viernes, 19 de julio de 2013

La muralla de Tijuana

Marco A. Gandásegui, hijo, profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA.

La muralla que separa a los pueblos de México y EEUU es un indicio de la esquizofrenia que se ha apoderado  de la expansión capitalista y la severa crisis de acumulación de riqueza que afecta al país del norte. Nunca antes en la historia humana se construyó una muralla tan larga y costosa para no detener  el flujo de trabajadores. La muralla  china se levantó hace tres milenios para frenar las invasiones militares de los “bárbaros”. La muralla de Berlín se construyó para controlar el ‘dumping’ económico. La muralla que los israelíes extienden por los territorios ocupados de Palestina es para destruir la resistencia del pueblo árabe.
La doble muralla que EEUU construye desde el Pacífico al Caribe – 3 mil kilómetros- es para  demostrarle a su vecino del sur su enorme poderío. Sin embargo, es penetrada diariamente por miles de trabajadores que son acogidos por empresarios hambrientos de mano de obra barata. Es un juego doble que todos aceptan a pesar de las muchas victimas que genera todos los días. Niños, mujeres y hombres, viejos y jóvenes, se arriesgan para hacer la travesía. El objetivo es conseguir un empleo que les permita retornar con ahorros a sus pueblos de origen.

Es la naturaleza del sistema. La relación económica entre México y EEUU (igual Centroamérica) desintegra comunidades agrarias y familias campesinas a un paso desenfrenado. Los jóvenes de las áreas rurales tienen tres opciones: buscar empleo en las ciudades, buscar tierra en áreas más pobres o migrar al ‘norte’. Las ciudades, sin embargo, están saturadas de jóvenes explotados por una red perversa que controla el crimen organizado. Por otro lado, la ‘frontera agrícola’ se agotó. Queda la última opción: migrar al ‘norte’ donde aún hay una fuerte demanda para cosechadores, empacadores y trabajadores precarios, en general.

El viaje tiene muchos obstáculos que se inician al emprender el camino, donde abundan los asaltantes y ‘coimeros’ tanto oficiales como particulares. Continúa con el cruce de la muralla que tiene un alto costo económico y el peligro de ser arrestado o cazado como animal. La parte más difícil es conseguir el anhelado empleo que, en sí, es un infierno como consecuencia de los abusos. La pregunta que se hacen los observadores es porque este juego no termina y se elimina la muralla, para que las “leyes de la demanda y la oferta” de mano de obra se apliquen en el caso de los trabajadores mexicanos y los empresarios norteamericanos. Muchos sospechan que la respuesta puede radicar en dos posibilidades que se combinan. En primer lugar, no existen las llamadas leyes que rigen la demanda y la oferta en los mercados controlados por los monopolios. Una segunda explicación puede ser que la política interna de EEUU necesita este conflicto permanente en la frontera con México para legitimar la violencia de Estado.

Hasta aquí algo de historia y mucha teoría. Hace pocas semanas, visité la muralla mientras participaba en un conferencia en Tijuana, ciudad legendaria en el folklore norteamericano y conocida en América Latina gracias a la industria fílmica (y recientemente al éxito del equipo local de fútbol profesional). Me acerqué a la muralla con bastante prudencia, para percatarme que en realidad eran dos. La primera es de hierro de 2 metros y medio de altura (construida en 1994). La otra de alambrado de 3 metros de altura con censores  de calor, cámaras y casetas. Además, con patrullas y helicópteros observando los movimientos de las personas. Su construcción se inició hace pocos años y todavía hay sectores en que se sigue avanzando.

Salir de México y entrar en EEUU es tedioso y difícil  para el mexicano común y corriente, aunque tenga sus papeles en orden. Todos van a trabajar a las fábricas cercanas, pueden ser empleados domésticos o trabajadores manuales en las haciendas del otro lado de la frontera. En cambio, para el norteamericano, cruzar la frontera es una especie de paseo a la ‘tierra prohibida’. Entran a México sin documentos, como turistas y hacen lo que no puede hacer en su propio país: los adolescentes se emborrachan, las mujeres buscan prostitutos  y todos compran drogas.

La experiencia en Tijuana me recordó la cerca que separaba a la ciudad de Panamá (y también a Colón) de la Zona del Canal. La ignominiosa barrera desapareció en octubre de 1979, después de los Tratados del Canal Torrijos-Carter. Fue construida también como producto de la soberbia  de EEUU. A los norteamericanos les molestaba ver a los niños panameños recoger mangos de sus prados bien cortados. Tampoco les gustaba ver a los panameños caminado por sus comunidades. Lo que más les causaba molestia era ver las caras de los jóvenes estudiantes que protestaban contra su presencia indeseada. No entendían porqué los estudiantes llevaban carteles que decían en perfecto ingles: ‘Yankee go home’.

La muralla  de Tijuana también desaparecerá, al igual que cayó la de Berlín y se vendrá abajo la israelí. No serán los gobiernos de EEUU o México que darán la orden. Sólo podrá acabar con la muralla el pueblo mexicano. Será mucho más temprano que tarde si se suma a ese movimiento liberador el pueblo norteamericano.


18 de julio de 2013.

domingo, 14 de julio de 2013

La ubicua inflación y sus efectos sociales.

Las más recientes estadísticas sobre la evolución de los precios al consumidor muestran que, pese a los planteamientos de quienes hoy gobiernan el país, la inflación sigue siendo un fenómeno presente y significativo de la realidad nacional. De acuerdo con los registros del Inec (Instituto Nacional de Estadísticas y Censo), la tasa de crecimiento de los precios al consumidor urbano se elevó entre mayo del año pasado y el mismo mes de este año en un 3.7%.   Esta cifra, conviene aclarar dadas las posiciones expresadas por las autoridades, no constituye un indicador de baja inflación, dado que se encuentra un poco por sobre lo que constituye la tasa promedio anual de crecimiento del índice de precios al consumidor urbano para el periodo 2003 – 2012, la que alcanzó un nivel de 3.5%.
 
Donde, sin embargo, se observan los efectos sociales más negativos del actual proceso inflacionario es en su estructura por división y agrupación de bienes y servicios. Teniendo la Ley de Engel, de acuerdo con la cual la porción del ingreso gastado en alimentos tiene una relación inversa con el nivel del ingreso por persona, así como la aplicación del criterio de Orshansky a Panamá, que destaca que en el contorno de la línea de la pobreza los hogares gastan alrededor de la mitad de sus ingresos en alimentos, se debe concluir que la inflación observada en Panamá afecta especialmente a los sectores más vulnerables de la sociedad. En efecto, si bien es cierto que la tasa de inflación interanual se ubica, tal como se señaló, en 3.7% para el conjunto de los bienes y servicios que hacen parte del índice de precios al consumidor urbano, también lo es que esta tasa se ubica en 5.3% para el conjunto que agrupa a los alimentos. Algo semejante se concluye si tenemos en cuenta que entre marzo de 2012 y marzo de este año, el costo de la canasta básica alimenticia del Ministerio de Economía y Finanzas se elevó en 4.5%.
 
Si, por otra parte, se tiene en cuenta que la inflación impacta más duramente a quienes tienen menos ingresos y, sobre todo, a los desempleados, también se puede concluir que los procesos de elevación de precios afectan de manera especial a los más jóvenes. Esto se evidencia si se tiene en cuenta que mientras que la tasa nacional de desocupación fue calculada en agosto de 2012 en 4.0% de la población económicamente activa, la observada en los trabajadores de 24 años o menos fue de 10.3% en relación con el conjunto del país, así como de 12.6% para las áreas urbanas. A esto se debe agregar que las mujeres jóvenes presentan la situación más difícil habida cuenta de una tasa de desempleo juvenil de 13.3% para el conjunto del país y de 15.4% para las áreas urbanas.
 
Un elemento adicional que muestran las estadísticas recientes es que la inflación también contiene componentes que afectan a los sectores medio del país. Efectivamente, algunos rubros que afectan especialmente a estos sectores mostraron a mayo un significativo aumento anual de precios: alquileres (5.5%); gastos en salud (5.3%); servicios educativos (6.8%); artículos para el mantenimiento del hogar (5.2%.
 
Nuevamente en contradicción con los planteamientos gubernamentales, también es posible demostrar que la inflación observada a nivel nacional se explica en buena medida por la presencia de factores especulativos, que operan gracias al alto nivel de concentración oligopólica observada en algunos sectores de la economía. Esto es especialmente cierto para el caso de los alimentos .
 
En primer lugar, si se tiene en cuenta que entre mayo del año pasado y mayo de este año el índice de precios de los alimentos de la FAO se elevó en 4.4%, mientras que en Panamá este componente del IPC lo hizo en 5.3%, queda claro que una buena parte de la inflación local no tiene un origen externo. En segundo lugar, las recientes estadísticas provenientes del reciente Censo Económico, muestran un alto grado de control oligopólico en la comercialización de alimentos. Es así, por ejemplo, que los establecimientos dedicados a la venta de alimentos al por menor, muestran un margen de ingresos por sus ventas que resultan ser entre el 204% y el 208% por encima del valor de sus compras y gastos, incluyendo las remuneraciones.
 
Estamos, sin duda alguna, frente a poderes monopólicos, que han venido utilizando su privilegiada posición económica y política para imponerle una pesada carga inflacionaria al conjunto de la población y en especial a sus sectores más vulnerables. Urge enfrentar esta frenética especulación.

jueves, 4 de julio de 2013

El gran canal de Nicaragua.

Marco A. Gandásegui, (hijo)
 
Panamá ha estado rodeado siempre de grandes proyectos. A principios del siglo XIX fuimos atraídos por el proyecto de la Gran Colombia del libertador Simón Bolívar. A fines del mismo siglo - en medio de los proyectos para partir el Istmo - surgió en Centro América la iniciativa de construir el Gran Canal de Nicaragua. Por razones diversas, aunque dentro de la lógica de la expansión del capitalismo industrial, ambos proyectos colapsaron. Panamá siguió su camino, con todas las contradicciones propias de un país subordinado a la acumulación capitalista: Se separó de la pequeña Colombia y pactó con EEUU para construir el Canal interoceánico a principios del siglo XX. Este último siglo para los panameños fue uno de luchas y sacrificios para finalmente recuperar su soberanía, también su posición geográfica, expulsar las bases militares norteamericanas y amaneció administrando el Canal el primer día del siglo XXI.

La patria de Sandino nunca dejó de soñar con su proyecto del Gran Canal de Nicaragua. Ha pasado más de un siglo y, en la actualidad, el presidente Daniel Ortega logró que se aprobara en el Congreso de su país una propuesta para construir una vía acuática. Según se informa, la construcción de la mega-obra tendría un costo de 40 mil millones de dólares y podría realizarse en un plazo de seis años.

El ambicioso proyecto tiene sus ribetes geo-políticos de envergadura que podrían transformar las estructuras sociales de la región centroamericana y ser una señal que apunte hacia los cambios que se avecina en el futuro de las relaciones hegemónicas a escala global. Los panameños debemos ser los primeros en darle la bienvenida al proyecto nica que impulsaría el tráfico marítimo mundial.

El proyecto del Canal nica descansa sobre una proyección especulativa: El crecimiento del comercio mundial en el siglo XXI. Iguales especulaciones hicieron los capitalistas hace más de cien años – con enormes ganancias - sobre el crecimiento del comercio marítimo para construir los canales de Panamá y Suez. En el caso del Gran Canal de Nicaragua, lo interesante es que no es el capital de EEUU o francés, inglés, ni alemán que pretende hacer la inversión. Se trata de una empresa china, establecida recién en 2012 en Hong Kong y que ya cuenta con un registro en la Isla del Gran Caimán (en el Caribe). La persona que aparece al frente de la empresaHong Kong Nicaragua Canal Development Investment Co. Ltd. (Grupo HKND) esWang Jing, un joven mandarín con oficinas en Pekín y aparentemente de una familia ligada a los estamentos militares de China.

En la actualidad, otra empresa de Hong Kong con registro en Londres (Gran Bretaña), la Hutchison Whampoa Ltd., es propietaria de Panamá Ports, que maneja los dos puertos más grandes de América latina en las entradas del Canal de Panamá: Cristóbal y Balboa. Cada uno de los puertos de Balboa y Colón, que manejaron en conjunto en 2012 cerca de 7.7 millones contenedores (TEU), superó a la competencia en la región incluyendo a Santos y Buenos Aires.

Según un vocero del grupo HKND, el boliviano Ronald MacLean-Abaroa, “el proyecto se puede desarrollar en estos momentos gracias al descubrimiento de gas y petróleo en EEUU”. El vocero de la HKND asegura que en el futuro se necesitará una vía acuática en Centro América que complemente al Canal de Panamá para facilitar el paso de estos minerales a China. Es decir, China se convertirá en el principal comprador de las exportaciones petroleras de EEUU. En la actualidad, China adquiere casi la mitad de la producción del petróleo que exporta el Medio Oriente. Además, es el principal comprador de maíz, soya y trigo que produce EEUU (y Sur América).  Esta producción es embarcada en el río Misisipi y sale al Pacífico transitando por el Canal de Panamá.

Según Wang su empresa no depende del gobierno chino. Lo mismo pueden decir Microsoft, General Motors o Boeing y otras mega-empresas sobre su relación con el gobierno protector de EEUU. Construir el Gran Canal de Nicaragua necesitará mucho más que la sagacidad financiera de un ‘barón’ de las empresas. (¡Qué lo digan JP Morgan y Mark Hanna especuladores que competían por el apoyo de Washington hace más de cien años cuando se debatía sobre la construcción del canal por Centro América!). El apoyo de Pekín para este proyecto es crucial. Más aún, en esta fase, el beneplácito de Washington también es una pieza fundamental.

Según Oscar-René Vargas, “oficialmente, China no es socio participante directo en la posible construcción de un canal interoceánico por Nicaragua, pero obtendría enormes beneficios. (Muchos) opinan (que detrás de) la concesión para construir el canal hay una estrategia geopolítica china”. Vargas quien es un simpatizante del FLSN desde hace 5 décadas, concluye que para China “disponer del dominio sobre una vía interoceánica en el ‘patio trasero’ de su mayor competidor comercial, convierte los 40 mil millones de dólares en una bicoca”.

La incógnita verdadera está en cómo el pueblo nicaragüense se organizará para convertir una inversión de esta magnitud en un trampolín para alcanzar sus objetivos de construir una sociedad con justicia social.