Todas las caretas que enmascaran el teatro del mundo se han caído en el drama griego del presente. Ya está claro que la Unión Europea no son instituciones democráticas que expresan el deseo de unidad y paz de sus pueblos, sino un conjunto de políticos al servicio del capital financiero y de los intereses imperialistas alemanes. Ha quedado evidenciado que la moneda común, el euro, y el banco que le emite y supervisa (BCE), no conducen al bienestar de la ciudadanía de Europa, sino al saqueo económico en beneficio de los banqueros, sobre todo alemanes.
A la llamada "troika" (Unión Europea, Banco Central Europeo y el FMI), que debería llamarse "triunvirato", no le interesa la racionalidad económica puesta a proteger el elemental derecho a la vida de los más pobres, en particular de ancianos jubilados cuyas pensiones están literalmente al mínimo, haciendo que la deuda griega la pagaran con impuestos los más ricos. Por eso rechazaron el plan del gobierno griego elaborado por su ministro Varufakis.
A los poderes del mundo no les interesa la justicia social, ni si la deuda griega es impagable y fraudulenta, ni que los empresarios han fugado a bancos suizos hasta 400 mil millones de euros. La troika, o sea el capitalismo europeo, quiere que Grecia pague hasta el último centavo de sus deuda a la banca, pero no de cualquier manera, sino que la plata salga de las pensiones de los jubilados, y de los bolsillos de los consumidores subiendo el IVA (ITBM) hasta el 23%, y de la privatización de lo último que quede. Dicho metafóricamente, chupándole la sangre al pueblo griego.
Al supuesto sistema "democrático" europeo ni siquiera el sufragio le importa un ápice. A la jefa de gobierno alemán y el coro de títeres a su alrededor, no le interesa si en un referendo el pueblo griego votó en contra de un "plan de austeridad" que los hunde más en la miseria. Ella, su ministro de economía, y los pelafustanes jefes de gobierno europeos, le pusieron el "ultimátum" (en la mejor pronunciación imperial romana) al primer ministro Tsipras: o te tragas el plan o te echamos a patadas, con todas sus consecuencias.
Los líderes "democráticos" de Europa han quedado desnudos, los supuestos viejos principios liberales van al tinaco de la basura: democracia, sufragio, estado de derecho, soberanía nacional, autodeterminación. Sólo importa el interés bancario, la ganancia de los financistas y la dictadura a su servicio, porque el sistema electoral, parlamentario, judicial y de gobierno de Europa es un parapeto para engañar a los ciudadanos, porque en verdad gobiernan y deciden un puñado de banqueros y políticos a su servicio.
Las "consecuencias" que le esperaban a Grecia ya las conocemos los ciudadanos del "tercer mundo": sanciones económicas, bloqueo a lo Cuba, campañas de desprestigio y mentiras en los medios de comunicación y, en el largo plazo, la guerra civil, el golpe de estado o la invasión militar, si todo lo demás fallara.
En América Latina, en África, en Medio Oriente ya sabemos cómo es el juego, porque lo vemos repetido a lo largo de la historia hasta el presente. Cada vez que un gobierno, empujado por su pueblo, intenta salirse del guión impuesto por el imperialismo norteamericano y su saqueo para dar algo de bienestar a la población, le cae el conjunto de "consecuencias" que acabamos de listar. ¿No es eso lo que le pasa a la Venezuela de Chávez y Maduro? ¿A su manera no es lo que han sufrido con diversos intentos golpistas Correa y Evo Morales?
Esas son las "consecuencias" que tuvo miedo enfrentar Tsipras, cuando Ángela Merkel lo puso en el límite. Iba a quedar como Maduro, saboteado económicamente y vilipendiado por los medios de comunicación, y sin petróleo. Tsipras prefirió devolverse, traicionando su programa de gobierno y sus compromisos con los electores que sobre el 60% rechazaron el plan de austeridad impuesto por Alemania, llevando a la crisis a su propio partido (Syriza) para gobernar con sus enemigos liberales y socialdemócratas, de los que ahora es rehén.
Pero seamos justos con Tsipras, porque la pregunta es: ¿Estaba el pueblo griego preparado para enfrentar lo que se venía? ¿Eran conscientes que rechazar al imperialismo alemán implicaba: nacionalizar la banca, emitir moneda propia, tomar drásticas medidas contra los capitalistas que seguirían saboteando la economía y fugando capitales, incluyendo la nacionalización de empresas? ¿Está la clase obrera griega lista para enfrentar en la calle a quienes intentarían derribar el gobierno que se atreva a tocarle el bolsillo a los oligarcas financieros, incluyendo a los militares adiestrados por la OTAN?
Por la encuestas posteriores, y pese a todo lo que ha pasado, parece que todavía hay ilusiones sobre Europa en un buen segmento de la población griega. Y, como dijo Trotsky, la revolución no tiene etapas, pero la conciencia de las masa sí pasa por etapas que, para ir más adelante, necesita superar las anteriores mediante la experiencia. Ya se quemarán las etapas que faltan, pues las consecuencias de quedarse en el "euro" será dura para el pueblo heleno. Hambre si te quedas e el capitalismo y sus reglas, hambre mediante el cerco si te vas.
Lo que está en juego en Grecia, al igual que en Venezuela y en todos lados, es romper con la lógica antidemocrática e injusta del sistema capitalista. Nada más y nada menos. Entrar en esa lucha requiere estar consciente de ello, de lo que hay que hacer, y de las consecuencias que se van a enfrentar. De lo contrario, la derrota dura y sanguinaria está asegurada. Quien lo dude que repase un poco de historia moderna.
Así que no solo los europeos tienen algo que aprender de lo sucedido a Grecia en estos días, los latinoamericanos también tenemos una lección que sacar: no hay modelo antineoliberal que se sostenga sin medidas consecuentemente socialistas. La única manera de derrotar y debilitar a los enemigos de los pueblos es quitándoles su poder económico, nacionalizando la banca, controlando el comercio exterior y proveyendo al pueblo de la canasta básica en lo interior a través del control estatal.
No sólo Tsipras debe aprender de la experiencia latinoamericana. En Venezuela, Ecuador o Bolivia hay que sacar las conclusiones de lo que pasa en Grecia, porque la disyuntiva es: o la revolución bolivariana, ciudadana o indiana toma las medidas consecuentes contra los enemigos del pueblo, o se queda a medio camino, como Tsipras, preparando el camino de su propia derrota, como le pasó antes a Perón, y tantos otros.
Aunque Tsipras haya flaqueado, el juego continúa. El nuevo plan de austeridad seguirá profundizando el sufrimiento del pueblo griego, llevándolo directo al hambre y la desesperación, ingredientes ambos de todas las revoluciones de la historia.
En el interín, la vanguardia de la clase trabajadora en Grecia y Europa ha madurado, y tarde o temprano tendrán que enfrentar situaciones similares en sus propios países, pues la crisis capitalista no deja márgenes. Los que quieren construir la Europa de los trabajadores verdaderamente democrática, ya saben que deben hacerla sobre las ruinas de las actuales instituciones, que representan la Europa del capital y la dictadura de los banqueros.
En la lucha unitaria de los europeos anti austeridad, o sea anticapitalistas, está el futuro. Grecia sola contra el aparato imperialista europeo la tiene difícil. Pero así empezó la URSS, y aguantó 70 años, y Cuba que nos dura hasta ahora. Sólo en la unidad internacionalista está la posibilidad de resistir y vencer. Igual que a este lado del mundo: sin unidad bolivariana, estamos fritos.
Panamá, julio de 2015.