Las más recientes estadísticas sobre la
evolución de los precios al consumidor muestran que, pese a los planteamientos
de quienes hoy gobiernan el país, la inflación sigue siendo un fenómeno presente
y significativo de la realidad nacional. De acuerdo con los registros del Inec
(Instituto Nacional de Estadísticas y Censo), la tasa de crecimiento de los
precios al consumidor urbano se elevó entre mayo del año pasado y el mismo mes
de este año en un 3.7%. Esta cifra, conviene aclarar dadas las posiciones
expresadas por las autoridades, no constituye un indicador de baja inflación,
dado que se encuentra un poco por sobre lo que constituye la tasa promedio
anual de crecimiento del índice de precios al consumidor urbano para el periodo
2003 – 2012, la que alcanzó un nivel de 3.5%.
Donde, sin embargo, se observan los efectos sociales más
negativos del actual proceso inflacionario es en su estructura por división y
agrupación de bienes y servicios. Teniendo la Ley de Engel, de acuerdo con la
cual la porción del ingreso gastado en alimentos tiene una relación inversa con
el nivel del ingreso por persona, así como la aplicación del criterio de
Orshansky a Panamá, que destaca que en el contorno de la línea de la pobreza
los hogares gastan alrededor de la mitad de sus ingresos en alimentos, se debe
concluir que la inflación observada en Panamá afecta especialmente a los
sectores más vulnerables de la sociedad. En efecto, si bien es cierto que la
tasa de inflación interanual se ubica, tal como se señaló, en 3.7% para el
conjunto de los bienes y servicios que hacen parte del índice de precios al
consumidor urbano, también lo es que esta tasa se ubica en 5.3% para el
conjunto que agrupa a los alimentos. Algo semejante se concluye si tenemos en
cuenta que entre marzo de 2012 y marzo de este año, el costo de la canasta
básica alimenticia del Ministerio de Economía y Finanzas se elevó en 4.5%.
Si, por otra parte, se tiene en cuenta que la
inflación impacta más duramente a quienes tienen menos ingresos y, sobre todo,
a los desempleados, también se puede concluir que los procesos de elevación de
precios afectan de manera especial a los más jóvenes. Esto se evidencia si se
tiene en cuenta que mientras que la tasa nacional de desocupación fue calculada
en agosto de 2012 en 4.0% de la población económicamente activa, la observada
en los trabajadores de 24 años o menos fue de 10.3% en relación con el conjunto
del país, así como de 12.6% para las áreas urbanas. A esto se debe agregar que
las mujeres jóvenes presentan la situación más difícil habida cuenta de una
tasa de desempleo juvenil de 13.3% para el conjunto del país y de 15.4% para
las áreas urbanas.
Un elemento adicional que muestran las
estadísticas recientes es que la inflación también contiene componentes que
afectan a los sectores medio del país. Efectivamente, algunos rubros que
afectan especialmente a estos sectores mostraron a mayo un significativo
aumento anual de precios: alquileres (5.5%); gastos en salud (5.3%); servicios
educativos (6.8%); artículos para el mantenimiento del hogar (5.2%.
Nuevamente en contradicción con los
planteamientos gubernamentales, también es posible demostrar que la inflación
observada a nivel nacional se explica en buena medida por la presencia de
factores especulativos, que operan gracias al alto nivel de concentración
oligopólica observada en algunos sectores de la economía. Esto es especialmente
cierto para el caso de los alimentos
.
En primer lugar, si se tiene en cuenta que entre mayo del
año pasado y mayo de este año el índice de precios de los alimentos de la FAO
se elevó en 4.4%, mientras que en Panamá este componente del IPC lo hizo en
5.3%, queda claro que una buena parte de la inflación local no tiene un origen
externo. En segundo lugar, las recientes estadísticas provenientes del reciente
Censo Económico, muestran un alto grado de control oligopólico en la
comercialización de alimentos. Es así, por ejemplo, que los establecimientos
dedicados a la venta de alimentos al por menor, muestran un margen de ingresos
por sus ventas que resultan ser entre el 204% y el 208% por encima del valor de
sus compras y gastos, incluyendo las remuneraciones.
Estamos, sin duda alguna, frente a poderes
monopólicos, que han venido utilizando su privilegiada posición económica y
política para imponerle una pesada carga inflacionaria al conjunto de la
población y en especial a sus sectores más vulnerables. Urge enfrentar esta frenética especulación.
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