lunes, 30 de septiembre de 2013

La teoría de la sumisión a la conquista.

Por: Federico Meléndez Valdelamar

La historia descriptiva, esa que privilegia la mayoría de los historiadores, glorifica a Vasco Núñez de Balboa (1475-1519) atribuyéndole el rango de descubridor del mar del Sur, descripción  que despierta algunos asomos de inquietud y malestar en aquellos panameños que se resisten a ponderar un hecho donde prevaleció la codicia y los apetitos insaciables por el despojo del oro y otros minerales preciosos a nuestros pueblos originarios.

Sobre Balboa, un perfecto desconocido en la península ibérica, reposan pocos referentes de su infancia y procedencia familiar. No obstante, pese a sus limitaciones cognitivas, Balboa, motivado por las faenas exitosas de Cristóbal Colón, acumuló mucha experiencia a partir de su primer viaje con Rodrigo de Bastidas en 1501.

Luego de vencer a Cémaco y tras lograr un valioso botín, en septiembre de 1510, conforme al voto efectuado, los españoles fundan la población de Santa María de La Antigua del Darién. El éxito de la batalla contra el cacique, dio a Balboa prestigio  creciente sobre sus compañeros, lo que iba en detrimento de la autoridad del Bachiller Enciso, quien se desempeñaba como Alcalde Mayor de Nueva Andalucía.

En tierra firme, Balboa se vio envuelto en varias escaramuzas por el poder y dominio de las tierras descubiertas lo que devino en su decapitación en enero de 1519 “acusado de traidor y usurpador de los territorios de la corona”.

Aún cuando a Balboa se le procura ubicar como un personaje menos agresivo,  su agenda no dista  de los apetitos voraces de los demás conquistadores, mismos que seguían a pie juntillas las disposiciones de la corona española la cual era el dominio, pillaje y  saqueo a costa de lo que fuera de los nuevos territorios avistados.

“En los primeros 150 años de conquista, 17 mil toneladas de Plata y unas 200 toneladas de Oro arribaron a España y potenciaron el incipiente desarrollo comercial y manufacturero, que abrió las puertas a la Revolución Industrial y al desarrollo capitalista de Europa”, sostiene Bernardo Veksler, investigador argentino.

En menos de una década, los españoles exploraron casi todas las islas del Caribe, especialmente Cuba, Jamaica; Puerto Rico y La Española. En 1513 Balboa avistó el Pacífico. De 1520-30 se inició la conquista de México y Centroamérica. Y en la siguiente, le tocó a Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile. (Vitali,  1998).

“Un siglo después de la llegada de Cristóbal Colón al mar Caribe, de los más de 70 millones de indígenas, sólo quedaban tres millones y medio”.

A sabiendas de esta radiografía, que marcó un antes y un después en la historia de la América mestiza, en Panamá los “teóricos de la sumisión al invasor” destacan al conquistador Balboa en Avenidas, estatuas y monedas, ignorando las luchas legitimas de Cémaco, Bayano y Kibian que en su instinto natural ubicaron con pertinencia los objetivos de dominación que animaba a los conquistadores europeos. Seria honorable ponderar y  reconocer en la fecha de celebración de los 500 años de este encontronazo de dos culturas el coraje de nuestros pueblos originarios por la defensa de  su dignidad.

Cordiales Saludos Torrijistas
Movimiento de Bases Torrijistas [MOBAT]

Coordinación Nacional

RECHAZAMOS LA RETÓRICA AGRESIVA DE MARTINELLI CONTRA NICARAGUA

Movimiento Popular Unificado
  
El Movimiento Popular Unificado rechaza de manera contundente las declaraciones agresivas del presidente panameño, Ricardo Martinelli, en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) contra Nicaragua a propósito del reciente fallo de la Corte Internacional de La Haya respecto a los límites marítimos entre Colombia y la hermana república centroamericana. En este asunto, Martinelli no tiene razón ni en la forma ni en el fondo, y ha actuado en función de los intereses del gobierno colombiano que pretende desconocer el fallo del tribunal.

No es cierto que el fallo del Tribunal Internacional afecte intereses panameños, pues se trata de delimitar la frontera marítima entre Nicaragua y Colombia. En todo caso, si hubiera alguna duda, lo que a Panamá le corresponde hacer es asignar sus abogados ante el tribunal de La Haya para que nuestros límites marítimos, que antes lo eran con Colombia, sigan siendo los mismos con Nicaragua. Tal cual ha reconocido el canciller nicaragüense, Samuel Santos, quien se reunió en la ONU con el canciller panameño, Núñez Fábrega: "Nuestra solicitud no afecta a Panamá. No vamos a afectar a terceros países. En caso de que haya un traslape, buscaremos una fórmula de entendimiento con Panamá" (La Prensa,  26/9/13).

Previamente, el representante de Nicaragua ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en La Haya, Holanda, Carlos Argüello,  había dicho que la nueva demanda interpuesta contra Colombia para la delimitación marítima más allá de las 200 millas náuticas, no es más que la continuidad del juicio del cual la Corte ya falló en noviembre del 2012. Arguello recordó que en el fallo anterior la Corte destacó que no tenía elementos suficientes para determinar la plataforma continental de Nicaragua más allá de las 200 millas náuticas: "Lo que estamos discutiendo ahorita con esta nueva demanda es lo que la Corte no definió, (lo que) no quedó claro en ese primer punto". Manifestó que Colombia conoce claramente esta aspiración de Nicaragua, ya que fue algo que el país había solicitado a La Haya en el juicio anterior. Señaló que incluso Costa Rica, Honduras y Jamaica sabían de esta solicitud. En relación a los planteamientos de Costa Rica, Panamá y Jamaica de que esta nueva demanda les está afectando sus derechos en el Caribe, el embajador nicaragüense sostuvo que estos países no deben preocuparse ya que lo que se va a ventilar en el juicio son los derechos de Nicaragua en correspondencia a los de Colombia: "La Corte no puede afectar derechos de estados que no son parte del juicio. Nicaragua no está pidiendo que delimite con Jamaica o que delimite la plataforma con Panamá o con Costa Rica, está pidiendo que delimite con Colombia. La Corte únicamente puede fallar eso", explicó

Con la irresponsabilidad y el desparpajo que le caracteriza en política internacional, donde nuestra cancillería se ha sometido de manera rastrera a intereses imperialistas, Martinelli a la par que su canciller se reunía con el nicaragüense y obtenía el compromiso expresado, despotricaba contra Nicaragua en su discurso ante la Asamblea General de la ONU.  Martinelli ha afirmado en los medios de comunicación falacias como que Nicaragua se va "a coger" las aguas hasta Colón. Con el mismo cinismo que le caracteriza, también ha reconocido (Telemetro 11/9/13) que esta condena a Nicaragua fue una idea que le mandó el presidente colombiano Juan M. Santos y dio a entender que podría ser una condición para firmar el TLC con Colombia para que las exportaciones de la Zona Libre de Colón puedan entrar a ese país sin castigos aduaneros.

Las demandas de Nicaragua a más de no afectar a Panamá, son plenamente legítimas (basta ver un mapa de límites para darse cuenta de ello). Nicaragua ha procedido de manera correcta, apelando al Tribunal Internacional para decida en base a derecho, el cual ha emitido una resolución en que reconoce parte de la demanda nicaragüense, pero no todo, pues también ha reconocido a Colombia su soberanía histórica sobre San Andrés, providencia y Santa Catalina. En ese proceder no hay el tal "expansionismo nicaragüense" al que falsamente aluden Juan M. Santos, Ricardo Martinelli y Laura Chinchilla. Ni tampoco existe un problema "ideológico" pues toda la sociedad nicaragüense respalda esas reclamaciones, inclusive la oposición al gobierno de Daniel Ortega.

Instamos al gobierno panameño a no prestarse para el juego reeleccionista del presidente colombiano. La única política exterior correcta entre nuestros pueblos es la que nos legó El Libertador, Simón Bolívar: la unidad hispanoamericana, el camino de la integración económica, social y política, la solidaridad entre nuestros pueblos y dirimir de manera pacífica y negociada los diferendos que pudieran existir.

Coordinación Nacional del MPU

Panamá, 27 de septiembre de 2013.

viernes, 27 de septiembre de 2013

El Pacífico y el V centenario del Mar del Sur.

España está realizando un congreso internacional sobre el El Pacífico, 1513-2013: De la Mar del Sur a la construcción de un nuevo escenario oceánico, producto del trabajo de tres instituciones americanistas de Sevilla. Por un lado, la Universidad de Sevilla. Por el otro, la Escuela de Estudios Hispano-Americanos y, por último, el Archivo General de Indias. El Congreso se enmarca en la fecha en que el conquistador español, Vasco Núñez de Balboa, el 25 de septiembre de 1513, hace 500 años, atravesó el istmo del Darién y avistó el océano Pacífico.

Es una fecha que sin duda deben recordar los españoles por el significado que tuvo en el proceso mediante el cual sus gobernantes construyeron el primer imperio con características verdaderamente globales. Sometieron a todos los pueblos del continente americano en menos de 50 años, extendieron sus rutas comerciales por Asia y dominaron a Europa sobre la base de su riqueza y poderío militar.

En los siglos siguientes, otros imperios aparecieron y desplazaron a la vieja España decadente. La conquista española de América fue una de las experiencias más violentas conocidas en la historia. Quizás sólo comparable a eventos anteriores como las conquistas de Alejandro, César y Gengis Khan. Las aventuras españolas, sin embargo, palidecen al lado de la barbarie desatada por la expansión imperialista de Gran Bretaña en el siglo XIX, EEUU en el siglo XX o Alemania sobre los pueblos eslavos de la parte oriental de Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Muchos pueblos celebran sus conquistas y descansan sobre sus laureles.

En esta fiesta académica de España, empero, hay una diferencia. En Sevilla no están recordando a Balboa, ni la conquista genocida de un continente. Al contrario, los españoles han puesto su mirada sobre el océano Pacífico. ¿Qué ofrecerá el Pacífico que tanto interés ha despertado en Sevilla? La respuesta es obvia: el futuro, en esa enorme cuenca oceánica descansa el potencial del siglo XXI.

En Panamá, los gobernantes y muchos otros sectores han hecho exactamente lo contrario. Con motivo de esta fecha que marca el V Centenario de la travesía de Balboa por los bosques del Darién, sus pensadores miran hacia el pasado en busca de algún rastro que pueda legitimar sus políticas de despojo en pleno siglo XXI. En vez de mirar hacia el futuro, en busca de oportunidades para promover el desarrollo del país, se remontan al mito ya decadente de Balboa y sus aventuras en el Darién. Comencemos por afirmar que Balboa no era panameño, no tenía relación con Panamá y que la historia que lo vincula con el país fue una creación de los pensadores e ideólogos liberales/conservadores de principios del siglo XX. Es decir, 4 siglos después de su paso por estas tierras.

El teatro de operaciones de Balboa tenía como base Acla y Santa María la Antigua, territorios que hoy son parte de la República de Colombia. Cuando cruzó el istmo en 1513 todavía no se había fundada la ciudad de Panamá, que le daría el nombre a la República fundada en 1903. La ciudad fue fundada en 1519 por Pedrarias Dávila, quien había enjuiciado y decapitado a Balboa el año anterior. Cuando se fundó la República en 1903 se buscó un “héroe nacional” y se seleccionó a Balboa por considerar que su figura representaba abnegación y sufrimiento. Una especie de mártir. Menos de dos décadas después, el gran educador Octavio Méndez Pereira escribió una novela con Balboa de personaje principal.

La novela, que presenta a un Balboa ‘hollywoodense”, se incorporó a la historia oficial de Panamá. Por eso el gobierno panameño enfoca su atención en este V Centenario en la proeza – sanguinaria por cierto – de Balboa. Para la clase gobernante – partidos oficialistas y de oposición – no hay pasado y menos hay futuro. Hay un presente que fija su atención en como saquear el país de todas sus riquezas. A diferencia de España, celebramos las ficciones de aquel Balboa ‘bondadoso’ y ‘donjuanesco’ que nunca existió. El Ministerio de Educación, que desconoce la historia verdadera de Balboa (y del país, en general), ha propuesto una ley para convertir la estatua de Balboa en la ciudad de Panamá en Monumento Histórico Nacional. La estatua que los gobernantes panameños le pidieron al rey de España en 1913 fue inaugurada en 1924.

Contrasta la actitud del gobierno actual, que promueve esta legislación, con la destrucción del centro histórico de la ciudad de Panamá que será excluida por la UNESCO de la lista de Patrimonios Históricos de la Humanidad. Igualmente, contrasta con la política de acabar con los parques nacionales en ambas costas del país. Tenemos que mirar hacia el futuro y definir la estrategia que necesitamos para alcanzar las metas del país.

La Universidad de Panamá organizó en agosto del presente año un encuentro sobre El Mar del Sur 500 años después: Una visión interdisciplinaria, para recordar el V Centenario pero olvidándose del océano Pacífico. En aquella oportunidad, señalamos que tenemos que “prepararnos para los próximos 500 años y la conquista del Pacífico, su potencial, enorme energía y la promoción de alianzas de amistad con los pueblos de la gran cuenca”. 26 de septiembre de 2013.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Política exterior panameña al servicio del gobierno colombiano.

Por Olmedo Beluche

El afán del gobierno panameño para ponerse al servicio de los intereses más reaccionarios e imperialistas del mundo no tiene límites. Desde 2009, cuando asumió el poder Ricardo Martinelli se han sucedido tomas de postura, declaraciones y ridículas metidas de pata sin cesar. Ahora resulta que Panamá, por orientación del presidente colombiano Juan M. Santos, se inmiscuye en un diferendo que acaba de resolver un fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya que ha delimitado las fronteras marítimas entre Nicaragua y Colombia.

Martinelli pretende servir de punta de lanza a la política colombiana que no quiere reconocer el fallo del tribunal internacional emitido a fines de 2012.  En una entrevista televisiva (Telemetro 11/9/13), Martinelli alega haber conversado con Santos "con referencia a unas extensiones, unas pretensiones de extensiones territoriales que tenía el gobierno nicaragüense que desafortunadamente además de incluir a Colombia y Costa Rica, incluían a Panamá".

En ese mismo programa, Martinelli, dejó entrever que su postura frente al asunto de los nuevos límites marítimos de Nicaragua establecidos por La Haya, tiene relación con la firma del Tratado de Libre Comercio entre Panamá y Colombia, que busca beneficiar a los exportadores de zapatos y textiles de Zona Libre de Colón castigados con una tarifa proteccionista colombiana. Martinelli dio a entender que Santos condicionó la firma del TLC a la firma de "una carta de protesta contra los nicas" que promueve Colombia, con Costa Rica y Panamá para presentársela al secretario general de la ONU. Un toma y daca.

La política exterior panameña se arrastra por el mundo

Sin medir consecuencias, ni mucho menos el peso específico de Panamá en el mundo, ni su papel supuestamente "neutral" por razón del canal, el móvil de la política exterior de este gobierno ha sido actuar como perrito faldero emitiendo ladridos y esperando a cambio una sobadita en la cabeza y oír el "buen chico".

No cabe esperar mucha comprensión de las sutilezas de las relaciones diplomáticas en el mundo por parte de un grupo de arribistas ignorantes que sólo piensan en plata. Estuvieron entre los primeros, con el ex canciller J. C. Varela a la cabeza, que legitimaron el golpe de estado en Honduras, en 2009. Para congraciarse con los sionistas Martinelli se pronunció por una Jerusalén israelita, desconociendo al pueblo palestino. Peor aún, junto colonias como Micronesia, fue de los pocos países que se negaron a reconocer la representación de Palestina en la ONU. Martinelli metió la pata al opinar en un diferendo entre China y Japón por unas islas.

Recientemente, por orden de Estados Unidos, detuvo un barco coreano "sospechoso de contrabando de drogas", las cuales nunca se encontraron, pero si varias toneladas de azúcar y un arsenal que Cuba enviaba a Corea para su mantenimiento y devolución (al decir de Cuba). Pese  a que el móvil de la detención no se probó, el gobierno panameño actuando como supuesto gendarme internacional mantiene retenida a la tripulación, al barco y su carga, yendo más allá de lo prudente, que habría sido negar su paso por el canal y devolverlo a aguas internacionales.

¿En qué consiste el conflicto colombo nicaragüense?

Desde el punto de vista geográfico no hay margen para el conflicto, pues cualquiera que mire un mapa puede apreciar que el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina están prácticamente en la plataforma continental de Nicaragua. La razón del diferendo es histórica: originalmente, en razón de la geografía, el archipiélago hizo parte de la Capitanía General de Guatemala (a la que pertenecía la actual Centroamérica), desde 1544. Pero las islas al igual que la costa caribeña de Centroamérica empezó a ser objeto de incursiones  y colonización por ingleses y escoceses, desde 1629.

El imperio español  tuvo a lo largo del tiempo diversas estrategias para preservar su control del avance inglés, una de ellas fue que en 1803, Carlos IV, decidió pasar la administración de este archipiélago, y de toda la costa caribeña conocida como de "Los Mosquistos" (desde el Cabo Gracias a Dios hasta el río Chagres en Panamá) al virreinato de la Nueva Granada, el cual, a través del puerto de Cartagena garantizaba el comercio y el control militar. Una interpretación, la que defiende Nicaragua, asegura que esta decisión no implicaba segregar esta zona a la Capitanía de Guatemala, sino una decisión administrativa para resolver un problema coyuntural.

Alcanzada la independencia de España, las Provincias Unidas de América Central reclamaron la Costa de los Mosquitos y el archipiélago de San Andrés, pero la Gran Colombia alegó que las islas soberanamente se habían adscrito a la Constitución de Cúcuta de 1822 pasando a ser parte del estado bolivariano. Durante el siglo XIX, la federación centroamericana y Nicaragua (después) tomaron control de la Costa de los Mosquitos pero el archipiélago siguió en poder de Colombia.

En 1928 se firmó el Tratado Esguerra - Bárcenas, ratificado mediante el Protocolo de 1930, por el cual Colombia reconoció la soberanía nicaragüense sobre la Costa de los Mosquitos (Cabo Gracias a Dios hasta el río San Juan) y las islas de Mangle Grande y Chico, a su vez Nicaragua reconocía la soberanía de Colombia sobre el archipiélago de San Andrés. El tratado expresamente no incluyó los cayos de Roncador, Quitasueño y Serrana y no fijó límites marinos con precisión.

En base a los vacíos del tratado de 1928, Colombia de modo unilateral, en la década de 1960, intentó fijar como límite marítimo entre ambos países el meridiano 82, al occidente de las islas. Con lo cual la controversia quedó reavivada, hasta que en febrero de 1980, el gobierno nicaragüense surgido de la Revolución de 1979, repudió por completo el tratado de 1928 por haber sido impuesto en un momento en que Nicaragua estaba invadida por Estados Unidos, no pudiendo defender sus derechos legítimos.

En diciembre de 2001, el gobierno de Nicaragua formalizó una demanda ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) reclamando la soberanía sobre el archipiélago de San Andrés y repudiando el Tratado de 1928. Colombia, por su parte, en 2003, presentó objeciones formales a la demanda ante la CIJ, reclamando el archipiélago y los límites en el meridiano 82.

En diciembre de 2007, la CIJ se pronunció sobre las objeciones colombianas, diciendo: 1. Se declara incompetente para considerar controversia de soberanía colombiana sobre San Andrés, Providencia y Santa Catalina por estar zanjada esa materia en el Tratado de 1928, al que considera legítimo; 2. Pero establece que, fuera de esas tres islas el Tratado de 1928, no aclara los límites marítimos de ambos países, ni la soberanía sobre otros islotes del área, por lo que se declara competente para fijarlos de acuerdo a lo reclamado por Nicaragua.

Finalmente, el 19 de noviembre de 2012, la CIJ se pronuncia sobre el litigio: 1. Corriendo en algunos sitios el límite del meridiano 82 al mediano 81, 80 y 79; 2. reconociendo la soberanía nicaragüense hasta las 200 millas náuticas, salvo en la aguas que rodean las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina y los otros 7 cayos en que Colombia conserva la soberanía hasta las 12 millas náuticas alrededor de las islas.

La decisión de la CIJ deja en claro que se refiere a la fijación de límites entre los dos países litigantes, que admite recursos de reconsideración por alguno de los dos, a la vez que deja abierta la necesidad de que Nicaragua renegocie sus nuevos límites con Jamaica y Panamá, con los que antes no tenía, y con Costa Rica y Honduras, en la zonas que antes habían sido negociadas con Colombia y que ahora son nicas.

El gobierno colombiano no quiere aceptar el fallo de la CIJ

Desde que se conoció el fallo de la Corte Internacional, el gobierno y la burguesía colombianos se han negado a aceptarlo alegando una afectación de  su soberanía del 50% sobre lo que consideraban su territorio sobre el mar Caribe. Una ola de seudopatriotismo y nacionalismo invadió los medios de comunicación de ese país e incluso se ha considerado seriamente repudiar la pertenencia de Colombia al sistema de la CIJ.

Por supuesto, la estrategia frente al fallo también implica aliarse con los países limítrofes con Nicaragua para crear una situación de desasosiego que impida a aquel país ejercer su soberanía sobre el área delimitada. De ahí la conversación de Santos con Martinelli y, seguramente, con Laura Chinchilla de Costa Rica, y los gobiernos de Honduras y Jamaica. La controversia además viene aderezada con las diferencias políticas, mientras el gobierno de Colombia es cabeza de la derecha continental, el de Daniel Ortega es parte del proyecto bolivariano del ALBA.

Panamá y las fiebres patrióticas de Martinelli

A la burguesía comercial panameña la patria y la soberanía nunca le ha importado mucho, pues es el dinero que hace sonar sus cajas registradoras el único Dios por el que sienten amor verdadero. Panamá fue parte integrante de Colombia hasta 1903 cuando, Estados Unidos deseoso de construir un canal bajo su pleno control soberano, se alió con algunos comerciantes locales para proclamar la "independencia" de Colombia e imponer el Tratado Hay - Bunau Varilla.

Panamá se convirtió así en un "protectorado" (colonia) de Estados Unidos, con Zona del Canal, bases militares e incluso conteo de votos por parte del interventor colonial (gobernador de la Zona). Tan es así que, para zanjar el tema del conflicto surgido con Colombia por "la toma de Panamá", fue un diplomático norteamericano quien negoció el primer tratado limítrofe ente ambos países.

El 5 de agosto de 1914, diez días antes de inaugurarse el Canal de Panamá, el funcionario norteamericano Thaddeus Austin Thompson y el canciller colombiano Francisco José Urrutia firmaron el tratado (Urrutia-Thompson) por el cual Colombia reconoce a la república de Panamá y fija sus límites de acuerdo a una ley de 1855, a cambio de 25 millones de dólares (misma cantidad que exigía el gobierno de ese país por el tratado del canal antes de la separación). Se dice que Estados Unidos aprovechó la crisis de las exportaciones cafeteras por la I Guerra Mundial para imponer el reconocimiento y beneficios para sus empresas petroleras y bananeras, a cambio del dinero.

Los límites fijados en este tratado fueron ratificados por Panamá en 1924 (Tratado Victoria-Vélez) y en un canje de notas de 1932, inclusive por el Tratado de Montería firmado por Omar Torrijos a fines de los 70, cuando entró en vigencia el Tratado Torrijos-Carter de 1977. El hecho es que Panamá, nunca disputo límites terrestres ni marítimos con Colombia, que debieron ser el precedente legítimo si es que en verdad hubiera un conflicto de límites ahora en nuestra nueva frontera con Nicaragua a partir del referido fallo de la CIJ.

Pero aún, luego del traspaso a Panamá del canal y el desmantelamiento de las bases militares norteamericanas, en el años 2000, por la aplicación del Tratado de 1977, el gobierno panameño firmó acuerdos de seguridad con Estados Unidos cediendo la custodia de nuestro mar territorial y espacio aéreo a los Estados Unidos, entre ellos el Tratado Salas-Becker de 2002, firmado violando la constitución y las leyes nacionales.

Como se puede apreciar por lo dicho, a lo que se podrían agregar otras muchas consideraciones, no es el patriotismo lo que inspira al gobierno panameño, la filosofía que ha inspirado a nuestra clase dominante se resume en la frase: "la soberanía no se come".

Los "aires de guerra" que inspiran las expresiones de Martinelli provienen de cosas más prosaicas: 1. La afinidad política con Santos en la extrema derecha latinoamericana; 2. Los favores políticos concretos que Álvaro Uribe hizo a Martinelli en su campaña de 2009; 3. Los crecientes nexos comerciales y económicos entre la burguesía colombiana  y altos funcionarios panameños; 4. La penetración creciente de capitales colombianos que se han adueñado de casi toda la industria nacional y parte del negocio inmobiliario; 5. Hay temor real en algunos sectores de que Nicaragua concrete su canal con apoyo de los chinos. En broma y en serio se dice acá que poco a poco estamos volviendo a ser un Departamento de Colombia.

¿Qué posición debe defender el movimiento obrero y popular panameño?

En primer lugar no ser tontos útiles ni carne de cañón de los intereses crematísticos de las burguesías panameña y colombiana. Lamentablemente, algunos dirigentes políticos de izquierda en Panamá trastabillan dándole credibilidad a Martinelli. Ojo, que el nacionalismo es progresivo si enfrenta al imperialismo y al colonialismo, pero se convierte en un veneno cuando se usa para enfrentar a los pueblos.

Si, como establece el propio fallo de noviembre de 2012 de la CIJ, Nicaragua debe negociar con Panamá la nueva frontera marítima, procedamos a la negociación exigiendo lo justo sin inventar demandas absurdas que nunca se plantearon a Colombia.  Tomémosle la palabra al presidente Daniel Ortega, quien respondiendo a Martinelli ha dicho que "debe privar el derecho, ya que imponerse a través de la fuerza de las armas sería regresar a la época de las cavernas" y que ha llamado al gobierno colombiano a un diálogo "para poner en práctica armoniosa la sentencia de La Haya" (La Prensa, Managua, 12/9/13).

Las burguesías latinoamericanas acicateadas por el imperialismo yanqui nos han dividido, toca a nuestros pueblos, a la clase trabajadora, a revolucionarios y socialistas derribar las fronteras y bregar por la unidad bolivariana.


Panamá, 16 de septiembre de 2013.