Una de
las transformaciones más significativas de la cultura política y mediática de
nuestro tiempo ha sido la personalización de la política, incluyendo la
política económica. Así, la elección del Presidente Obama se vio en amplios
círculos de opinión mundial como un cambio enorme en EEUU, que auguraba
transformaciones muy positivas en la política exterior y doméstica del país. Se
creía que el Presidente Obama “cambiaría el mundo”, incluyendo también EEUU. La
lectura de los editoriales de la prensa en el momento de su elección confirma
esta observación. Una persona nos iba a salvar. Y se habló incluso del nuevo
Presidente Roosevelt, el Presidente más popular que haya existido en la
historia de EEUU, que fundó el estado del bienestar de aquel país, con el
establecimiento de la Seguridad Social.
Hoy, sin
embargo, existe un gran desencanto de las fuerzas progresistas con el Presidente
Obama. Muy pocas de las expectativas creadas en el momento de su elección se
han realizado, lo cual se atribuye frecuentemente a fallas de su personalidad.
En realidad, el desencanto era previsible pues el encanto estaba basado en una
lectura de la realidad estadounidense profundamente equivocada. Los personajes
políticos en EEUU son figuras visibles (que adquieren gran proyección
mediática) afines a los intereses financieros y económicos que les han
financiado y que configuran en gran medida sus políticas. Y el Presidente Obama
no ha sido una excepción. Ha sido una figura moldeada por el capital financiero
estadounidense, basado en Wall Street. Los indicadores de ello son
contundentes. El último es el apoyo que la Casa Blanca está dando a Larry
Summers para el puesto de Presidente del Banco Central Estadounidense, el
Federal Reserve Board (FRB); Summers es también el candidato de Wall Street, el
centro financiero de EEUU, y es uno de los personajes más despreciados por las
fuerzas progresistas, dentro y fuera del Partido Demócrata.
Summers
encarna al hombre formado en las universidades consideradas más prestigiosas de
EEUU, formado para dirigir al país, comulgando sin ningún atisbo de duda o
crítica con los dogmas económicos y políticos que configuran la sabiduría
convencional de EEUU. En realidad, en su discurso económico, muestra un claro
dogmatismo, además de una sorprendente ignorancia cuando uno va más allá de los
cuatro dogmas que alimentan esta sabiduría económica convencional. Es, se mire
como se mire, un producto claro del establishment estadounidense. Es una
persona fiel servidor del capital financiero, por lo cual ha conseguido amplios
beneficios.
Discípulo
de Robert Rubin, el banquero por antonomasia de Wall Street (una de las figuras
más poderosas e influyentes en Washington y principal asesor económico del
Presidente Clinton), jugó un papel clave en deshacerse de la Ley Glass-Steagall
cuando, como Ministro de Economía y Hacienda (Treasury Secretary) de la
Administración Clinton, desreguló los mercados financieros, habiendo sido esta
desregulación una de las causas del desastre financiero. Cuando fue Presidente
de la Harvard University se distinguió por su discriminación frente a las
escasas izquierdas existentes en aquel centro universitario y a las mujeres.
Llegó a decir que las mujeres no estaban en lugares de prominencia científica
porque no tenían una mente preparada para ese tipo de trabajo. Estas
declaraciones forzaron su renuncia. Antes había dicho que los residuos
nucleares deberían depositarse en África pues la corta esperanza de vida
existente en aquel continente hacía a sus habitantes menos vulnerables a estar
expuestos a los residuos.
En los
primeros años de la Administración Obama se opuso a la expansión del estímulo
económico. Desde que dejó el cargo público, ha estado ganando una gran cantidad
de dinero en la banca y muy en especial en los hedge funds como D.E. Shaw &
Co. La lista de bancos a los cuales ha estado asesorando y dando consejo (J.P.
Morgan, Citigroup, Merrill Lynch y Goldman Sachs, todos ellos receptores de
fondos de rescate públicos) es abrumadora. Con este historial, su nombramiento
al frente del FRB sería ya la máxima expresión de la interconexión de la
Administración Obama con Wall Street.
No sé si
ocurrirá. Espero que no. Hay hoy una movilización en contra de este
nombramiento, dentro y fuera del Partido Demócrata, que intenta pararlo. Lo
cual me lleva al punto con el que inicié el artículo. Aunque los grandes
personajes mediáticos son los que aparecen en los medios, los que en realidad
configuran en gran medida lo que ocurre (y lo que los personajes hacen o dejan
de hacer), no son solo los grupos económicos y financieros que financian las
campañas electorales de tales personajes sino también las movilizaciones populares
que batallan en contra de la manipulación del poder por parte de estos
intereses económicos y financieros. El hecho de que el Presidente Roosevelt
hiciera lo que hizo se debió a las grandes movilizaciones populares que le
empujaron a desarrollar las políticas del New Deal que han beneficiado
enormemente al pueblo estadounidense. Son estas movilizaciones de miles y
millones de personas anónimas las que también pueden configurar el
comportamiento de los grandes personajes.
Esta
observación es de gran relevancia también para España. Sin movilizaciones en
las bases del mayor partido de las izquierdas en España, PSOE, no habrán
cambios en aquel partido, cuyo equipo económico y personajes afines (tal como
el Comisario Europeo Joaquín Almunia), están estancados en el neoliberalismo
promovido por el capital financiero. Este énfasis en esperar siempre la llegada
del gran “salvador” (sea el nombre que sea) se basa en la lectura errónea de lo
que pasa en realidad. Y esto ocurre tanto en EEUU como en España. Sin movilizaciones
populares no habrá cambios en estas políticas ni en el gobierno ni en el mayor
partido de la oposición. Así de claro.
Última
observación
Cuando
acabo de escribir este artículo, veo el discurso económico que ha hecho el
Presidente Obama en el que se refiere a Amazon como ejemplo de empresa que
otras deberían seguir, mostrando claramente su desconocimiento de lo que está
ocurriendo con esta transnacional estadounidense, en EEUU y en Alemania. En
EEUU Amazon (que acaba de comprar el Washington Post) está entre las empresas
que desatienden más las condiciones de trabajo de sus empleados, habiendo sido
fuente de conflictos. Este comportamiento ha creado también una gran
conflictividad laboral en Alemania, donde su actitud antisindical ha chocado
con los fuertes sindicatos alemanes, que han forzado cambios en sus
comportamientos empresariales en Alemania (ver en Bussiness Section. The New
York Times. 5 de agosto de 2013 p. 1 y 3). No descarto que el Presidente Obama
no conozca estos conflictos pues el poder aísla mucho a los que lo disfrutan.
Rodeados de grandes banqueros y hombres de negocios, las personas poderosas no
conocen la realidad cotidiana de sus ciudadanos, interpretando el mundo a
través de los primeros ignorando a los segundos. Y es lo que le ha estado
pasando al Presidente Obama. Y es lo que está pasando con muchos de nuestros
gobernantes (y aspirantes a gobernantes) en España también.
*Catedrático
de Políticas Públicas, Universidad Pompeu Fabra y Profesor de Public Policy en
The Johns Hopkins University. Artículo publicado en el diario digital EL
PLURAL, 26 de agosto de 2013