miércoles, 11 de marzo de 2015

Un saludo y una crítica a la izquierda.

Hoy es el Día de la Mujer. Y lo que escucho que padecen muchísimas mujeres dentro de la izquierda mundial y panameña simplemente me escandaliza.

Con frecuencia son los hombres los que están por delante, y ellas, a las que les decimos "compañeras", quedan al rezago, como respaldares de sillas.

Decimos que las acompañamos en sus luchas, pero no terminamos de incorporar sus demandas a nuestros programas "revolucionarios"; y, cuando lo hacemos, suelen quedarse como bellas letras del programa y no se llevan a la acción.

La mujer de izquierda es la compañera más leal de las luchas y entiende que solo la solidaridad ayudará a la victoria de la causa de la justicia social, pero nosotros los hombres de "izquierda" postergamos sus reclamos respecto al género, aduciendo razones "pragmáticas".

He visto hombres "de izquierda" enorgullecerse por "haberle hecho un hijo" a una "difícil" mujer de izquierda. He visto machos de la izquierda hablar en términos de "hembras", y hacer recuento de ellas del tipo del coloquio de don Juan Tenorio y don Luis.

He oído del maltrato físico y verbal que hombres "de izquierda" propinan a sus compañeras, que más leales no pueden ser, porque asumieron ser leales en nombre de su derecho libre y no de una obligación o tradición.

Reconocemos que el aporte de la mujer a la causa revolucionaria es indispensable, pero postergamos la satisfacción de sus aspiraciones. Y lo hemos hecho siempre y estamos dispuestos a hacerlo por tiempo indefinido.

Todavía los prejuicios encadenan las mentes de muchos hombres "progresistas", que no pueden ocultar la herencia tarada de miles de años de misogismo y opresión.

Desgraciadamente, comulgar en el mismo credo revolucionario no ha sido para las mujeres de izquierda un camino a su liberación. Eso debemos reconocerlo y revertirlo.

Si la opresión es igual a desigualdad, la liberación es igual a la igualdad. Así de simple. La libertad se basa en la solidaridad, pero ahí donde no hay solidaridad, sino competencia, hay opresión, y no hay nada que contradiga más el espíritu del socialismo que la competencia.

Hay algunos valores antiguos que cobran dimensión completa solo en el socialismo: el respeto, la lealtad, la libertad de pensar y la valentía para exigir y defender lo justo, el reconocer que aquello que se tiene por "virtud de caballero" y "trato preferente a la dama" no se limita a un grupo social, sino a toda la humanidad.

Porque el socialismo se basa en la solidaridad y solo en esta virtud es que tienen sentido y cobran significado pleno todas las virtudes.

El buen socialista, por lo tanto, luchará por la unidad de clase, por la liberación de la humanidad del yugo de la opresión, entendiendo que tanto se libera el oprimido de sus cadenas como el opresor de cerrar los grilletes.

Ese es el sentido del socialismo, el del hombre nuevo y la mujer nueva, del mundo nuevo en el que todos somos, aunque diferentes, solidariamente iguales.

En este Día de la Mujer, entonces, los hombres que nos creemos revolucionarios debemos apoyar en sus luchas a las mujeres revolucionarias. Dejarnos de prejuicios opresores, que denunciamos en la teoría y perpetramos en la práctica.

La libertad y la solidaridad serán para todos o no serán.


José Ángel Garrido Pérez
Especialista en Lengua y Literatura Española

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