Por: Olmedo Beluche.
Parece que la humanidad experimentara un Deja vu, que estuviera repitiendo una fase que se creía superada. El mundo, y especialmente Europa, se parece cada vez más a la de los años 20 y 30 del siglo pasado. Una larga y profunda crisis económica capitalista, seguida de violentas convulsiones sociales y políticas. Millones de des...empleados, pobreza, desplazados, migrantes, etc. Para no dar con el verdadero culpable, los ideólogos del sistema capitalista señalan a los "extraños", los extranjeros, las "minorías". Mucha gente por desconocimiento y temor lo cree. Sólo faltan los hornos, la guerra, ya empezó.
El 27 de febrero de 1933 un gran incendio consumió el edificio del parlamento alemán en Berlín, el Reichstag. Cuatro semanas antes, el 30 de enero, Adolf Hitler había ganado por muy estrecho margen las elecciones y fue nombrado Canciller (primer ministro) con el 32% de los escaños en el Reichstag. Gobernaba, pero en una situación frágil que se podía revertir. Necesitaba un golpe de efecto para justificar la imposición de una dictadura que eliminase a sus oponentes, empezando por los comunistas, el "cuco" de entonces.
Para "suerte" de Hitler vino ese terrible incendio, y el gobierno culpó a los comunistas. Se arrestó en las inmediaciones a un inmigrante holandés comunista, de nombre Marinus van der Lubbe. Bajo tortura confesó ser el autor y poco después fue ejecutado. Posteriormente se acusó a tres comunistas de nacionalidad búlgara: Jorge Dimitrov, Vasil Tanev y Blagoi Popov, quienes fueron juzgados y condenados, pero no ejecutados. Dimitrov llegaría a primer ministro de Bulgaria después de la liberación.
Hasta hoy se debate sobre quién y por qué quemó el Reichstag. Si uno consulta la popular Wikipedia, encontrará que el historiador norteamericano William L. Shirer, en su libro The Rise and Fall of the Third Reich, cita una declaración del general alemán Franz Halder quien afirma haber escuchado a H. Göring, brazo derecho de Hitler, atribuirse la autoría.
La propia Wikipedia nos recuerda que el incendio del Reichstag no fue el primer caso en que un régimen produce una tragedia para culpar a una comunidad y justificar su política. En el siglo I, el emperador Nerón usó el incendio de Roma para lanzar la primera persecución contra los cristianos, y en el siglo III, el incendio del palacio del emperador Diocleciano en Nicomedia sirvió de excusa para arremeter contra esa “minoría” religiosa. Más reciente, el derribo de las Torres Gemelas de Nueva York, “justificó” la invasión a Afganistán, y la explosión del USS Maine para lanzar la guerra contra España en 1898.
El incendio del parlamento alemán le vino a pelo a Hitler, logrando la complicidad del presidente Paul von Hindeburg, que emitió al día siguiente un decreto que declaró el estado de emergencia, suprimió las garantías constitucionales (opinión, prensa, reunión y asociación), permitió registros y arrestos arbitrarios (incluyendo los diputados comunistas), fijando penas retroactivas (incluyendo la de muerte) y estableció los primeros campos de concentración. El 5 de marzo de 1933, con los comunistas encarcelados y la prensa controlada se convocaron nuevas elecciones, mediante las cuales "democráticamente", no hubo que dar un golpe de estado, se instauró la dictadura del partido nazi en Alemania.
No se puede dejar de recordar estos hechos ahora que, a raíz de los trágicos atentados de París, del viernes 13 de noviembre de 2015, el gobierno "socialista" de Hollande, ha decretado el estado de emergencia, suspendido las garantías constitucionales y militarizado el país. Cuando cierto sectores de extrema derecha proponen declarar a un segmento masivo de la sociedad sospechoso de "yihadismo", con lo cual, según ellos, debe ser colocado jurídica y físicamente al margen de la sociedad.
Los medios españoles mencionaban que esa lista inicial podría estar compuesta por hasta 3000 personas, que deberían ser reconducidos a campos de concentración, si son "sospechosos" para los organismos de seguridad, aunque no medie prueba alguna de la comisión de algún delito. Lo que la extrema derecha francesa propone es establecer un Guantánamo galo.
¿Qué es ISIS, el grupo que se atribuyó los atentados de París? Mucho se especula al respecto, pero cada día es más claro que en la guerra civil en Siria ha sido aliado, más que circunstancial, de las potencias occidentales, incluyendo al gobierno de Francia, ya que actúa contra el gobierno de Bashar al Assad, al que quieren derrocar.
ISIS también es aliado de Israel, a la que ha ayudado atacando y debilitando la influencia de Irán en la región, en Irak, Siria y Líbano. Por ese mismo motivo, las monarquías más retrógradas de Medio Oriente, aliadas de Estados Unidos, Europa e Israel, como Arabia Saudita y los emiratos del golfo Pérsico, parecen haberle financiado. El petróleo y gasolina que ISIS extrae de Siria se vende en Turquía (aliada de Francia y EEUU), a favor de cuyo gobierno trabaja atacando a los kurdos y poniéndole bombas a la izquierda.
Esa es una parte de la realidad, la otra, más compleja es que la base política de ISIS proviene de tres fuentes: los sectores sunitas reprimidos y desplazados de la vida política de Irak con la invasión norteamericana, y la imposición por parte de Estados Unidos de un gobierno antidemocrático de corte chiíta en Bagdad; los sunitas discriminados y reprimidos por el régimen alauita de Siria; y, lo que es más importante, por miles de jóvenes árabes, algunos musulmanes, nacidos en Europa, que mal viven sin futuro en los tugurios de las grandes ciudades afectados por el desempleo, la discriminación y la marginalidad.
ISIS está siendo extremadamente útil al imperialismo, no sólo en Siria e Irak, también en Europa, porque el repudio y el pavor que provocan sus acciones inhumanas, es la excusa perfecta que necesita la burguesía europea, la derecha europea, con la complicidad asquerosa de la socialdemocracia, para recortar libertades democráticas, empezando con los grupos sociales que son los más pobres y marginados, los hijos de trabajadores inmigrantes de las ex colonias europeas.
Los actos terroristas cometidos en París por ISIS, son un producto del capitalismo neoliberal y guerrerista que se ha impuesto en todo el planeta por parte de las potencias del OCDE y de la OTAN. Son la otra cara de la moneda de la violencia desatada por la OTAN en Afganistán, Irak, Libia, Siria, e indirectamente contra Palestina por su apoyo a los crímenes del estado sionista de Israel, e incluso de la dictadura militar en Egipto.
Ya sea porque ISIS haya sido utilizado o no para una operación de "falsa bandera", como piensan los teóricos de la conspiración, o que haya salido del odio que causa a los pueblos árabes el terrorismo practicado por las potencias occidentales para saquearlos, el hecho, es que ISIS y sus métodos terroristas son hijos del capitalismo decadente del siglo XXI. Para erradicar las consecuencias, hay que erradicar las causas. No se puede condenar el terrorismo yihadista sin condenar el terrorismo y la barbarie que practica la OTAN.
La clase obrera europea y la izquierda deben enfrentar firmemente la maniobra de suprimir los derechos democráticos en sus países en nombre de la "seguridad". Ni siquiera cuando éstos derechos se supriman para una "minoría". Porque con el tiempo se hará extensible la represión a todos los segmentos de la sociedad, como pasó en Alemania en 1933.
Despejemos las brumas de la propaganda mentirosa, debajo del supuesto conflicto "religioso", de la "guerra de civilizaciones " (Huntington), de la falsa confrontación entre "civilización occidental democrática" y "fanatismo medieval", lo que se esconde es una feroz lucha de clases y de pueblos víctimas de un sistema capitalista que pisotea la vida humana para asegurarse el control de los recursos naturales y la sacro santa ganancia. Hay que combatir a ISIS, y a sus aliados, lo que significa combatir la política de la OTAN en Medio Oriente.
Una política revolucionaria requiere ambos aspectos de la ecuación. Hoy, como hace cien años, la disyuntiva es la planteada por Rosa Luxemburgo: socialismo o barbarie.
Parece que la humanidad experimentara un Deja vu, que estuviera repitiendo una fase que se creía superada. El mundo, y especialmente Europa, se parece cada vez más a la de los años 20 y 30 del siglo pasado. Una larga y profunda crisis económica capitalista, seguida de violentas convulsiones sociales y políticas. Millones de des...empleados, pobreza, desplazados, migrantes, etc. Para no dar con el verdadero culpable, los ideólogos del sistema capitalista señalan a los "extraños", los extranjeros, las "minorías". Mucha gente por desconocimiento y temor lo cree. Sólo faltan los hornos, la guerra, ya empezó.
El 27 de febrero de 1933 un gran incendio consumió el edificio del parlamento alemán en Berlín, el Reichstag. Cuatro semanas antes, el 30 de enero, Adolf Hitler había ganado por muy estrecho margen las elecciones y fue nombrado Canciller (primer ministro) con el 32% de los escaños en el Reichstag. Gobernaba, pero en una situación frágil que se podía revertir. Necesitaba un golpe de efecto para justificar la imposición de una dictadura que eliminase a sus oponentes, empezando por los comunistas, el "cuco" de entonces.
Para "suerte" de Hitler vino ese terrible incendio, y el gobierno culpó a los comunistas. Se arrestó en las inmediaciones a un inmigrante holandés comunista, de nombre Marinus van der Lubbe. Bajo tortura confesó ser el autor y poco después fue ejecutado. Posteriormente se acusó a tres comunistas de nacionalidad búlgara: Jorge Dimitrov, Vasil Tanev y Blagoi Popov, quienes fueron juzgados y condenados, pero no ejecutados. Dimitrov llegaría a primer ministro de Bulgaria después de la liberación.
Hasta hoy se debate sobre quién y por qué quemó el Reichstag. Si uno consulta la popular Wikipedia, encontrará que el historiador norteamericano William L. Shirer, en su libro The Rise and Fall of the Third Reich, cita una declaración del general alemán Franz Halder quien afirma haber escuchado a H. Göring, brazo derecho de Hitler, atribuirse la autoría.
La propia Wikipedia nos recuerda que el incendio del Reichstag no fue el primer caso en que un régimen produce una tragedia para culpar a una comunidad y justificar su política. En el siglo I, el emperador Nerón usó el incendio de Roma para lanzar la primera persecución contra los cristianos, y en el siglo III, el incendio del palacio del emperador Diocleciano en Nicomedia sirvió de excusa para arremeter contra esa “minoría” religiosa. Más reciente, el derribo de las Torres Gemelas de Nueva York, “justificó” la invasión a Afganistán, y la explosión del USS Maine para lanzar la guerra contra España en 1898.
El incendio del parlamento alemán le vino a pelo a Hitler, logrando la complicidad del presidente Paul von Hindeburg, que emitió al día siguiente un decreto que declaró el estado de emergencia, suprimió las garantías constitucionales (opinión, prensa, reunión y asociación), permitió registros y arrestos arbitrarios (incluyendo los diputados comunistas), fijando penas retroactivas (incluyendo la de muerte) y estableció los primeros campos de concentración. El 5 de marzo de 1933, con los comunistas encarcelados y la prensa controlada se convocaron nuevas elecciones, mediante las cuales "democráticamente", no hubo que dar un golpe de estado, se instauró la dictadura del partido nazi en Alemania.
No se puede dejar de recordar estos hechos ahora que, a raíz de los trágicos atentados de París, del viernes 13 de noviembre de 2015, el gobierno "socialista" de Hollande, ha decretado el estado de emergencia, suspendido las garantías constitucionales y militarizado el país. Cuando cierto sectores de extrema derecha proponen declarar a un segmento masivo de la sociedad sospechoso de "yihadismo", con lo cual, según ellos, debe ser colocado jurídica y físicamente al margen de la sociedad.
Los medios españoles mencionaban que esa lista inicial podría estar compuesta por hasta 3000 personas, que deberían ser reconducidos a campos de concentración, si son "sospechosos" para los organismos de seguridad, aunque no medie prueba alguna de la comisión de algún delito. Lo que la extrema derecha francesa propone es establecer un Guantánamo galo.
¿Qué es ISIS, el grupo que se atribuyó los atentados de París? Mucho se especula al respecto, pero cada día es más claro que en la guerra civil en Siria ha sido aliado, más que circunstancial, de las potencias occidentales, incluyendo al gobierno de Francia, ya que actúa contra el gobierno de Bashar al Assad, al que quieren derrocar.
ISIS también es aliado de Israel, a la que ha ayudado atacando y debilitando la influencia de Irán en la región, en Irak, Siria y Líbano. Por ese mismo motivo, las monarquías más retrógradas de Medio Oriente, aliadas de Estados Unidos, Europa e Israel, como Arabia Saudita y los emiratos del golfo Pérsico, parecen haberle financiado. El petróleo y gasolina que ISIS extrae de Siria se vende en Turquía (aliada de Francia y EEUU), a favor de cuyo gobierno trabaja atacando a los kurdos y poniéndole bombas a la izquierda.
Esa es una parte de la realidad, la otra, más compleja es que la base política de ISIS proviene de tres fuentes: los sectores sunitas reprimidos y desplazados de la vida política de Irak con la invasión norteamericana, y la imposición por parte de Estados Unidos de un gobierno antidemocrático de corte chiíta en Bagdad; los sunitas discriminados y reprimidos por el régimen alauita de Siria; y, lo que es más importante, por miles de jóvenes árabes, algunos musulmanes, nacidos en Europa, que mal viven sin futuro en los tugurios de las grandes ciudades afectados por el desempleo, la discriminación y la marginalidad.
ISIS está siendo extremadamente útil al imperialismo, no sólo en Siria e Irak, también en Europa, porque el repudio y el pavor que provocan sus acciones inhumanas, es la excusa perfecta que necesita la burguesía europea, la derecha europea, con la complicidad asquerosa de la socialdemocracia, para recortar libertades democráticas, empezando con los grupos sociales que son los más pobres y marginados, los hijos de trabajadores inmigrantes de las ex colonias europeas.
Los actos terroristas cometidos en París por ISIS, son un producto del capitalismo neoliberal y guerrerista que se ha impuesto en todo el planeta por parte de las potencias del OCDE y de la OTAN. Son la otra cara de la moneda de la violencia desatada por la OTAN en Afganistán, Irak, Libia, Siria, e indirectamente contra Palestina por su apoyo a los crímenes del estado sionista de Israel, e incluso de la dictadura militar en Egipto.
Ya sea porque ISIS haya sido utilizado o no para una operación de "falsa bandera", como piensan los teóricos de la conspiración, o que haya salido del odio que causa a los pueblos árabes el terrorismo practicado por las potencias occidentales para saquearlos, el hecho, es que ISIS y sus métodos terroristas son hijos del capitalismo decadente del siglo XXI. Para erradicar las consecuencias, hay que erradicar las causas. No se puede condenar el terrorismo yihadista sin condenar el terrorismo y la barbarie que practica la OTAN.
La clase obrera europea y la izquierda deben enfrentar firmemente la maniobra de suprimir los derechos democráticos en sus países en nombre de la "seguridad". Ni siquiera cuando éstos derechos se supriman para una "minoría". Porque con el tiempo se hará extensible la represión a todos los segmentos de la sociedad, como pasó en Alemania en 1933.
Despejemos las brumas de la propaganda mentirosa, debajo del supuesto conflicto "religioso", de la "guerra de civilizaciones " (Huntington), de la falsa confrontación entre "civilización occidental democrática" y "fanatismo medieval", lo que se esconde es una feroz lucha de clases y de pueblos víctimas de un sistema capitalista que pisotea la vida humana para asegurarse el control de los recursos naturales y la sacro santa ganancia. Hay que combatir a ISIS, y a sus aliados, lo que significa combatir la política de la OTAN en Medio Oriente.
Una política revolucionaria requiere ambos aspectos de la ecuación. Hoy, como hace cien años, la disyuntiva es la planteada por Rosa Luxemburgo: socialismo o barbarie.