Hoy es el Día de la Mujer. Y lo que escucho que padecen muchísimas
mujeres dentro de la izquierda mundial y panameña simplemente me
escandaliza.
Con frecuencia son los hombres los que están por delante, y ellas, a las
que les decimos "compañeras", quedan al rezago, como respaldares de
sillas.
Decimos que las acompañamos en sus luchas, pero no terminamos de
incorporar sus demandas a nuestros programas "revolucionarios"; y, cuando lo
hacemos, suelen quedarse como bellas letras del programa y no se llevan a la
acción.
La mujer de izquierda es la compañera más leal de las luchas y entiende
que solo la solidaridad ayudará a la victoria de la causa de la justicia social,
pero nosotros los hombres de "izquierda" postergamos sus reclamos respecto al
género, aduciendo razones "pragmáticas".
He visto hombres "de izquierda" enorgullecerse por "haberle hecho un
hijo" a una "difícil" mujer de izquierda. He visto machos de la izquierda hablar
en términos de "hembras", y hacer recuento de ellas del tipo del coloquio de don
Juan Tenorio y don Luis.
He oído del maltrato físico y verbal que hombres "de izquierda" propinan
a sus compañeras, que más leales no pueden ser, porque asumieron ser leales en
nombre de su derecho libre y no de una obligación o
tradición.
Reconocemos que el aporte de la mujer a la causa revolucionaria es
indispensable, pero postergamos la satisfacción de sus aspiraciones. Y lo hemos
hecho siempre y estamos dispuestos a hacerlo por tiempo
indefinido.
Todavía los prejuicios encadenan las mentes de muchos hombres
"progresistas", que no pueden ocultar la herencia tarada de miles de años de
misogismo y opresión.
Desgraciadamente, comulgar en el mismo credo revolucionario no ha sido
para las mujeres de izquierda un camino a su liberación. Eso debemos reconocerlo
y revertirlo.
Si la opresión es igual a desigualdad, la liberación es igual a la
igualdad. Así de simple. La libertad se basa en la solidaridad, pero ahí donde
no hay solidaridad, sino competencia, hay opresión, y no hay nada que contradiga
más el espíritu del socialismo que la
competencia.
Hay algunos valores antiguos que cobran dimensión completa solo en el
socialismo: el respeto, la lealtad, la libertad de pensar y la valentía para
exigir y defender lo justo, el reconocer que aquello que se tiene por "virtud de
caballero" y "trato preferente a la dama" no se limita a un grupo social, sino a
toda la humanidad.
Porque el socialismo se basa en la solidaridad y solo en esta virtud es
que tienen sentido y cobran significado pleno todas las
virtudes.
El buen socialista, por lo tanto, luchará por la unidad de clase, por la
liberación de la humanidad del yugo de la opresión, entendiendo que tanto se
libera el oprimido de sus cadenas como el opresor de cerrar los
grilletes.
Ese es el sentido del socialismo, el del hombre nuevo y la mujer nueva,
del mundo nuevo en el que todos somos, aunque diferentes, solidariamente
iguales.
En este Día de la Mujer, entonces, los hombres que nos creemos
revolucionarios debemos apoyar en sus luchas a las mujeres revolucionarias.
Dejarnos de prejuicios opresores, que denunciamos en la teoría y perpetramos en
la práctica.
La libertad y la solidaridad serán para todos o no serán.
José Ángel Garrido Pérez
Especialista en Lengua y Literatura Española
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