Umberto Mazzei y Roxanne Zigon
“El lenguaje político sirve para hacer parecer verdad las mentiras y al
asesinato cosa respetable”.
George Orwell
ALAI AMLATINA, 13/03/2014.- La inauguración y la despedida de los recientes
juegos olímpicos de invierno en Sochi, mostraron la belleza, la antigüedad y la vastedad de la
cultura rusa. La historia europea no es concebible sin ese aporte. La potencia del pueblo
vikingo de los Russ –que se extendió desde el Mar Báltico hasta el Mar Negro y desde el Vistula
hasta el Volga-protegió a Europa de una invasión árabe musulmana durante toda la alta Edad
Media. Desde elsiglo IX los rusos tenían una estructura política descentralizada que giraba en
torno alPrincipado de Kiev.
En el siglo XIII, los rusos, con su resistencia antes de sucumbir, salvaron a
Europa de ser arrollada por la Horda Dorada. Cuando los cumanos, sus vecinos del este, fueron
atacados por los mongoles, los rusos acudieron en su ayuda pero fueron derrotados en la
Batalla del río Kalka; sin embargo, se frenó el avance mongol por trece años. En 1237 los
mongoles regresaron, quemaron ciudades rusas y tomaron a Kiev en 1240; muchos rusos fueron vasallos
mongoles por tres siglos, pero el ímpetu mongol llego debilitado a Polonia y Hungría.
El vasallaje mongol fracturó la unidad rusa en torno al Principado de Kiev.
Para consolidar los vínculos comunes, pero admitiendo evidentes divisiones, en 1253, el Papa
proclamo a Danilo I como Rey de todas las Rusias (Rex Russiae), un título plural que usaron también
los zares rusos. Al Principado Ruso de Kiev lo sucedieron los de Galitzia y de
Volodýmyr-Volynsky, que luego se fusionaron en el principado de Halych-Volhynia.
El nombre Ucrania viene de krajina, país fronterizo y en efecto es lugar de
fronteras. Se usa desde mediados del siglo XIV, cuando la presente Bielorrusia y la zona de Kiev
fue invadida por Lituania y el grueso de la moderna Ucrania fue invadida por Polonia, sin llegar
hasta Crimea, que era turca. Poco después, Polonia y Lituania formaron la mancomunidad
Polaco-Lituana y la zona ucraniana pasó a llamarse Rutenia, forma latinizada de Rusenia.
A mediados del siglo XVI, la nobleza cosaca y los campesinos, apoyados por la
iglesia ortodoxa y el gobierno moscovita, se rebelaron contra el régimen polaco, que había
entregado muchas tierras a la iglesia católica que eran arrendadas a khazares judíos. En el
oriente de Ucrania formó el Atamato cosaco, que se integró a Rusia con el tratado de Pereyáslav,
en 1654. Esa fractura política la explotó Carlos XII de Suecia, cuando invadió Ucrania como
aliado del Ataman Mazepa, pero fue derrotado en Poltava (1709) por Pedro El Grande.
Entre 1772 y 1795, Austria, Prusia y Rusia se repartieron la mancomunidad
polaco-lituana y casi toda Ucrania pasó a ser rusa, con Galitzia y Bukovina al oeste, para Austria.
Al caer el Zar, fue independiente y luego se unió a la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas. La Galitzia fue dada a Polonia y la Bukovina dividida. Después de la Segunda Guerra
Mundial, Stalin anexo a Ucrania la Galitzia y la mayor parte de Bokovina. En 1954, el ucraniano Nikita
Khruschev le quitó Crimea a Rusia para anexarla a Ucrania, como República Autónoma. En 1991,
Ucrania se hizo miembro de la Comunidad de Estados Independientes (CEI). Su constitución fue
proclamada en 1996 y revisada en 2004.
La relación de Ucrania y Rusia
El pasado de Ucrania y Rusia es complejo y a la vez uniforme. Por 500 años la
historia ucraniana, bielorrusa y rusa fue la misma, con Kiev como eje. Durante 300 años
Ucrania estuvo sometida a Polonia y Lituania. Durante 340 años casi toda fue del Imperio ruso
y desde la II Guerra Mundial toda Ucrania fue de la URSS.
La lengua ucraniana es tan próxima al ruso como para que puedan entenderse
entre ellos y el ruso predomina en Kiev, en el oeste y en el sur. La religión principal es el
Cristianismo Ortodoxo (60%), le sigue una minoría católica (10%) en el occidente y un grupo
musulmán (3%) en Crimea. La lista de científicos, músicos, literatos, políticos y militares de
la historia rusa, no puede escribirse sin ucranianos (Eugen Slutzky, Igor Prokofiev, Nicolai
Gogol, Gregory Zinoviev, Kliment Voroshilov); ni la historia ucraniana sin nombres rusos.
Ucrania tiene 46 millones de habitantes (censo 2011) sobre 603 mil km2 con
siete fronteras: Bielorrusia al norte; Polonia, Eslovaquia al oeste; Hungría, Rumania y Moldavia
al sur, con una costa sobre el Mar Negro; eso le da gran importancia estratégica para Rusia.
También para la OTAN, si piensa atacar a Rusia.
El Golpe de Estado Euro-Americano
En 2004 Victor Yanukovych, quien fuera Gobernador de Donetsk (1997 – 2002) y
Primer Ministro (2002 – 2004) de Leonid Kushma, ganó las elecciones en Ucrania, pero el
desorden de la llamada “Revolución Naranja”, amplificado por una campaña de la prensa internacional
–la técnica de revoluciones de color– presionó a la Corte Suprema para anular la elección y
repetirla para imponer el candidato de Bruselas y Washington: Victor Yushchenko.
En 2010 Yanukovych ganó con el 49% de los votos contra el 45% de Julia
Timoshenko, la primer ministro de Yushchenko. En las elecciones parlamentarias de 2012, el partido de
Yanukovych gano 187 asientos contra 102 del de Timoshenko, un claro aumento de apoyo electoral.
La Sra.Timoshenko años antes había sido condenada por corrupción en Rusia y lo fue
de nuevo en Ucrania en un caso sobre comercio de gas y fue enviada a prisión. La prensa
occidental comenzó entonces una campaña de difamación contra los tribunales ucranianos y de
exaltación de Santa Julia mártir, la de la trenza aureolada.
Las nuevas elecciones presidenciales de Ucrania estaban previstas para diciembre
2014. Desde el 2013 comenzó una campaña de la prensa internacional contra Yanukovych
preparando a la opinión pública internacional para un golpe de Estado. Estados Unidos “invirtió” 5
millardos de dólares en organizar y entrenar grupos para cambiar el gobierno ucraniano, según las
palabras de la Secretario de Estado Adjunto para Europa del Este, Victoria Nuland, ante una
reunión del Club Nacional de la prensa, auspiciada por Chevron.
Desde enero, grupos entrenados por Washington y Bruselas, invadieron
violentamente Kiev, ocuparon edificios públicos y exigieron la dimisión de las autoridades
legítimas, cuando faltaba menos de un año para nuevas elecciones. Según testigos, su modo
operativo mostraba formación y la coordinación militar, en lo que, según Haaretz, participó
personal israelí.
Otros vieron como personal norteamericano, alemán y polaco dirigían las
protestas, donde junto a grupos ucranianos actuaban mercenarios moldavos, turcos, afganos y árabes.
La gran prensa elogió las violencias. Altos funcionarios europeos y americanos
fueron a Kiev para mostrar apoyo al alzamiento; tal como Victoria Nuland dando galletas a los
revoltosos. Obama pidió la renuncia del “dictador” Yanukovych. La prensa siempre reportó
desde el lado de los manifestantes; nunca del lado de la policía que sufrió muchos muertos y
heridos. Los políticos de oposición ucranianos buscaron el poder sin apelar nunca a las
masas, sino ante funcionarios norteamericanos y europeos; Ángela Merkel en especial. Se puede
especular sobre qué pasaría si funcionarios extranjeros incitasen a ocupar con violencia
oficinas públicas en Washington y a destituir a Obama. Si Yanukovych fue culpable de algo, fue de
indecisión y no de violencia o terquedad. Su gobierno llegó a un acuerdo con los revoltosos,
garantizados por cancilleres de la UE, que los revoltosos no cumplieron.
El momento para derrocar con un desorden artificial a un gobierno legítimo, en
las fronteras de Rusia, fue obviamente calculado: los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi.
Rusia hacía de anfitrión mundial y la atención del mundo se enfocaba fraterna a otro lado,
como cuando durante los Juegos Olímpicos de Beijing el ejército de Georgia atacó Ossetia del Sur.
Hubo muertos y heridos, entre la policía y los manifestantes. Según el
testimonio del Ministro de Relaciones Exteriores de Estonia, Urmas Paet, quien habló con la Doctora
Olga Bogolomets, la médico jefe de la clínica móvil en la Plaza Maiden cuando la protesta se hizo
violenta en Kiev, la doctora le mostró fotos y le dijo que ambos bandos habían sido víctimas de
los mismos francotiradores; que se había usado el mismo tipo de balas. Ella añadió que lo
más chocante era que el “gobierno provisional” no quería investigar lo sucedido. Cuando Paet
habló sobre eso con la Jefa de Relaciones Exteriores de la UE, Catherine Ashton, ella solo dijo:
Oh! Que terrible! pero no hizo nada. Ahora se acusa a Yanukovych y sus ministros de esos
asesinatos.
Pareciera que Washington y Bruselas aplicaron en Ucrania –fuera del golpe
militar- todas las técnicas de golpe de estado que los anglo-sajones han practicado en el Tercer
Mundo desde la época napoleónica. Primero, los bancos endeudaron a Ucrania por 138 millardos
(PIB 176 millardos, 2012) con pagos pendientes este año por 8 millardos, lo que limita
las políticas independientes y resulta siempre en corrupción. Segundo, se apoyó
financieramente a muy diferentes partidos políticos para dirigirlos hacia un objetivo político común.
Tercero, se desató una campaña de prensa para desacreditar el gobierno y demonizar a sus
líderes. Cuarto, se financió y se entrenó a grupos para fomentar desórdenes violentos. Quinto,
se usó francotiradores para disparar contra ambos bandos y generar odio y violencia,
como en Siria.
Sexto, se aplicó el truco usado recientemente en Honduras y Paraguay: el Golpe
Parlamentario.
En Ucrania se hizo con la invasión del Parlamento por matones armados, que
causaron la fuga de la mayoría de los parlamentarios del gobierno. Luego, bajo evidente amenaza y
tal vez con sobornos llevaron al resto a destituir al Presidente en una súbita sesión, sin
siquiera juicio. Para el estándar democrático de la OTAN, no importa que el presidente
“destituido” no haya sido nombrado por el Parlamento, sino por votación popular directa; igualmente los
gobiernos de la OTAN reconocieron enseguida al ya previsto “gobierno provisional”.
El gobierno usurpador
El “gobierno provisional” puede llamarse también el Gobierno Oligarca. El
Presidente es Oleksandr Turchynov, un pastor evangélico, pero quien manda es el Primer
Ministro Arseniy "Yats" Yatsenyuk – un banquero judío, escogido por Victoria Nuland
para ser el títere de la OTAN-. Turchov y Yatsenyuk pusieron varios oligarcas a gobernar las regiones
donde el apoyo a Yanukovych es mayor. Es fácil asumir que por su potencial para sobornos
políticos.
Uno de ellos es Ihor Kolomosky, un banquero, empresario metalúrgico y patrón de
medios millardario, también miembro prominente de la comunidad judía ucraniana y cuyos
diarios dieron una cobertura favorable a las revueltas. Se le nombró gobernador de su patria
chica: Dnepropetrovsk. Putin dijo de él que es un estafador y explicó como Kolomosky
había robado 2 millardos a un socio. Kolomosky es bien conocido como amigo de Julia
Timoshenko, la antigua primer ministro cuya primera llamada al salir de prisión fue para Angela
Merkel.
Otro es Serhiy Taratuta, el hombre más rico de Ucrania en 2009, según Forbes,
que fue nombrado gobernador de su nativa Donetsk. El 9 de marzo, ya enfrentó un alzamiento
popular para reinstalar a Pavel Gubarev, el anterior gobernador; alzamientos que se repiten
en otras provincias.
El clima político se pondrá peor, porque el Fondo Monetario Internacional mandó
a Ucrania una “misión investigadora” la semana pasada. Las reservas de Ucrania ya habían
bajado de US$17,8 millardos a 15 millardos en las últimas cuatro semanas. Después de la visita
del FMI los ucranianos de todas las tendencias aprenderán lo que significa “ajuste
estructural”.
La mayoría ucraniana de lengua rusa está tan furiosa con la corrupción, el
desempleo y la desigualdad económica como los ucranianos del oeste; pero la gente puesta al
mando por las turbas no trae un cambio revolucionario. Son las mismas caras conocidas por su
corrupción y su complicidad en enriquecer a los oligarcas ucranianos. Esta vez, para servir
intereses foráneos, parecen querer borrar la milenaria herencia cultural ucraniana. La inquietud en
el centro y el oeste de Ucrania aumentó desde que los usurpadores anularon la ley que permitía
el uso del ruso como lengua oficial en esas zonas. Es una prueba de su tendencia anti-rusa y
pro- OTAN. Una prueba de su autoritarismo es la proscripción del Partido Comunista, que sacó
el 13% de los votos en la última elección.
Desde su independencia, las encuestas en Ucrania muestran una gran mayoría
contraria a ser parte de la OTAN, pero el gobierno “de facto” quiere ignorarlo. En su campaña
electoral, Victor Yanukovych se postuló como contrario a la OTAN y su Partido de las Regiones
hizo del no-alineamiento la estrategia de seguridad del país, como en Finlandia, Suecia
e Irlanda.
Crimea
Crimea ya fue objeto de la ambición anglo-sajona en la Guerra de Crimea (1853 –
56) pero quedó rusa. La vasta mayoría de su población sigue siendo rusa; por ello cuando
Kruschev la anexo a Ucrania, fue como República Autónoma. Después del Golpe de Estado en Kiev, el
gobierno local permaneció leal a Yanukovych y rechazó los intentos de invadir Crimea con
matones mercenarios y de crear una rebelión de los tártaros locales. El gobierno “de facto” comenzó
entonces a hablar de una invasión rusa de la Crimea.
La prensa y los gobiernos de la OTAN quieren ignorar que Crimea es la base de
la flota rusa del Mar Negro y que de acuerdo al tratado Ruso-Ucraniano de 1997, hasta el año
2040, Rusia tiene derecho a mantener allí hasta 27 mil hombres, aunque por el momento solo hay 16
mil. Lo que la gran prensa reporta como “gente en uniforme” cuidando edificios públicos son
las milicias locales de autodefensa y las unidades ucranianas que permanecen fieles al
Presidente Yanukovych y al Gobierno de Crimea.
El Gobierno de Crimea, confrontado a los usurpadores de Kiev que quieren
ignorar sus legítimas credenciales, ha decidido consultar al pueblo sobre su futuro. Es un ejercicio
de auto-determinación de impecable credencial democrática, reconocido por la ONU;
aunque abusado por Estados Unidos arrancar provincias a países; desde Panamá hasta Kosovo.
La cuestión energética
El 66% del gas ruso que se exporta a la UE y Turquía (86 bcm) se hace por
Ucrania, pero ésta va perdiendo importancia como red de tránsito. Hay dos nuevos gasoductos
submarinos, el Gasoducto del Norte y el Gasoducto del Sur que pasan fuera de Ucrania. El Gasoducto del
Norte, terminado en 2011, conecta a Rusia con Alemania por el Mar Báltico. El Gasoducto del Sur,
que pasa por debajo del Mar Negro, estará listo para 2015.
El monopolio ruso Gazprom había llegado a un acuerdo con Yanukovych para bajar
el precio del gas destinado a Ucrania, de US$400 por 1.000 m3 a US$268,5, desde el 2014. La
política anti-rusa del gobierno usurpador no favorece la continuación de ese descuento.
La deuda por gas de Ucrania con Rusia en este momento es de US$1,5 millardos.
Un maligno rizo del rizo geopolítico
Rusia no va a pedir la indulgencia o la bendición de Occidente. Alea jacta est,
la suerte está echada, Crimea es una pieza perdida en el gran tablero de la OTAN. Ahora lo que
hay es un problema de tres colas para los conspiradores euro–americanos: a) como salvar
sus intereses económicos en Rusia (comercio UE con Rusia medio billón; EE UU 40 millardos);
b) castigar a Rusia o a los autores del fracaso; c) expandir la integración europea después
del choque.
Herman Van Rompuy, Presidente del Consejo Europeo, dijo, el primero de febrero,
en la conferencia sobre seguridad de Munich: “para los europeos y americanos, las
economías se basan en reglas y las sociedades en valores – esto es lo que somos, es lo que significamos
para tantos y lo que juntos debemos representar para el mundo”. Palabras huecas,
porque ni sus reglas ni sus valores tuvieron éxito en liberar sus países del peso de una
decadencia socio-económica, política e intelectual, ni restauraron sus identidades, su
moralidad o su espíritu.
La tonada que hoy cautiva el oído de los electores en Europa es el
euro-escepticismo, porque ofrece una valoración de asuntos vitales para tantos europeos dejados fuera de
la mesa en la cena transnacional. El “déficit democrático” es una inexorable realidad y es
raro encontrar en Europa quien apoye la perspectiva sombría que pintan quienes hacen la política
en Bruselas.
Hay una trampa mental convertida en un peligroso rizo del rizo geopolítico para
el estilo de maniobra Euro–Atlántico, se trata del “Despertar Político Global” nutrido por
Zbigniew Brzezinsky. Se le lanzó como una estrategia de EE.UU. para el Medio Oriente,
pero aterrizó, como un Caballo de Troya, en la llamada Euromaidan de Kiev. Fue algo articulado
por Van Rampuy en Munich: “A pesar de la geopolítica, hemos ofrecido a Ucrania una relación
más cercana con la Unión Europea, con los países a su oeste… y sabemos que el tiempo está de
nuestro lado. El futuro de Ucrania pertenece a la Unión Europea”.
Quienes hacen la política en Bruselas tienen sus mentes controladas por
Washington y el paradigma de Brzezinsky, quien ve a Ucrania como “un reducto occidental que
impida la reencarnación de la Unión Soviética, porque sin ésta Rusia cesa de ser un imperio”.
El Dr. Brzezinsky, desafortunadamente, enseñó bien como odiar y temer a Rusia, pero,
por suerte, su legado geopolítico es anticuado, porque el mundo moderno no soporta vivir dos
conceptos opuestos al mismo tiempo: mundialismo unilateral vs diversidad del diálogo
civilizado.
Conclusiones y recomendaciones
Las amenazas de Estados Unidos de sanciones económicas y de otro tipo contra
Rusia en caso de auto-determinaciones en Ucrania favorables a una integración con Rusia son
risibles. El poder económico de EE.UU. se desvanece y Rusia tiene suficiente músculo económico
para hacer sentir sus represalias en Londres y New York. Si las cosas se calientan, China, aliada
de Rusia, puede dar una mano en fundir el dólar, para disminuir las tensiones.
Rusia puede declarar inaceptable la injerencia de EE.UU. y la UE en los asuntos
ucranianos, apoyar el regreso a la legalidad apoyando los partidos pro-rusos y acercándose
a los partidos nacionalistas ucranianos que estarían incómodos bajo la tutela de Bruselas.
La Crimea y otras partes de Ucrania pudieran integrarse con Rusia, mientras
Europa absorbe la Ucrania Occidental en bancarrota; algo como una restitución de territorios
anexados desde la segunda guerra mundial.
Los rusos y los alemanes debieran recordar que –como Bismarck bien demostró- la
paz europea está a salvo y la cultura europea florece cuando ambos países actúan de
acuerdo.
Ginebra/Moscú