En lo que llamamos “el mes de la
Patria” – noviembre – surgió un movimiento por el fortalecimiento de la
identidad panameña. No faltaron quienes se sintieron atraídos por la proclama
de quienes “haciendo
un llamado desesperado, un grito de alerta” – como diría Ana Elena Porras –
convocaron a los panameños a sumarse a una lucha por rescatar el país.
El
movimiento que reúne a una gran cantidad de personas, está preocupado por el
despilfarro que experimenta actualmente el país. Es un despilfarro que va de lo
económico a lo social, pasando por lo cultural. Señala que Panamá “atraviesa por un proceso de transformaciones,
generado en buena medida por la incorporación del Canal a nuestra economía interna...
que conduce a nuevos negocios y operaciones vinculados a las comunicaciones
interoceánicas... al mercado mundial”. Sin embargo, no se percibe un avance, no
progresamos como país “Estas transformaciones pueden producir un país mucho más
próspero y equitativo, si corregimos a tiempo el rumbo de nuestras políticas
económicas y sociales hacia objetivos de inclusión social y sostenibilidad”.
Quienes se preocupan por
la identidad panameña, hacen especial énfasis en las luchas nacionales de los
panameños durante el siglo XX destinadas a recuperar la soberanía secuestrada
por EEUU a principios del siglo pasado. Consideran que en la actualidad los
panameños corremos un verdadero peligro. “El riesgo de dejarnos arrebatar los
frutos de la lucha patriótica contra el enclave colonial, que son el resultado
de muchas generaciones de panameños y panameñas, es advertencia oportuna que
hacemos, a juzgar por la desnacionalización del país que observamos en el
presente”.
La proclama denuncia que “se ha reducido nuestra educación a una pura dimensión instructiva, para formar empleados más dóciles y eso no nos hará más competitivos”. Expresa seria preocupación por el “menosprecio (de las autoridades por) el aprendizaje humanístico conducente a formar ciudadanos y ciudadanas con capacidad analítica, pensamiento crítico y creativo, honestos y con cultura de paz”. Además, la proclama expresa “indignación, porque nuestras autoridades persisten en restarle importancia a la memoria histórica y a la identidad nacional, generadoras de autoestima, cohesión social y personalidad individual”. Igualmente, siente un “dolor frente a las medidas económicas que profundizan la desigualdad educativa y toda esperanza de que existe un sistema de igualdad de oportunidades”.
La proclama denuncia el nuevo estilo de corrupción que se ha apoderado de los gobernantes panameños. Han convertido los símbolos patrios en mercancía que pueden generar ganancias por millones de dólares sin reproche alguno. Destacan las “inútiles inversiones que remilitarizan el país, sin disminuir la violencia... Construcciones insostenibles energética y ambientalmente... Propaganda gubernamental que pretende hacer olvidar prioridades como la construcción de escuelas suficientes y bien equipadas”. Se olvidan de la “educación integral y de calidad, en horarios completos, que forme ciudadanos que defiendan la ética y la democracia... La formación de científicos y profesionales, que impulse la construcción de un país sostenible económica, social y ambientalmente”.
En una conferencia de prensa la profesora universitaria, Ana Elena Porras, fue enfática al decirle “a esos políticos que traicionan a sus electores y a nuestro pueblo que no queremos limosnas, ni su circo, sino que reclamamos nuestros derechos y exigimos justicia”. A nombre del Movimiento, también le recordó a quienes se llaman autoridades políticas que los panameños “no somos maleantes, estúpidos ni ignorantes”. De manera valiente levantó la bandera de lucha y proclamó que “éste es el día en que nace la resistencia nacional, en defensa de nuestra memoria e identidad nacional”.
El Movimiento tiene muy claro que
Panamá es un país con una historia rica en expresiones culturales, políticas y
luchas nacionalistas. Igualmente, destaca la coyuntura favorable que presenta,
actualmente, la realidad mundial para que Panamá aproveche su privilegiada
posición geográfica y saque provecho del enorme potencial marítimo que posee.
La proclama del Movimiento se quedó corto en un aspecto: ¿Cuál es el proyecto
de Nación?
Cuando hablamos de Patria, estamos
aludiendo a nuestro pasado, al legado de nuestros padres. Al referirnos a los
enormes negocios asociados a nuestra posición geográfica hablamos del presente:
Altas tasas de crecimiento económico y ampliación del producto interno bruto. ¿Cómo
se combinan estos factores para entregarle a las futuras generaciones los
elementos para que puedan construir esa Nación que todos anhelamos?
Sin duda, se requiere en forma
urgente un plan de desarrollo nacional. Plan que han rechazado los gobiernos liberales
y neoliberales desde la década de 1990. En el caso del gobierno del presidente
Martinelli, han confundido una estrategia de inversiones quinquenal con un plan
de desarrollo
La Nación no puede reducirse a un
negocio, tal como denuncian los miembros del Movimiento por el fortalecimiento
de la identidad panameña. El proyecto de Nación que todos debemos construir es
una ciudadanía educada, participativa y creativa, que descansa sobre una base
económica donde todos están empleados en actividades productivas. El proyecto
de Nación es el conjunto de familias, organizadas en comunidades, que cuentan
con una distribución equitativa de las riquezas del país. El proyecto de Nación
es un territorio que es defendido y protegido por su ciudadanía organizada
políticamente sin estar sometido a fuerzas militares extranjeras.