La Invasión militar estadounidense a Panamá el 20 de diciembre de 1989
está cargado de muchas incógnitas, así como de justas interrogantes para
las juventudes panameñas que no conocieron ni vivieron aquellos oscuros
días en que el ejército más poderoso del planeta, arbitrariamente
decidiera invadir nuestro país con la utilización de una fuerza bélica
desmedida para una nación desprotegida, sin ejército, ni defensas
militares so pretexto de capturar al narco-dictador Manuel Antonio
Noriega, “general” de las Fuerzas de Defensas.
Casi 25 años después, vemos como el gobierno nacional (como los gobiernos anteriores) continúa en su silencio cómplice precisamente por haber nacido desde las entrañas de esa dictadura y sus relaciones con militares, banqueros y el empresariado corrupto galopante de hoy.
Pero en esta historia reciente, es importante reivindicar las luchas nacionalistas y revolucionarias impulsadas por el movimiento popular y el pueblo organizado, ajenas a la llamada “Cruzada Civilista” quienes vieron la sangrienta y cruel invasión norteamericana como un acto de “salvación” y “liberación” a favor del pueblo panameño. Estamos hablando de la Jornada Nacionalista Democrática JND.
Para el movimiento estudiantil, ya era suficiente la amenaza y la persecución por parte de las Fuerzas de Defensa, el G-2, departamentos de seguridad e inteligencia de Noriega y la presencia de la CIA y agentes serviles del Pentágono en el gobierno norieguista, prestos al secuestro, la desaparición y el asesinato de toda expresión política de la izquierda revolucionaria juvenil, universitaria o secundaria, que levantara su voz contra el otrora régimen; ese particular estilo vendepatria y anticomunista había sido heredado del dictador Omar Torrijos, empeñado en desarticular las expresiones organizadas e independientes de la juventud.
La invasión norteamericana el 20 de diciembre de 1989 toma por sorpresa a las fuerzas organizadas del pueblo, pese a que ya habíamos advertido a la nación de las intenciones nefastas de justificar una agresión militar en nuestro suelo para finiquitar el títere que el imperialismo mismo había creado.
La noche del 19 de diciembre de 1989, dirigentes estudiantiles del Frente Estudiantil Revolucionario 29 de Noviembre FER-29 participaban junto a otros panameños agrupados en la JND de las discusiones de coyuntura nacional sobre el régimen militar. Podemos decir que no hubo una preparación real y concreta para afrontar una eventual invasión norteamericana. El pueblo panameño estaba consumido en el miedo, la desesperación y la desidia de ver a un país secuestrado por una cúpula militar decadente y se sumó a las acciones de desobediencia civil de la Cruzada Civilista. En ese sentido, el movimiento estudiantil en la Universidad de Panamá, incluso a lo interno de sus paredes, se veía perseguido por expresiones espurias de juventudes plegada a los militares y la falsa izquierda entregada al prd (el partido de los militares), lo que forzó muchas veces a mantenerse en el clandestinaje dada la cruenta represión. Durante esos días, se entabló puentes con otras organizaciones para tratar de hacer frente a la presencia norteamericana en nuestro suelo, abocados a articular acciones de masa independiente de los civilistas y la “oposición”, quienes respondían a los mismos intereses político-económicos de las cúpulas militares.
Debemos resaltar que la misma Cruzada Civilista desvergonzadamente señalaba al FER-29 como “elementos comunistas peligrosos” lo que contrariaba su discurso de “unidad nacional” contra el régimen; aquello responde a que la cruzada fue siempre una fuerza dominada por partidos tradicionales y rechazábamos el doble discurso. Dichos señalamientos contra nuestra dirigencia fue lo que posteriormente terminó evidenciándose en su actitud rastrera y gringera, recibiendo a los asesinos yankees con flores y frutas, callando sobre los vejámenes que cometieran contra cientos de panameños durante la invasión.
Militantes del FER-29 brindaron asistencia a víctimas de bombardeos, entre heridos y perseguidos, también en la recopilación de información y datos importantes para presentar las futuras denuncias, acogidas por la solidaridad internacionalista.
La Universidad de Panamá fue tomada por tropas norteamericanas, también en el Instituto Nacional, provocando el descontento de diversas asociaciones de estudiantes y de las juventudes. En aquellos años, la universidad pública y popular se convirtió en un bastión de lucha juvenil y de las expresiones de izquierda estudiantil quienes teniendo la presencia de efectivos militares gringos dentro de la universidad, jamás se doblegaron y terminaron expulsando a las tropas militares días después.
Una vez reabierta la Universidad de Panamá, el FER-29 asumió un destacado papel en el movimiento estudiantil, denunciando públicamente y agitando a las juventudes para rechazar la presencia norteamericana y replegar los militares invasores en agitados mítines y movilizaciones internas, en un aire de indignación y convulsión social rechazando la presencia norteamericana. Sin embargo, la Universidad de Panamá después se vio inundada por tendencias pro-gringas, abrazadas con posturas antinacionales y entreguistas, a lo cual nuestra organización mantuvo distancia y se ha diferenciado históricamente, asumiendo un costo político nuestra independencia.
Destacamos la participación del Centro de estudiantes de Derecho, cuya primera Junta de Facultad recibió el rechazo firme a la Invasión norteamericana por parte de los estudiantes y se impulsaron importantes denuncias y acciones de protesta, siendo dirigentes del FER-29 quienes presentan una demanda legal al entonces presidente Guillermo Endara en la Asamblea Nacional de Diputados por su actitud cómplice y desinteresada en la violación de nuestra Autonomía universitaria.
Posterior a la invasión norteamericana, nuestra organización asumió una línea de denuncia nacional e internacional por la violación de nuestra soberanía por una potencia imperialista extranjera y sus nefastas consecuencias: la desaparición de personas, miles de personas muertas, destrucción del Chorrillo y otras localidades estratégicas para los militares. Pero para los que veían “liberación” bajo la metralleta yankee y los bombardeos a civiles, para nosotros significó la puesta en peligro de las expresiones organizadas del movimiento estudiantil y la masacre a nuestro pueblo, lo que obligó a adoptar medidas de seguridad para resguardar la vanguardia estudiantil que posteriormente, organizaría y participaría en importantes movilizaciones populares, un mes después en atención a los actos del 9 de enero.
Ese 9 de enero siguiente, tuvimos activa participación en la primera movilización nacional de la Jornada Nacionalista Democrática significando una muestra de dignidad nacional y la actitud valiente, que en medio de un país ocupado por la soldadesca yankee, que patrullaba las calles y perseguía a todo aquel que para ellos era de izquierda con toques de queda, panameños se atrevieran a honrar a los mártires del 9 de Enero. Partió de la Iglesia Santa Teresita del Marañón, recorrió la avenida Central hasta la tumba de Ascanio Arosemena, sumando multiplicidad de organizaciones sociales. Fue la juventud organizada quien impulso la primera manifestación en rechazo a la presencia militar.
El periodo Post-invasión no significó cambios sustanciales en los estamentos de represión política del estado panameño. No hay oficiales del G-2 presos, ni procesados por delitos contra la humanidad y violación a los derechos humanos, ni los responsables del descalabro económico y social que aún seguimos pagando los panameños. Es más, las fuerzas policiales fueron reconstruidas con elementos y agentes de las FF.DD., aun en nuestros días lo vemos.
La implementación y aprobación del proyecto de Ley 651 (Ley Belfon) responde a esos históricos intereses en perpetuar las formas de dominación jurídico-administrativa del estado sobre las mayorías humildes y desprotegidas; el continuismo del terrorismo judicial y la impunidad policial del cual son víctimas aquellos que se organizan y luchan.
Si ya para el periodo de la dictadura militar, prácticamente no existían las garantías constitucionales ni el respeto a los derechos humanos, ¿Qué podríamos imaginar cómo jóvenes que fuesen las actitudes, valores y la valentía de esos panameños? Tan solo el odio a Manuel Antonio Noriega, a quien privaba a los panameños de sus libertades democráticas, parecía ser una forma de protesta. Como sobrevivientes del régimen militar recordamos que el pueblo panameño no estaba en condiciones morales para asumir una línea de lucha revolucionaria que enfrentara de frente al régimen torrijista-norieguista.
La causa nacionalista se ensucio en los oscuros intereses entre la burguesía oligarca y las fuerzas militares, ambos sectores probados vendepatrias. Pero las fuerzas organizadas del movimiento popular no solo se abocaron a la tarea de levantar la conciencia social para derrotar la oligarquía y fuerzas antinacionales sino para construir un país más justo y democrático con la participación de todos los panameños.
Pero la disputa del sistema capitalista con el campo socialista en el marco de la Guerra fría durante aquellos años, fue acelerando la penetración de una cultura norteamericana viciada en el macartismo y la indiferencia social en nuestro país, sumado al control de los organismos de seguridad y de educación por parte de los militares que terminaron excluyendo a Panamá de los aires de liberación y participación democrática que se forjaban en el continente, dominando medios de comunicación y el sistema educativo para malformar el patriotismo nacional, en el mal llamado “proceso revolucionario”, corrompiendo las masas panameñas que sacrificaron su vida en los aciagos días del 9, 10, 11 y 12 de enero de 1964 y años antes en la primera experiencia armada revolucionaria en nuestro suelo, en el mes de abril de 1959 en Veraguas posterior al triunfo de la revolución cubana.
Podemos recordar momentos difíciles para el movimiento estudiantil: las masivas renuncias en nuestra organización y el abandono de posturas de izquierda con la caída del Muro de Berlín, la derrota electoral del FSLN en Managua, Nicaragua años antes y el posterior desmoronamiento del bloque soviético de la URSS que significó la total hegemonía de la influencia imperialista norteamericana mundial, tal cual nos gobierna hoy en día.
Sin embargo, la represión gubernamental y las campañas negras contra las expresiones organizadas del movimiento estudiantil, en especial en el Instituto Nacional no hicieron claudicar los ideales revolucionarios y patrióticos de los jóvenes. Habíamos sido objeto de las peores amenazas, sobrevivientes bajo el fuego opresor de los explotadores y los gorilas norieguistas.
La juventud no abandonó su misión de Vanguardia. Con mucho esfuerzo, entrega y sacrificio logramos levantar esta organización estudiantil, emblemática expresión de lucha en la historia política-social de Panamá, y el futuro prometedor de quienes se graduaron en las lides estudiantiles y continuaron dando sus aportes en los diferentes capítulos de lucha social, como aun nuestra organización continua militantemente dando aportes en el ideal y accionar revolucionario de la liberación nacional o social.
A 24 años de la sangrienta invasión del imperialismo norteamericano contra nuestro pueblo, podemos decir que aunque poderosas fuerzas dominantes pretenda borrar aquella trágica faceta de nuestra historia para pactar comercialmente nuestra identidad nacional, no podrán privar al pueblo de una juventud que continua y continuara siendo el relevo generacional de los patriotas que creyeron en un Panamá justo, con igualdad social, con distribución de sus riquezas con autodeterminación y real independencia.
¡NI OLVIDO NI PERDÓN!
¡PORQUE EL COLOR DE LA SANGRE
JAMAS SE OLVIDA!
¡LOS MASACRADOS SERÁN VENGADOS!
¡MORIR O VENCER! FER FER FER!
Frente Estudiantil Revolucionario 29 de Noviembre
FER-29 PANAMÁ
Casi 25 años después, vemos como el gobierno nacional (como los gobiernos anteriores) continúa en su silencio cómplice precisamente por haber nacido desde las entrañas de esa dictadura y sus relaciones con militares, banqueros y el empresariado corrupto galopante de hoy.
Pero en esta historia reciente, es importante reivindicar las luchas nacionalistas y revolucionarias impulsadas por el movimiento popular y el pueblo organizado, ajenas a la llamada “Cruzada Civilista” quienes vieron la sangrienta y cruel invasión norteamericana como un acto de “salvación” y “liberación” a favor del pueblo panameño. Estamos hablando de la Jornada Nacionalista Democrática JND.
Para el movimiento estudiantil, ya era suficiente la amenaza y la persecución por parte de las Fuerzas de Defensa, el G-2, departamentos de seguridad e inteligencia de Noriega y la presencia de la CIA y agentes serviles del Pentágono en el gobierno norieguista, prestos al secuestro, la desaparición y el asesinato de toda expresión política de la izquierda revolucionaria juvenil, universitaria o secundaria, que levantara su voz contra el otrora régimen; ese particular estilo vendepatria y anticomunista había sido heredado del dictador Omar Torrijos, empeñado en desarticular las expresiones organizadas e independientes de la juventud.
La invasión norteamericana el 20 de diciembre de 1989 toma por sorpresa a las fuerzas organizadas del pueblo, pese a que ya habíamos advertido a la nación de las intenciones nefastas de justificar una agresión militar en nuestro suelo para finiquitar el títere que el imperialismo mismo había creado.
La noche del 19 de diciembre de 1989, dirigentes estudiantiles del Frente Estudiantil Revolucionario 29 de Noviembre FER-29 participaban junto a otros panameños agrupados en la JND de las discusiones de coyuntura nacional sobre el régimen militar. Podemos decir que no hubo una preparación real y concreta para afrontar una eventual invasión norteamericana. El pueblo panameño estaba consumido en el miedo, la desesperación y la desidia de ver a un país secuestrado por una cúpula militar decadente y se sumó a las acciones de desobediencia civil de la Cruzada Civilista. En ese sentido, el movimiento estudiantil en la Universidad de Panamá, incluso a lo interno de sus paredes, se veía perseguido por expresiones espurias de juventudes plegada a los militares y la falsa izquierda entregada al prd (el partido de los militares), lo que forzó muchas veces a mantenerse en el clandestinaje dada la cruenta represión. Durante esos días, se entabló puentes con otras organizaciones para tratar de hacer frente a la presencia norteamericana en nuestro suelo, abocados a articular acciones de masa independiente de los civilistas y la “oposición”, quienes respondían a los mismos intereses político-económicos de las cúpulas militares.
Debemos resaltar que la misma Cruzada Civilista desvergonzadamente señalaba al FER-29 como “elementos comunistas peligrosos” lo que contrariaba su discurso de “unidad nacional” contra el régimen; aquello responde a que la cruzada fue siempre una fuerza dominada por partidos tradicionales y rechazábamos el doble discurso. Dichos señalamientos contra nuestra dirigencia fue lo que posteriormente terminó evidenciándose en su actitud rastrera y gringera, recibiendo a los asesinos yankees con flores y frutas, callando sobre los vejámenes que cometieran contra cientos de panameños durante la invasión.
Militantes del FER-29 brindaron asistencia a víctimas de bombardeos, entre heridos y perseguidos, también en la recopilación de información y datos importantes para presentar las futuras denuncias, acogidas por la solidaridad internacionalista.
La Universidad de Panamá fue tomada por tropas norteamericanas, también en el Instituto Nacional, provocando el descontento de diversas asociaciones de estudiantes y de las juventudes. En aquellos años, la universidad pública y popular se convirtió en un bastión de lucha juvenil y de las expresiones de izquierda estudiantil quienes teniendo la presencia de efectivos militares gringos dentro de la universidad, jamás se doblegaron y terminaron expulsando a las tropas militares días después.
Una vez reabierta la Universidad de Panamá, el FER-29 asumió un destacado papel en el movimiento estudiantil, denunciando públicamente y agitando a las juventudes para rechazar la presencia norteamericana y replegar los militares invasores en agitados mítines y movilizaciones internas, en un aire de indignación y convulsión social rechazando la presencia norteamericana. Sin embargo, la Universidad de Panamá después se vio inundada por tendencias pro-gringas, abrazadas con posturas antinacionales y entreguistas, a lo cual nuestra organización mantuvo distancia y se ha diferenciado históricamente, asumiendo un costo político nuestra independencia.
Destacamos la participación del Centro de estudiantes de Derecho, cuya primera Junta de Facultad recibió el rechazo firme a la Invasión norteamericana por parte de los estudiantes y se impulsaron importantes denuncias y acciones de protesta, siendo dirigentes del FER-29 quienes presentan una demanda legal al entonces presidente Guillermo Endara en la Asamblea Nacional de Diputados por su actitud cómplice y desinteresada en la violación de nuestra Autonomía universitaria.
Posterior a la invasión norteamericana, nuestra organización asumió una línea de denuncia nacional e internacional por la violación de nuestra soberanía por una potencia imperialista extranjera y sus nefastas consecuencias: la desaparición de personas, miles de personas muertas, destrucción del Chorrillo y otras localidades estratégicas para los militares. Pero para los que veían “liberación” bajo la metralleta yankee y los bombardeos a civiles, para nosotros significó la puesta en peligro de las expresiones organizadas del movimiento estudiantil y la masacre a nuestro pueblo, lo que obligó a adoptar medidas de seguridad para resguardar la vanguardia estudiantil que posteriormente, organizaría y participaría en importantes movilizaciones populares, un mes después en atención a los actos del 9 de enero.
Ese 9 de enero siguiente, tuvimos activa participación en la primera movilización nacional de la Jornada Nacionalista Democrática significando una muestra de dignidad nacional y la actitud valiente, que en medio de un país ocupado por la soldadesca yankee, que patrullaba las calles y perseguía a todo aquel que para ellos era de izquierda con toques de queda, panameños se atrevieran a honrar a los mártires del 9 de Enero. Partió de la Iglesia Santa Teresita del Marañón, recorrió la avenida Central hasta la tumba de Ascanio Arosemena, sumando multiplicidad de organizaciones sociales. Fue la juventud organizada quien impulso la primera manifestación en rechazo a la presencia militar.
El periodo Post-invasión no significó cambios sustanciales en los estamentos de represión política del estado panameño. No hay oficiales del G-2 presos, ni procesados por delitos contra la humanidad y violación a los derechos humanos, ni los responsables del descalabro económico y social que aún seguimos pagando los panameños. Es más, las fuerzas policiales fueron reconstruidas con elementos y agentes de las FF.DD., aun en nuestros días lo vemos.
La implementación y aprobación del proyecto de Ley 651 (Ley Belfon) responde a esos históricos intereses en perpetuar las formas de dominación jurídico-administrativa del estado sobre las mayorías humildes y desprotegidas; el continuismo del terrorismo judicial y la impunidad policial del cual son víctimas aquellos que se organizan y luchan.
Si ya para el periodo de la dictadura militar, prácticamente no existían las garantías constitucionales ni el respeto a los derechos humanos, ¿Qué podríamos imaginar cómo jóvenes que fuesen las actitudes, valores y la valentía de esos panameños? Tan solo el odio a Manuel Antonio Noriega, a quien privaba a los panameños de sus libertades democráticas, parecía ser una forma de protesta. Como sobrevivientes del régimen militar recordamos que el pueblo panameño no estaba en condiciones morales para asumir una línea de lucha revolucionaria que enfrentara de frente al régimen torrijista-norieguista.
La causa nacionalista se ensucio en los oscuros intereses entre la burguesía oligarca y las fuerzas militares, ambos sectores probados vendepatrias. Pero las fuerzas organizadas del movimiento popular no solo se abocaron a la tarea de levantar la conciencia social para derrotar la oligarquía y fuerzas antinacionales sino para construir un país más justo y democrático con la participación de todos los panameños.
Pero la disputa del sistema capitalista con el campo socialista en el marco de la Guerra fría durante aquellos años, fue acelerando la penetración de una cultura norteamericana viciada en el macartismo y la indiferencia social en nuestro país, sumado al control de los organismos de seguridad y de educación por parte de los militares que terminaron excluyendo a Panamá de los aires de liberación y participación democrática que se forjaban en el continente, dominando medios de comunicación y el sistema educativo para malformar el patriotismo nacional, en el mal llamado “proceso revolucionario”, corrompiendo las masas panameñas que sacrificaron su vida en los aciagos días del 9, 10, 11 y 12 de enero de 1964 y años antes en la primera experiencia armada revolucionaria en nuestro suelo, en el mes de abril de 1959 en Veraguas posterior al triunfo de la revolución cubana.
Podemos recordar momentos difíciles para el movimiento estudiantil: las masivas renuncias en nuestra organización y el abandono de posturas de izquierda con la caída del Muro de Berlín, la derrota electoral del FSLN en Managua, Nicaragua años antes y el posterior desmoronamiento del bloque soviético de la URSS que significó la total hegemonía de la influencia imperialista norteamericana mundial, tal cual nos gobierna hoy en día.
Sin embargo, la represión gubernamental y las campañas negras contra las expresiones organizadas del movimiento estudiantil, en especial en el Instituto Nacional no hicieron claudicar los ideales revolucionarios y patrióticos de los jóvenes. Habíamos sido objeto de las peores amenazas, sobrevivientes bajo el fuego opresor de los explotadores y los gorilas norieguistas.
La juventud no abandonó su misión de Vanguardia. Con mucho esfuerzo, entrega y sacrificio logramos levantar esta organización estudiantil, emblemática expresión de lucha en la historia política-social de Panamá, y el futuro prometedor de quienes se graduaron en las lides estudiantiles y continuaron dando sus aportes en los diferentes capítulos de lucha social, como aun nuestra organización continua militantemente dando aportes en el ideal y accionar revolucionario de la liberación nacional o social.
A 24 años de la sangrienta invasión del imperialismo norteamericano contra nuestro pueblo, podemos decir que aunque poderosas fuerzas dominantes pretenda borrar aquella trágica faceta de nuestra historia para pactar comercialmente nuestra identidad nacional, no podrán privar al pueblo de una juventud que continua y continuara siendo el relevo generacional de los patriotas que creyeron en un Panamá justo, con igualdad social, con distribución de sus riquezas con autodeterminación y real independencia.
¡NI OLVIDO NI PERDÓN!
¡PORQUE EL COLOR DE LA SANGRE
JAMAS SE OLVIDA!
¡LOS MASACRADOS SERÁN VENGADOS!
¡MORIR O VENCER! FER FER FER!
Frente Estudiantil Revolucionario 29 de Noviembre
FER-29 PANAMÁ