Marco A. Gandásegui, hijo
JUEVES, 14 DE JUNIO DE 2012
La película que estamos presenciando en nuestras pantallas gigantes a
escala mundial reproduce un viejo guión ya conocido por los amantes del cine
del siglo XX. Los directores y las estrellas – los actores sociales - cambian
pero las historias son las mismas.
1. Con relación a los indígenas y campesinos, en la actualidad, los
conflictos entre los gobiernos y estas comunidades son el resultado del despojo
de sus tierras codiciadas para la explotación minera, hidroeléctrica, turística
o de otro tipo. La política de los gobiernos de la región, en esta etapa que yo
llamaría “pos-neo-liberal”, es de despojo territorial. Para los inversionistas,
la fuerza de trabajo indígena-campesina perdió su valor para producir
excedentes (plus-valor). Como consecuencia, ahora privilegian el despojo
mediante la especulación y explotación de sus tierras.
2. Los conflictos de alto perfil que caracterizan las luchas
campesino-indígenas a principios del siglo XXI (en toda la región) ya no se
deben a una política de deprimir el costo de su mano de obra ya de hecho muy
barata. Esta última política caracterizó la segunda mitad del siglo XX en que
la fuerza de trabajo “marginalizada” indígena y campesina “semi-proletarizada”
era súper-explotada (es decir, pagada incluso por debajo de su costo de
reproducción, como lo demostró Ruy Mauro Marini).
3. Con relación a los trabajadores, en general, hay que aclarar que el
“despojo” aplicado durante el período neoliberal (1980-2005) significó
arrancarle a los trabajadores asalariados – mediante la desregulación,
flexibilización y privatización - sus ahorros depositados en las instituciones
de seguridad social. Igualmente, poniendo fin a la estabilidad laboral,
disminuyendo los servicios de salud y la educación. En Panamá esta política se
oficializó después de la invasión militar norteamericana en 1989. El gobierno
de Pérez Balladares (1994-1999) desarticuló las organizaciones laborales y
acabó con las capas medias. Los gobiernos promovieron el “empleo informal” (en
la actualidad, el 40 por ciento de los empleados trabajan sin contratos ni
seguridad social) y deprimieron los salarios por debajo del costo de la canasta
básica, con horarios flexibles ajustables a las necesidades del empleador
quienes ignoran las leyes y el derecho laboral.
4. El despojo pos-neo-liberal tiene carácter territorial y se alinea con
la llamada “reprimarización” de las economías de la región. Es decir, la
re-conversión de las economías en exportadoras agro-mineras para satisfacer las
crecientes demandas del cambiante mercado mundial, especialmente del apetito
industrial de China. Las demandas de las materias primas han favorecido a
muchos países de América latina y sus balanzas comerciales. En el caso de
Panamá, como ejemplos de estos despojos territoriales tenemos a Petaquilla y,
en una espera nerviosa, a Cerro Colorado. También se destacan Cerro Quema (Los
Santos) y Santa Rosa (Veraguas).
5. El oro que se extrae de Petaquilla tiene un precio en el mercado
mundial que supera holgadamente los US$1500 la onza. La empresa canadiense
dueña de la concesión calcula sus ventas anuales en mil millones de dólares. En
el caso del cobre, que tiene un precio que oscila cerca de los US$800 la
tonelada, los inversionistas canadienses y coreanos (en combinación con sus agentes
gubernamentales nacionales) anuncian la próxima explotación de esa veta en
Petaquilla. A su vez, estos mismos grupos están a la espera que se venda
CODEMIN, empresa estatal dueña de los derechos de explotación de los ricos
yacimientos cupríferos de Cerro Colorado.
6. Las políticas neoliberales colapsaron a escala global en 2008 al
estallar la crisis financiera. Aún los países llamados “centrales” no se
recuperan. EEUU inyecta los dineros de los demás países que capta mediante su
política de endeudamiento (le debe a China cerca de US$ 900 mil millones) en
sus bancos en bancarrota. Europa entró en una fase de recesión que obliga a sus
27 países miembros a montar una opereta de falsetes y engaños que pronto se
desplomará en una debacle financiera.
7. Panamá ha sobrevivido los estragos económicos que golpean las
economías del “centro” sobre la base de un crecimiento financiero artificial
generado por la inyección de 5 mil millones de dólares en la ampliación del
Canal, la expansión portuaria en ambos extremos de la vía acuática y las
operaciones especulativas de su centro bancario. La prosperidad futura no está
en manos del país. Depende del crecimiento de la demanda de materias primas de
los países asiáticos, especialmente de China y de las exportaciones de este
país a EEUU, que éste paga con deuda.
8. La parte final del guión está redactándose. Hay dos alternativas:
Primero, en la medida en que se apliquen políticas de desarrollo nacional –
mediante un plan cuidadosamente concebido – se puede aprovechar el crecimiento
pasajero del sector no productivo de la economía y asegurar que los restos del
modelo neoliberal (ya parte de la historia) tengan un aterrizaje suave, que le
permita al país invertir en el sector productivo. Segundo, si no hay un plan,
el modelo neoliberal se estrellará y entraremos en una fase recesiva de la
economía (es decir, crecimiento negativo). No tendremos producción agropecuaria
ni industrial. Además, el Canal no generará lo suficiente para arrastrar el
resto de la economía, los puertos reducirán drásticamente sus actividades y la
especulación bancaria perderá su capacidad de alimentar el espiral consumista
de los sectores acomodados del país.
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