
Volviendo al mundo árabe, en los países laicos el islamismo fue
ganando terrenos a nivel de las bases sociales, porque el nacionalismo estaba
debilitado, el socialismo se les había esfumado, y la religiosidad fue una
alternativa, pero cayendo en un islamismo político militante.
Ya en la década
de 1990 Argelia fue objeto de una guerra civil promovida por los que habían
estado combatiendo en Afganistán, de donde habían regresado al terminar ese
conflicto. Costó muchas vidas, pero en ese momento el laicismo de su gobierno
fue apoyado por la Francia de Francois Miterrand y Jacques Chirac. En otros
países tuvieron que ir cediendo ante las demandas de los islamistas, como en
Egipto y Sudán, entre otros, donde le dieron una pre-eminencia a la Sharia
islámica (según su interpretación, por supuesto) sobre las leyes civiles, y a
pesar de la presencia de importantes minorías religiosas. La Jamahiriya Libia
migró del debilitado arabismo al “africanismo”.
En la Palestina ocupada
cobraron auge los grupos islamistas como Hamas y la Yihad, pero por mucho tiempo
se les vio más como un nacionalismo con bandera religiosa. Es de hacer notar que
ambos grupos fueron promovidos por Israel para debilitar desde las bases a los
grupos palestinos nacionalistas, laicos o izquierdistas (como El Fatah, FPLP,
etc.).
En el año 2011 se decide dar el golpe de gracia. Caen rápidamente 2
gobiernos muy amigos de occidente, laicos en la cúpula, pero muy corruptos y sin
otra ideología definida sino su entreguismo a los intereses occidentales. Y las
fuerzas que emergen son las neo-islamistas de la tendencia creada en la década
de 1980 bajo las égidas wahabitas.
En Libia se intenta una conspiración que
no obtiene suficiente respaldo popular, por lo que la OTAN y las monarquías
árabes aliadas tuvieron que intervenir con todo su poderío militar para derrocar
al gobierno de Muammar Al Gaddafi, quedando un caos cuyas aguas aún no se
calman, pero instaurándose un régimen de terror.
Se fortalecen los grupos
radicales en el Yemen, se divide el Sudán, y el último bastión importante del
nacionalismo árabe, Siria, está sufriendo una guerra declarada por parte de
Arabia Saudita, Qatar, Turquía y los países occidentales, junto a sus aliados
del fundamentalismo neo-islamista que incluyen a Al Qaeda.
Sin embargo, Siria
ha recibido el apoyo abierto de Rusia, Irán y China, además de que la mayoría
del pueblo, aunque si hay diferencias internas, se ha unido con su gobierno para
enfrentar esta guerra, con lo que se ha frenado pero a un alto costo esta
tentativa del nuevo islamismo absolutista de corte wahabita hecho a la medida de
occidente e Israel para monopolizar todos los gobiernos
árabes.
Perspectivas y
conclusiones“Los acontecimientos aún están en pleno
desarrollo”, como diría el famoso periodista uruguayo-venezolano Walter
Martínez, por lo que las conclusiones aún no están listas.
En esta parte del
mundo confluyen los 3 continentes, que además contiene las mayores reservas de
la materia prima más codiciada en el último siglo: el petróleo. Pero, ¿cuáles
son los intereses de las partes? A los países occidentales, que no trabajan por
sus propios intereses sino por los de Israel, les conviene mantener a los países
árabes e islámicos divididos y empobrecidos para que nunca le hagan competencia,
por aquello del milenarios dicho que reza “divide y vencerás”, además de que
siempre el más adelantado y rico domina al más pobre y retrasado (el español
Hernán Cortés conquistó al gran Imperio Azteca con apenas 200 hombres). El
fanatismo religioso garantiza que se mantendrán tecnológicamente atrasados y la
riqueza estará muy desigualmente redistribuida, además que las fortunas de sus
líderes y élites estarán en occidente. Y para completar, también se favorece a
los xenófobos y racistas occidentales porque al estar claramente diferenciados
externamente, no será posible que un pueblo simpatice por el otro. Pero a largo
plazo, dada la pobreza que reinará, inexorablemente aumentará la migración hacia
Europa desde el mundo árabe, así que los problemas sociales europeos
crecerán.
En cambio, las potencias alternativas Rusia, Irán y China, a pesar
de sus propias características, no tienen otra salida que apostar por el
nacionalismo laico, actualmente representado por Siria.
Lo que si podemos
adelantar es que si se impone el gobierno sirio, el nacionalismo árabe puede
resurgir de la mano con la democracia desde las bases sociales de los mismos
países más conservadores, por lo que el conflicto seguiría pero ahora con nuevos
escenarios. Pero si ganan los islamistas se habría impuesto el fundamentalismo
apoyado por occidente e Israel, y nos estaríamos acercando a guerras de gran
escala, especialmente contra Irán, Rusia y China.
Se pulsó una tecla que por
décadas se habían abstenido de usar, porque al conspirar un país contra otro le
da pie y legitimidad para que su contraparte haga lo mismo, y más en una región
donde casi todos los gobiernos tienen problemas de aceptación social, y ningún
país tiene homogeneidad étnica, religiosa o tribal. Han abierto la “caja de
Pandora”.