Julio Yao Villalaz
No
es mi intención desgranar las múltiples cualidades que adornan al Dr. Eduardo
Flores Castro, candidato a rector de la Universidad de Panamá (UP). Solo
diremos que es profesor e investigador de altos quilates, ciudadano ejemplar,
de origen y carácter humilde, patriota y, ante todo, persona preocupada por el
futuro de la Casa de Méndez Pereira.
Estoy
seguro de que hará las rectificaciones de los más graves escándalos de la
administración actual y sabrá enderezar el rumbo de la nave universitaria.
Mi
principal aporte al futuro rector será explicar los momentos o etapas cruciales
de la Universidad que han guardado, a mi juicio, estrecha relación con la
historia patria y ensayar de paso algunas notas sobre futuros retos.
Como
ningún otro país, el istmo de Panamá ha tenido un desarrollo moldeado por
fuerzas exógenas. Si bien parecía que habíamos aminorado el impacto del tsunami
que nos está arrastrando desde hace siglos con el desmantelamiento de la Zona
del Canal y la restauración de la soberanía, la ola sigue siendo la misma, solo
que ahora continúa ahogándonos con mayor brutalidad.
La
UP ha jugado un papel importante en el camino hacia una mayor independencia
nacional, pero en las últimas décadas ha sido frenada indirectamente por las
fuerzas invasoras que, desde el 20 de Diciembre de 1989, han cooptado a la
partidocracia, convirtiendo a las élites en su instrumento de ocupación
nacional. Todo lo que ocurrió en la historia de las relaciones con EE.UU. desde
1935 se generó primero o tuvo impacto directo en la UP.
Los
universitarios participaron en 1958/1959 en las manifestaciones de afirmación
soberana en la Zona del Canal (rector Narciso Garay). En el período 1964/1968,
la UP se identificó con la lucha iniciada el 9 de Enero, aprobó la ruptura de
relaciones con EE.UU. y apoyó la lucha estudiantil contra los proyectos de
Tratados Robles-Johnson. Los planteamientos críticos de los estudiantes de
Diplomacia abrieron cauce al Colegio Nacional de Abogados para rechazar los
proyectos de Tratados (rector Bernardo Lombardo).
En
el período 1972/1977, correspondiente a las negociaciones con EE.UU., los
estudiantes estuvieron divididos entre quienes apoyaron al Gobierno torrijista
y quienes se le opusieron (rectores Rómulo Escobar B. y Eligio Salas).
Durante
la desestabilización y la intervención (1988/1989), que algunos llaman ‘crisis
', la invasión del 20 de Diciembre de 1989 y la ocupación militar del país
(1989/1993), la UP fue clausurada y tuvo que autocensurarse (rectores Abdiel
Adames y Carlos Iván Zúñiga). En la etapa del rector Zúñiga se creó el
Instituto del Canal de Panamá y Estudios Internacionales, por iniciativa de los
profesores Julio Yao y Juan Antonio Tack, excanciller de la República.
En
el breve período del rector Julio Vallarino (2000-2003), quien esto escribe fue
invitado a dar dos conferencias: ‘La Enmienda Platt Panameña ', en el paraninfo
universitario, y ‘El Tratado Salas-Becker ', ante el Consejo Académico, el cual
aprobó una Resolución en contra de estos acuerdos inconstitucionales,
violatorios de la soberanía y el derecho internacional. Salvo actos esporádicos
de orden cultural o político, entre 1994 y 2016 (salvando la rectoría de Julio
Vallarino), el período correspondiente a Gustavo García de Paredes (casi veinte
años) no se ha caracterizado por la defensa de la soberanía nacional, pero sí
por el amordazamiento del movimiento estudiantil.
Además
del esfuerzo por sanear la administración, renovar la academia, fortalecer la
investigación y reinstaurar el movimiento estudiantil, el principal reto que
enfrentará el nuevo rector será reconstruir la dignidad y la identidad nacional
(el sentido de Patria) para sacar a Panamá del pozo de inmundicias en que se
encuentra, recuperar el camino de la independencia frente a empresas depredadoras
y la sumisión extranjera, luchar científicamente contra el cambio climático,
alejarnos del Consenso de Washington y proponer un modelo de desarrollo
económico que privilegie el empleo y la justicia social.
Los
universitarios debemos debatir sobre la manera de deshacernos del Tratado de
Neutralidad (nulo de toda nulidad) y de mantener una representación popular en
la junta directiva de la Autoridad del Canal (ACP) para asegurar que el
‘patrimonio de la nación panameña ' redunde en un beneficio mayor y tangible
para el pueblo.
Estas
tareas son responsabilidad de todos los estamentos de la UP y no un deber
exclusivo del rector. Los estudiantes deben organizarse unitariamente bajo una
nueva Unión de Estudiantes Universitarios (UEU) que reconstruya y no siga
destruyendo a la UP y al país que queremos bajo una sola bandera, la bandera de
Panamá.
¡A
la carga, pues, Dr. Eduardo Flores Castro!
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