sábado, 11 de enero de 2014

Alocución

Hoy, 9 de enero de 2014 recordamos los panameños vivos el holocausto de nuestra juventud mártir, perpetrado por las huestes de la barbarie y la ambición del más poderoso ejército del mundo: “el salvaje ejército norteamericano”.  Un grupo de estudiantes valerosos tomaron la bandera panameña para izarla en la escuela secundaria de Balboa y dar cumplimiento al acuerdo Chiari-Kennedy… ¡pero las bestias jamás entendieron de razones…! Y entonces, y ahí, se desató la embestida del odio y la incomprensión, y mi bandera, fue desgarrada y ensangrentada con la sangre idílica de nuestros jóvenes muertos; con la savia de panameños empinados ante la historia por ver nuestra patria más allá de los sueños y quimeras… Se planteó desde ese momento doloroso de la historia el fin de la etapa revisionista del tratado Buneau-Varilla y, se gritaba a voz en cuello la salida de los gringos de nuestro territorio… ¡Soberanía o muerte!...!Yanky go home!  Y la firma de un nuevo tratado.

Luego de 13 años de duras negociaciones, donde se utilizó por parte de los EE. UU. todo un cúmulo de intimidaciones, amenazas, delaciones y otras, se logró la firma del tratado Torrijos-Carter que pone fecha de cumpleaños a la presencia norteamericana en nuestro país, se conquista el Canal de Panamá y se reivindica la lucha generacional con la soberanía total de nuestra patria.

Pero también hay saldos negativos en esta lucha: la utilización de las áreas recuperadas no cumplen en su totalidad con “el uso más colectivo posible”, sino que están en las manos de la clase social que se opuso a los tratados; manipuladas por la ambición de políticos inescrupulosos; en la mira del capital salvajemente especulativo y como trofeo de la guerra de gente sin escrúpulos y sin amor a la patria… Hoy vemos cómo se devuelve al país, cuya juventud fue masacrada, una bandera que fue el más precioso símbolo del heroico sacrificio de nuestro jóvenes mártires; bandera que gritaba al mundo con su lienzo ensangrentado y desgarrado, de la barbarie inconmensurable volcada contra nuestro país por el asesino del mundo, restaurada y hermosa, pero sin los gritos desgarradores de nuestra juventud que se inmolaba… ¿quién fue tan insensato y apátrida para incubar tan semejante idea?

La gesta del 9 de enero de 1964 fue la explosión de un pueblo joven que marcó el camino a las nuevas generaciones lideradas por el General Omar Torrijos Herrera, para la conquista final de nuestra soberanía y  nuestra identidad nacional, dando como resultado hoy, la inmensa estatura de país que hemos alcanzado en estos 110 años de república, con la signatura en la frente del ejemplo superior de nuestro mártires y la proyección de nuestro futuro, que hoy se ve amenazado nuevamente por la ambición y el intento de sus malos hijos de volver a subastar a nuestra patria… ¡Bendita las manos de los mártires de enero que lanzaron sus sueños con las piedras del combate popular! “22 cuerpos gigantes bajaron al sepulcro/ en un cofre de pasión y de ternura!/ pasión y lágrimas de la patria adolorida/ que no olvida jamás a sus soldados/ Hoy, inmensamente más eternos/ y habitando el centro vital/ de nuestros airados corazones”…(Luis Carlos Jiménez – Funeral sin cadáver)

 Tomado del Boletín El Río edición especial del 9 de enero 2014.

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