Panamá ha estado rodeado siempre de grandes proyectos. A
principios del siglo XIX fuimos atraídos por el proyecto de la Gran Colombia
del libertador Simón Bolívar. A fines del mismo siglo - en medio de los
proyectos para partir el Istmo - surgió en Centro América la iniciativa de
construir el Gran Canal de Nicaragua. Por razones diversas, aunque dentro de la
lógica de la expansión del capitalismo industrial, ambos proyectos colapsaron.
Panamá siguió su camino, con todas las contradicciones propias de un país
subordinado a la acumulación capitalista: Se separó de la pequeña Colombia y
pactó con EEUU para construir el Canal interoceánico a principios del siglo XX.
Este último siglo para los panameños fue uno de luchas y sacrificios para
finalmente recuperar su soberanía, también su posición geográfica, expulsar las
bases militares norteamericanas y amaneció administrando el Canal el primer día
del siglo XXI.
La patria de Sandino nunca dejó de soñar con su proyecto
del Gran Canal de Nicaragua. Ha pasado más de un siglo y, en la actualidad, el
presidente Daniel Ortega logró que se aprobara en el Congreso de su país una
propuesta para construir una vía acuática. Según se informa, la construcción de
la mega-obra tendría un costo de 40 mil millones de dólares y podría realizarse
en un plazo de seis años.
El ambicioso proyecto tiene sus ribetes geo-políticos de
envergadura que podrían transformar las estructuras sociales de la región
centroamericana y ser una señal que apunte hacia los cambios que se avecina en
el futuro de las relaciones hegemónicas a escala global. Los panameños debemos
ser los primeros en darle la bienvenida al proyecto nica que impulsaría el
tráfico marítimo mundial.
El proyecto del Canal nica descansa sobre una proyección
especulativa: El crecimiento del comercio mundial en el siglo XXI. Iguales
especulaciones hicieron los capitalistas hace más de cien años – con enormes
ganancias - sobre el crecimiento del comercio marítimo para construir los
canales de Panamá y Suez. En el caso del Gran Canal de Nicaragua, lo
interesante es que no es el capital de EEUU o francés, inglés, ni alemán que
pretende hacer la inversión. Se trata de una empresa china, establecida recién
en 2012 en Hong Kong y que ya cuenta con un registro en la Isla del Gran Caimán
(en el Caribe). La persona que aparece al frente de la empresaHong Kong
Nicaragua Canal Development Investment Co. Ltd. (Grupo HKND)
esWang Jing, un joven mandarín con oficinas en Pekín y
aparentemente de una familia ligada a los estamentos militares de China.
En la actualidad, otra empresa de Hong Kong con registro en
Londres (Gran Bretaña), la Hutchison Whampoa Ltd., es propietaria de
Panamá Ports, que maneja los dos puertos más grandes de América latina en las
entradas del Canal de Panamá: Cristóbal y Balboa. Cada uno de los puertos de
Balboa y Colón, que manejaron en conjunto en 2012 cerca de 7.7 millones
contenedores (TEU), superó a la competencia en la región incluyendo a
Santos y Buenos Aires.
Según un vocero del grupo HKND, el boliviano Ronald
MacLean-Abaroa, “el proyecto se puede desarrollar en estos momentos gracias al
descubrimiento de gas y petróleo en EEUU”. El vocero de la HKND asegura que en
el futuro se necesitará una vía acuática en Centro América que complemente al
Canal de Panamá para facilitar el paso de estos minerales a China. Es decir,
China se convertirá en el principal comprador de las exportaciones petroleras
de EEUU. En la actualidad, China adquiere casi la mitad de la producción del
petróleo que exporta el Medio Oriente. Además, es el principal comprador de
maíz, soya y trigo que produce EEUU (y Sur América). Esta producción
es embarcada en el río Misisipi y sale al Pacífico transitando por el Canal de
Panamá.
Según Wang su empresa no depende del gobierno chino. Lo
mismo pueden decir Microsoft, General Motors o Boeing y otras mega-empresas
sobre su relación con el gobierno protector de EEUU. Construir el Gran Canal de
Nicaragua necesitará mucho más que la sagacidad financiera de un ‘barón’ de las
empresas. (¡Qué lo digan JP Morgan y Mark Hanna especuladores que competían por
el apoyo de Washington hace más de cien años cuando se debatía sobre la
construcción del canal por Centro América!). El apoyo de Pekín para este
proyecto es crucial. Más aún, en esta fase, el beneplácito de Washington
también es una pieza fundamental.
Según Oscar-René Vargas, “oficialmente, China no es
socio participante directo en la posible construcción de un canal interoceánico
por Nicaragua, pero obtendría enormes beneficios. (Muchos) opinan (que detrás
de) la concesión para construir el canal hay una estrategia geopolítica china”.
Vargas quien es un simpatizante del FLSN desde hace 5 décadas, concluye que
para China “disponer del dominio sobre una vía interoceánica en el ‘patio
trasero’ de su mayor competidor comercial, convierte los 40 mil millones de
dólares en una bicoca”.
La incógnita verdadera está en cómo el pueblo nicaragüense
se organizará para convertir una inversión de esta magnitud en un trampolín
para alcanzar sus objetivos de construir una sociedad con justicia social.
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