Juan Jované
Recientemente los voceros tradicionales de los grupos dominantes del país,
quienes aseguraron ad nauseam que el actual modelo de crecimiento estaba
totalmente blindado contra la crisis, han venido admitiendo la presencia de
importantes problemas en la economía panameña. No se trata, conviene aclarar,
de una posición referida exclusivamente a la coyuntura, sino también a la
dimensión estructural. No es en vano que un connotado exministro de
Planificación y Política Económica, quien puede considerarse uno de los más
importantes promotores del neoliberalismo, haya aseverado que existen “señales
de agotamiento del modelo”, de manera que “la economía necesita, por tanto, una
redefinición”.
Para comprender el tipo de ajustes que los sectores dominantes pretenden
introducir al modelo existente, podemos referirnos nuevamente a las
declaraciones del exministro. Este propone, como visión básica, profundizar el
aperturismo hacia el exterior, lo cual significa desarrollar nuevos enclaves
que operen dentro de la plataforma de servicios de exportación. Para asegurar
esto plantea el objetivo de “reducir el número de impuestos y simplificar su
administración”. En el plano laboral afirma que “el régimen laboral panameño no
es competitivo”, lo que apunta hacia una nueva reforma al Código de Trabajo,
con el consiguiente deterioro de las condiciones económicas y laborales de los
trabajadores y trabajadoras.
De lo anterior se desprende que estamos frente a la tradicional estrategia
neoliberal conocida como “carrera hacia el fondo”. De acuerdo a esta la
competitividad externa se genera reduciendo impuestos para atraer capital
externo. Esto, necesariamente, limita la posibilidad de las inversiones
sociales guiadas hacia la educación, la salud y la seguridad alimentaria, lo
que es incompatible con el objetivo de elevar la calidad y complejidad de la
fuerza de trabajo. En el plano laboral esta estrategia se guía hacia la llamada
“competitividad espuria”, que permite un incremento de las ganancias sostenida
en una presión negativa sobre los salarios y las condiciones laborales.
Al circunscribir la diversificación a una extensión de la actual economía de
enclave, el ajuste propuesto, además de mantener el carácter inestable y
vulnerable de la inserción externa, introduce un elemento de inviabilidad a la
estrategia propuesta. Esto se evidencia si se toma en cuenta que, tal como lo
ha señalado la CEPAL en su documento “Horizonte 2030: la igualdad en el centro
del desarrollo sostenible”, la economía globalizada se caracteriza ahora por
una significativa desaceleración en la tasa de crecimiento, una menor dinámica
a nivel de las inversiones, así como por una no menos importante reducción de
la tasa de crecimiento del comercio internacional.
Los sectores dominantes, centrados en sus intereses inmediatos que apuntan
hacia la continuidad y profundización del modelo económico concentrante y
excluyente que ha caracterizado a nuestra economía, han perdido todo sentido
histórico y de apego a la realidad objetiva. El país precisa de una estrategia
económica alternativa, la cual constituya la base material para un proyecto de
nación centrado en la autonomía, la eficiencia y eficacia económica, la
justicia social y la sostenibilidad ambiental. Para esto se necesita
construir una fuerza política alternativa que represente los intereses de las
grandes mayorías.