Hoy, 9 de enero de 2014
recordamos los panameños vivos el holocausto de nuestra juventud mártir,
perpetrado por las huestes de la barbarie y la ambición del más poderoso
ejército del mundo: “el salvaje ejército norteamericano”. Un grupo de
estudiantes valerosos tomaron la bandera panameña para izarla en la escuela
secundaria de Balboa y dar cumplimiento al acuerdo Chiari-Kennedy… ¡pero las
bestias jamás entendieron de razones…! Y entonces, y ahí, se desató la embestida
del odio y la incomprensión, y mi bandera, fue desgarrada y ensangrentada con la
sangre idílica de nuestros jóvenes muertos; con la savia de panameños empinados
ante la historia por ver nuestra patria más allá de los sueños y quimeras… Se
planteó desde ese momento doloroso de la historia el fin de la etapa
revisionista del tratado Buneau-Varilla y, se gritaba a voz en cuello la salida
de los gringos de nuestro territorio… ¡Soberanía o muerte!...!Yanky go home! Y
la firma de un nuevo tratado.
Luego de 13 años de
duras negociaciones, donde se utilizó por parte de los EE. UU. todo un cúmulo de
intimidaciones, amenazas, delaciones y otras, se logró la firma del tratado
Torrijos-Carter que pone fecha de cumpleaños a la presencia norteamericana en
nuestro país, se conquista el Canal de Panamá y se reivindica la lucha
generacional con la soberanía total de nuestra patria.
Pero también hay saldos
negativos en esta lucha: la utilización de las áreas recuperadas no cumplen en
su totalidad con “el uso más colectivo posible”, sino que están en las manos de
la clase social que se opuso a los tratados; manipuladas por la ambición de
políticos inescrupulosos; en la mira del capital salvajemente especulativo y
como trofeo de la guerra de gente sin escrúpulos y sin amor a la patria… Hoy
vemos cómo se devuelve al país, cuya juventud fue masacrada, una bandera que fue
el más precioso símbolo del heroico sacrificio de nuestro jóvenes mártires;
bandera que gritaba al mundo con su lienzo ensangrentado y desgarrado, de la
barbarie inconmensurable volcada contra nuestro país por el asesino del mundo,
restaurada y hermosa, pero sin los gritos desgarradores de nuestra juventud que
se inmolaba… ¿quién fue tan insensato y apátrida para incubar tan semejante
idea?
La gesta del 9 de enero
de 1964 fue la explosión de un pueblo joven que marcó el camino a las nuevas
generaciones lideradas por el General Omar Torrijos Herrera, para la conquista
final de nuestra soberanía y nuestra identidad nacional, dando como resultado
hoy, la inmensa estatura de país que hemos alcanzado en estos 110 años de
república, con la signatura en la frente del ejemplo superior de nuestro
mártires y la proyección de nuestro futuro, que hoy se ve amenazado nuevamente
por la ambición y el intento de sus malos hijos de volver a subastar a nuestra
patria… ¡Bendita las manos de los mártires de enero que lanzaron sus sueños con
las piedras del combate popular! “22 cuerpos gigantes bajaron al sepulcro/ en un
cofre de pasión y de ternura!/ pasión y lágrimas de la patria adolorida/ que no
olvida jamás a sus soldados/ Hoy, inmensamente más eternos/ y habitando el
centro vital/ de nuestros airados corazones”…(Luis Carlos Jiménez – Funeral sin
cadáver)
Tomado del Boletín El Río edición especial del 9 de enero 2014.
No hay comentarios:
Publicar un comentario