Realizar
un balance de 2013 es de rigor. La recesión del sistema capitalista
iniciado en 2008 sigue vigente. No hay señales, por ahora, que se va a
reponer. El sector social que más sufre con la falta de inversiones
productivas y las altas tasas de desempleo son los trabajadores. En EEUU
son 20 millones y en Europa son casi 50 millones de familias golpeadas.
En contraste, China sigue encendiendo más motores y su economía crece a
un paso controlado bajo un estricto sistema de planificación.
El
experimento de los herederos de Mao, sin embargo, aplica planes
quinquenales para impulsar una economía capitalista que crece sobre las
espaldas de los trabajadores y el despojo de los productores agrícolas.
La percepción generalizada durante 2013 fue que EEUU enfrenta una
crisis terminal de su hegemonía global. A su vez, el proyecto de una
‘nueva’ Europa, que se levantó sobre las cenizas dejadas por la segunda
guerra mundial, parece enfrentar una calle sin salida. La correlación de
fuerzas (geopolítica) a escala global cambió en 2013 con la
‘emergencia’ de nuevos polos de desarrollo capitalista e insurrecciones
populares en los puntos más álgidos.
Al interior de EEUU y Europa se
están generando transformaciones sociales significativas. El Medio
Oriente sigue siendo la región más volátil por su enorme riqueza
energética que no logra ser dominada por su propio pueblo y es anhelada
por todas las potencias. Las riquezas africanas atraen a los grandes
especuladores mundiales y sus ejércitos, que pretenden reconquistar el
continente ‘negro’ por encima de la resistencia popular. América latina
disfruta de un ‘veranillo’, producto de la demanda china de materias
primas en una escala jamás experimentada antes.
China es el principal
socio comercial de muchos países de la región. Mientras que China
importa materias primas para transformarlas en productos industriales,
generando millones de empleos nuevos todos los años (y creando ganancias
capitalistas enormes), América latina invierte los ingresos
provenientes de las exportaciones agro-mineras en aventuras
especulativas (políticas neoliberales de despojo) o en políticas
sociales de redistribución de riquezas. En 2013 se agudizó la línea de
demarcación entre ambos proyectos: ‘Alianza del Pacífico’ y
ALBA/Mercosur.
En el caso de Panamá, durante 2013 el crecimiento
económico - concentrado, especulativo y excluyente -alimentó la
creciente tendencia de empobrecimiento de sectores sociales cada vez más
grandes del país. Según la FAO hay 300 mil panameños que pasan hambre.
Los ingresos provenientes de los servicios del Canal de Panamá, de los
puertos y de los almacenes de redistribución de mercancías (Zona Libre
de Colón) – sin excluir el lavado de dinero controlado por la banca
foránea - fueron invertidos en proyectos especulativos de tipo
inmobiliario, turismo, obras públicas e importaciones.
Las subvenciones a
las inversiones capitalistas las calculo en un monto cercano a los
US$10 mil millones en 2013. (Las subvenciones anunciadas por el gobierno
a los sectores empobrecidos suman US$500 millones). La política
económica del gobierno no generó nuevos empleos, tampoco un desarrollo
que incorporara a las distintas regiones del país al crecimiento, ni
contempló la realización de ahorros para cuando el ‘boom’ pasajero
actual se agote. En 2013 sólo crecieron los sectores especulativos. Los
sectores productivos experimentaron bajas. Preocupante fue la
disminución de tránsitos y carga por el Canal de Panamá. Así mismo, el
decrecimiento de los movimientos de contenedores en los puertos de ambos
extremos de la vía acuática.
La ampliación del Canal de Panamá,
proyecto emblemático de inicios del siglo XXI, se encontró con un
obstáculo ya anunciado con anterioridad. La Autoridad del Canal de
Panamá (ACP) ‘apostó a ganador’ con un consorcio encabezado por una
empresa española que probablemente quiebre a corto plazo. A fines de año
el vicepresidente de EEUU, Joseph Biden, hizo una visita relámpago a
Panamá para sentar las reglas del juego en torno al futuro del Canal.
Las gestiones fueron realizadas en secreto y el país quedó sin brújula
en lo que se refiere al futuro del proyecto de ampliación del Canal. En
2013 se hizo patente la quiebra del sector agrario. Mientras que la
siembra de arroz, por ejemplo, bajo de 85 mil hectáreas a sólo 18 mil en
2013, a fines de año se hizo la subasta acordada con EEUU en el marco
del tratado de libre comercio para importar más de 300 mil quintales de
ese grano.
A partir de 2013, Panamá compra en EEUU el arroz que antes
producían los agricultores panameños. Más aún, la familia del presidente
de la República, Ricardo Martinelli, dueño de una cadena de
supermercados, fue favorecido con el 30 por ciento de lo subastado.
Politicamente, la campaña electoral que se destapó a principios de año y
culmina en mayo próximo, promete más de lo mismo. El partido
oficialista – Cambio Democrático - y los de oposición, PRD y
Panameñista, no han presentado programas pero sus candidatos
conservadores avalan las políticas neoliberales cercanas a la Embajada
de EEUU.
Lo novedoso es la participación del nuevo partido de izquierda,
el FAD, que celebró primarias para seleccionar su candidato
presidencial.
El candidato independiente progresista, Juan Jované, y
otros dos aspirantes, también reunieron las firmas necesarias para
oficializar su candidatura en enero.
26 de diciembre de 2013.
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