Por Luis M. Arce y Anubis Galardy.
La Habana (PL) Para el fraile
dominico brasileño Frei Betto, una de las causas principales de retrocesos en
gobiernos progresistas en América Latina es el descuido en la formación
ideológica de la sociedad.
A juicio de uno de los gestores
de la teología de la liberación, no se trata de un fenómeno nuevo ni propio del
continente, pues ya se había dado en la antigua Unión Soviética y en el resto
de Europa del Este.
En una detallada entrevista con
periodistas de Prensa Latina durante su participación en la II Conferencia
Internacional Con todos y para el bien de todos, dedicada a José Martí, Betto
defendió esos criterios a la luz del pensamiento político y antimperialista
martiano.
Hemos avanzado mucho en los
últimos años, se logró elegir jefes de Estado progresistas, conquistar
conexiones continentales importantes como la alianza bolivariana, Celac,
Unasur, pero se cometieron errores.
Según precisó, desde el punto de
vista humano lo más fuerte fue no cuidar la organización popular, el trabajo de
educación ideológico y allí entra en juego José Martí porque él siempre se
preocupó por el trabajo ideológico.
Ahora tenemos que hacernos una
autocrítica fuerte y preguntarnos cómo vamos a rescatar esos gobiernos
progresistas desde el punto de vista de países como Venezuela, Argentina,
Brasil. ¿Cómo evitar en Venezuela y Brasil, por ejemplo, la catástrofe de lo
que acaba de suceder en Argentina?
A una pregunta sobre si
retrocesos de esa naturaleza fueron advertidos en las ideas martianas, Betto
responde positivamente.
Sí. Los retrocesos en una
sociedad desigual significan que hay una permanente lucha de clases. No podemos
engañarnos, pues no se garantiza el apoyo popular a los procesos dando al
pueblo sólo mejores condiciones de vida, porque eso puede originar en la gente
una mentalidad consumista.
En Brasil, ejemplifica, mucha
gente ya está aburrida porque no puede consumir como antes. Yo diría que, con
todos los logros del gobierno del Partido de los Trabajadores con los
presidentes Lula y Dilma, lamentablemente hemos desarrollado una conciencia más
consumista que ciudadana.
¿Cuál es el problema? No se
politizó a la nación, no se hizo un trabajo político, ideológico, de educación,
sobre todo en los jóvenes, y ahora la gente se queja porque ya no puede comprar
carros o pasar vacaciones en el exterior.
Estamos volviendo atrás, sobre
todo, porque no hemos desarrollado una política sostenible; no hemos hecho
reforma estructural, reformas agrarias, tributarias, presidenciales, políticas.
Encauzamos una política buena pero cosmética, o sea, carente de raíz, sin
fundamentos para su sustentabilidad.
Por eso si me preguntan qué va a
pasar en Brasil, yo espero que no pase lo peor, que es el regreso de la derecha
al poder. Ahora depende mucho de Dilma en los próximos dos o tres años.
Pero lamentablemente, por lo pronto,
no hay señal de que va a cambiar la política económica que hace daño a los más
pobres y favorece a los más ricos.
Los periodistas indagan si el
consumismo y la corrupción que denuncia tanto están matando la utopía en
pueblos de nuestra América, como Argentina y otros, y el entrevistado responde
con un sí rotundo.
Sí, porque si la gente no tiene
perspectivas de sentido altruista, solidario, revolucionario, de la vida, se va
hacia el consumismo, y eso afecta toda perspectiva socialista y cristiana, que
es desarrollar en la gente valores solidarios. La solidaridad es el valor mayor
tanto del socialismo como del cristianismo.
En la perspectiva capitalista, al
contrario, sustenta, la competitividad y la seducción de ese modo de producción
es muy fuerte. Toda la presión de los medios de comunicación, publicidad,
películas, telenovelas va dirigida a evitar que la gente quiera cambiar el
mundo.
Según esos postulados, usted
puede cambiar de camisa, de cabello, de anteojos, de carro o de cerveza, pero
jamás cambiar su realidad política.
Betto insiste en que en eso
radica la falla en gobiernos progresistas, no hicimos un trabajo de base, de
formación ideológica de la gente, a pesar de saber que todos nosotros somos
egoístas por naturaleza, desde niños.
La educación para el amor, para
la solidaridad, es un proceso que hay que desarrollar pedagógicamente, y como
eso no se cuidó desde un primer momento, ahora afrontamos las consecuencias,
lamentablemente, particulariza.
Al abordar el proceso de
distopía, es decir, los intentos de presentar la utopía como algo del pasado,
reitera que en los países como Brasil o Venezuela, los gobiernos se equivocaron
al creer que garantizar los bienes materiales equivalía a garantizar
condiciones espirituales, y no es así.
En ese sentido Betto es también
muy agudo en el caso de Cuba al opinar que el gobierno revolucionario, que ha
hecho un trabajo ideológico de educación política con el pueblo, ha sido
demasiado paternalista según su punto de vista.
Explica que la gente ha mirado a
la revolución como una gran vaca que le da leche a cada boca, pero con
eso no se moviliza a la gente para un trabajo más efectivo en la consolidación
ideológica relacionada, por ejemplo, con la producción agrícola e industrial.
También cree, aunque admite poder
equivocarse, que la dependencia de la Unión Soviética llevó a Cuba a acomodarse
un poco, y hoy importa del 60 al 70 por ciento de productos especiales de
consumo y se convirtió prácticamente en una nación que exporta servicios
médicos, educadores, profesionales e importa turistas para conseguir más
divisas.
Tenemos que reflexionar todos
para definir cuál es el camino entre una perspectiva consumista y una
paternalista. Y ahí hay que contar con José Martí, recomienda.
Educación política,
participación, compromiso efectivo con la lucha, adecuación de la teoría y la
práctica, es lo correcto y ahí están los ejemplos de Martí, de Fidel Castro que
han vivido dentro del monstruo, como el caso de Martí, y el de Fidel que
proviene de una familia latifundista y se convirtió en revolucionario.
¿Qué pasó en la conciencia de
José Martí y de Fidel Castro, quienes tenían la oportunidad de hacerse un lugar
en la burguesía pero tuvieron una dirección evangélica para los pobres y
asumieron la causa de la liberación?, se pregunta.
La respuesta es la que va a
indicarnos el camino que vamos a seguir para evitar que el futuro de América
Latina sea de nuevo un lugar de mucha desigualdad, de mucha pobreza, porque
corremos el riesgo de ser de nuevo neocolonia de Estados Unidos y de Europa
Occidental.
Tomando esas últimas afirmaciones
recuerda algo en lo que viene insistiendo desde hace largo tiempo, relacionado
con los cambios de paradigma en las sociedades nuestras.
Ya no son paradigmas altruistas,
solidarios, como el Che, Camilo, Fidel, Raúl. La gente quiere imitar a los
consumistas, sus cantantes, deportistas, porque son las imágenes que el
capitalismo proyecta y los jóvenes quieren una razón de vivir, todos nosotros
la queremos, y es una disputa permanente entre quienes quieren llevar a los
jóvenes a su redil.
Pero no es fácil vivir en un
mundo en el que el neoliberalismo proclama que la utopía está muerta, que la
historia ha terminado, que no hay esperanza ni futuro, que el mundo siempre va
a ser capitalista, que siempre va a haber pobres, miserables, y ricos, y que,
como en la naturaleza, siempre va a haber día y noche y eso no se puede
cambiar.
¿Pero cómo se resuelve un
problema como ese, como en el caso de Argentina, donde hay decenas de partidos
y una división atroz?, preguntamos y responde con una conceptualización
política.
La derecha se une por interés, y
la izquierda por principios, y cuando la izquierda pierde los principios, ahí
está el lío.
Qué izquierda esta, afirma, que
en Brasil admite corrupción, que hace políticas de ajuste fiscal para penalizar
a los pobres y favorecer a los ricos. Entonces, cuando la izquierda viola el
horizonte de los principios y va por los intereses, le hace el juego a la
derecha.
En Brasil hay una frase
definidora: "con esta izquierda no necesitamos tener la derecha porque ya
está". Hay gobiernos progresistas pero con una tremenda corrupción y creen
que se puede movilizar a un pueblo a través de consignas. No es así.
¿Cuál es la salida entonces?,
preguntamos.
La tarea de la izquierda es
movilizarse en la línea de una alta formación política y por ese camino es que
debemos trabajar.
A corto plazo no hay salida, a
corto plazo es que Cuba logre cómo establecer buenas relaciones con Estados
Unidos y administrar bien la suspensión del bloqueo sin tornarse vulnerable a
la seducción capitalista.
Eso es lo que me preocupa cuando
veo a jóvenes irse del país para aprovechar la ley de ajuste porque es señal de
que la gente está corriendo contra el tiempo para tornarse ciudadano de Estados
Unidos porque en el momento en que termine el bloqueo esa ley va abajo. Pero
Cuba tiene que preguntarse por qué jóvenes formados en la revolución quieren
ser ciudadanos de Estados Unidos.
Esa visión suya de un asunto al
que el gobierno cubano presta la máxima atención sirve de entrada para abordar
uno de sus temas preferidos: el quiebre de los sueños.
El peligro que hay aquí, dice, es
que la revolución la ven esos jóvenes como un hecho del pasado y no un desafío
del futuro, y cuando la gente la ve como un hecho del pasado ya mira las cosas
no por sus valores, por su horizonte revolucionario, sino por el consumismo
también: quiero tener esto, lo otro, todas las cosas, y entonces aquí no pueden
ahora, estiman que demora mucho y ven solo a aquellos pocos a quienes las cosas
les han ido bien afuera.
El socialismo, asegura, ha
cometido el error de socializar los bienes materiales, y no socializó
suficientemente los bienes espirituales, porque un pequeño grupo podía tener
sueños de cosas distintas que se podían hacer, y los demás los han tenido que
aceptar.
El capitalismo lo hizo al revés,
socializó los sueños para privatizar los bienes materiales. Miras la telenovela
de O Globo, socializó los sueños, una familia está en la favela pero con el
sueño de que un día será como esa heroína de la novela, yo también voy a llegar
al mundo de los ricos ,y eso es el opio de los pueblos.
Es algo que el capitalismo
descubrió para garantizar los bienes, no para compartirlos ni sacarlos de los
sueños. Todos deben soñar y que cada uno alimente esa esperanza de que un día
podrá ser también rico, un Pelé, una Lady Gaga, un Michael Jackson es su
propuesta.
Y ahí llega el sufrimiento de los
jóvenes que ponen en su vida cuatro cosas: dinero, fama, poder y belleza, y
cuando no alcanzan ninguno de esos parámetros van siempre a los ansiolíticos,
las drogas, viene la frustración de los falsos valores, la cual viene siempre
desde donde hemos puesto nuestra expectativa.
Prensa Latina.