P.
Miguel Matos, S.J.
Un dato nada
despreciable en el momentos de hacer un análisis coyuntural sobre la actual
realidad nacional, es la pregunta sobre ¿dónde están los pobres? Pregunta
bastante contundente para empezar, para desarrollar coherentemente y para sacar
consecuencias finales del análisis, si es que el análisis se hace desde un
posicionamiento cristiano.
Lo primero que
habría que hacer es comparar el comportamiento de los sectores marginales del
país, el 27 de febrero de 1989 y el comportamiento de estos mismos sectores a
30 días de continuo accionar de la protesta anti-gobierno. En aquella ocasión
bastaron dos horas de protesta en las cercanías de Caracas para que toda una
nación se desestabilizara violentamente. Esta vez la situación ha sido
diametralmente diversa.
Yo vivo en el Sector
La Carucieña de Barquisimeto que agrupa una docena de barrios densamente
populares. Puedo afirmar “sobre el mismo cadáver de mi madre” (como dice el
pueblo). Puedo decir que aquí no se ha quemado una sola hoja de papel, no se ha
alterado un centímetro de tráfico vehicular. Es más, puedo afirmar que los
niveles de indignación que está expresando espontáneamente el pueblo contra los
violentos, está llegando a niveles preocupantes. No me extrañaría que comenzara
en poco tiempo una exigencia creciente sobre el gobierno para que “ponga en su
lugar a los riquitos”, como expresa el pueblo.
Esta protesta es un
fenómeno clase media real, seudoclase media y clase alta, y además sólo urbana.
Si la pregunta es, dónde están los pobres, creo que la respuesta es
obvia.
Pero no es esa la
única perspectiva desde la que se debe hacer cualquier análisis de la actual
situación venezolana. Venezuela no es aquella “sencilla república bananera de
los años 50”. Venezuela es la propietaria de unos 300.000 millones de barriles
de petróleo como reserva comprobada y 2 billones de metros cúbicos de reservas
de gas, sin contar las otras reservas de recursos naturales. ¿Pueden los Estados
Unidos y la UEA cohibirse de sus burdas apetencias imperialistas?
Este dato obliga a
hacer análisis que no nos ubiquen exclusivamente en diagnósticos exclusivamente
endógenos y cortoplacistas. No se trata de mantener un discurso simplista según
el cual todas nuestras desgracias son exclusivamente atribuibles al
Departamento de Estado de USA, como en los años 80 se hacía cuando todos los
males se atribuían al binomio CAP-Fedecámaras, pero tampoco son justos análisis
etéreos que fueran igualmente aplicables a Venezuela y al Chad, por decir algo.
Pero no ha sido sólo
el Gobierno el único que ha acudido al recurso “exógeno”. Han sido los mismos
personeros del Gobierno norteamericano los que han descubierto la vertiente
imperialista e injerencista de este conflicto. O es que se puede ignorar, por
ejemplo, la llamada telefónica del Sr. Subsecretario de Estado para asuntos
suramericanos a nuestro embajador Chardeston Matos según la cual “si no se
retractan los procesos judiciales contra el Sr. Leopoldo López, el Senado
norteamericano podría estudiar represalias contra Venezuela”.
Me pregunto si al
hacer análisis de la actual situación venezolana, se pueden ignorar tan
olímpicamente las continuas impertinencias del Sr. John Kerry para referirse a
Venezuela como un país en explosión social. Podríamos citar infinitas
interferencias de hoy mismo de los personeros norteamericanos. Ignorarlas es
casi convertirse en cómplice de las mismas.
Pero en este
análisis de coyuntura un dato nada inocuo es el referente al carácter
inéditamente violento de la protesta anti-gobierno. Esa violencia huele más a
paramilitarismo antioqueño que al perfil promedio del contestatario venezolano.
No hace falta un olfato demasiado sutil como para no saber marcar las
diferencias. También aquí se impone superar ciertas ingenuidades.
En este mismo
apartado habría que reseñar el evidente financiamiento millonario de la
protesta. Sin este financiamiento ya hace tiempo que se hubiera agotado ante la
apatía de los sectores no contestatarios. Ya sabíamos con antelación que había
un mínimum de 1.200 millones de bolívares para financiar la protesta. Luego nos
llegamos a informar de detalles como aquello de que cada guarimbero cobra unos
5.000 bs. semanales. Se puede tomar toda la distancia que uno quiera con
respecto a estas informaciones, pero el desarrollo de los acontecimientos nos
obliga a tomárnoslas un poco más en serio si se intenta mantener cierta
profundidad.
Otro aspecto nada
despreciable de nuestra coyuntura es la ingenuidad de responsabilizar a “los
estudiantes” de este guarimbismo. Esta ingenuidad, por ponerle un nombre menos
fuerte, rodea a los pronunciamientos de la Conferencia Episcopal Venezolana.
El nombre del sector
estudiantil está siendo utilizado como peón ante la acefalía de la oposición
venezolana. Esta oposición dramáticamente dividida y anarquizada no tiene
capacidad ni para discernir entre condenar o apoyar más allá de lo formal, el
desarrollo del guarimbismo.
Ante este vacío se
trata de vender la imagen del pacífico estudiante que sale a protestar y que es
“infiltrado” por una minoría algunas veces incluso “oficialista”, que quema los
buses, quema toneladas de basura, dispara desde edificios, embosca policías,
deja morir en un vehículo a un enfermo grave, tranca las calles, instala
alarmas en la guarimba o fabrica las guayas para degollar a los motorizados.
Señores, este tipo
de actuación es todo menos espontáneo. Es una estrategia minuciosamente
monitoreada apátridamente desde sectores muy lejanos al “pacífico manitas
blancas”. No llamar la atención sobre estas aristas de la situación venezolana
es peligrosamente culpable.
¿El desenlace?
Observando el comportamiento del pueblo que me rodea en mi residencia y en mis
relaciones públicas, me atrevo a hacer memoria sobre la forma tan sabia y
estoica como respondió el pueblo al cruel ensañamiento de la burguesía contra
Venezuela durante el sabotaje petrolero. No me imagino un desenlace tipo
Ucrania. Más le temo a una respuesta violenta de parte de los sectores populares
a la agresión de las minorías violentas que mantienen la guarimba.
info@cpalsocial.org/140314
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