domingo, 14 de julio de 2013

La ubicua inflación y sus efectos sociales.

Las más recientes estadísticas sobre la evolución de los precios al consumidor muestran que, pese a los planteamientos de quienes hoy gobiernan el país, la inflación sigue siendo un fenómeno presente y significativo de la realidad nacional. De acuerdo con los registros del Inec (Instituto Nacional de Estadísticas y Censo), la tasa de crecimiento de los precios al consumidor urbano se elevó entre mayo del año pasado y el mismo mes de este año en un 3.7%.   Esta cifra, conviene aclarar dadas las posiciones expresadas por las autoridades, no constituye un indicador de baja inflación, dado que se encuentra un poco por sobre lo que constituye la tasa promedio anual de crecimiento del índice de precios al consumidor urbano para el periodo 2003 – 2012, la que alcanzó un nivel de 3.5%.
 
Donde, sin embargo, se observan los efectos sociales más negativos del actual proceso inflacionario es en su estructura por división y agrupación de bienes y servicios. Teniendo la Ley de Engel, de acuerdo con la cual la porción del ingreso gastado en alimentos tiene una relación inversa con el nivel del ingreso por persona, así como la aplicación del criterio de Orshansky a Panamá, que destaca que en el contorno de la línea de la pobreza los hogares gastan alrededor de la mitad de sus ingresos en alimentos, se debe concluir que la inflación observada en Panamá afecta especialmente a los sectores más vulnerables de la sociedad. En efecto, si bien es cierto que la tasa de inflación interanual se ubica, tal como se señaló, en 3.7% para el conjunto de los bienes y servicios que hacen parte del índice de precios al consumidor urbano, también lo es que esta tasa se ubica en 5.3% para el conjunto que agrupa a los alimentos. Algo semejante se concluye si tenemos en cuenta que entre marzo de 2012 y marzo de este año, el costo de la canasta básica alimenticia del Ministerio de Economía y Finanzas se elevó en 4.5%.
 
Si, por otra parte, se tiene en cuenta que la inflación impacta más duramente a quienes tienen menos ingresos y, sobre todo, a los desempleados, también se puede concluir que los procesos de elevación de precios afectan de manera especial a los más jóvenes. Esto se evidencia si se tiene en cuenta que mientras que la tasa nacional de desocupación fue calculada en agosto de 2012 en 4.0% de la población económicamente activa, la observada en los trabajadores de 24 años o menos fue de 10.3% en relación con el conjunto del país, así como de 12.6% para las áreas urbanas. A esto se debe agregar que las mujeres jóvenes presentan la situación más difícil habida cuenta de una tasa de desempleo juvenil de 13.3% para el conjunto del país y de 15.4% para las áreas urbanas.
 
Un elemento adicional que muestran las estadísticas recientes es que la inflación también contiene componentes que afectan a los sectores medio del país. Efectivamente, algunos rubros que afectan especialmente a estos sectores mostraron a mayo un significativo aumento anual de precios: alquileres (5.5%); gastos en salud (5.3%); servicios educativos (6.8%); artículos para el mantenimiento del hogar (5.2%.
 
Nuevamente en contradicción con los planteamientos gubernamentales, también es posible demostrar que la inflación observada a nivel nacional se explica en buena medida por la presencia de factores especulativos, que operan gracias al alto nivel de concentración oligopólica observada en algunos sectores de la economía. Esto es especialmente cierto para el caso de los alimentos .
 
En primer lugar, si se tiene en cuenta que entre mayo del año pasado y mayo de este año el índice de precios de los alimentos de la FAO se elevó en 4.4%, mientras que en Panamá este componente del IPC lo hizo en 5.3%, queda claro que una buena parte de la inflación local no tiene un origen externo. En segundo lugar, las recientes estadísticas provenientes del reciente Censo Económico, muestran un alto grado de control oligopólico en la comercialización de alimentos. Es así, por ejemplo, que los establecimientos dedicados a la venta de alimentos al por menor, muestran un margen de ingresos por sus ventas que resultan ser entre el 204% y el 208% por encima del valor de sus compras y gastos, incluyendo las remuneraciones.
 
Estamos, sin duda alguna, frente a poderes monopólicos, que han venido utilizando su privilegiada posición económica y política para imponerle una pesada carga inflacionaria al conjunto de la población y en especial a sus sectores más vulnerables. Urge enfrentar esta frenética especulación.

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