Por: Nicolás Morantes -
PCCC Suroccidente de Colombia
“Nosotros no hacemos la
guerra por la guerra, lo que buscamos es eliminar lo
que ha generado esa guerra”. Comandante Jorge
Briceño
El comportamiento
cotidiano de los revolucionarios es y debe ser siempre coherente con la
dinámica ejemplar del Nuevo Hombre y la Nueva Mujer que empuñan las armas y las
herramientas de la construcción de la Nueva Colombia, por eso es que seguimos
en la lucha diaria las huellas que en campos y ciudades han dejado camaradas
como Manuel Marulanda, Jorge Briceño y Alfonso Cano, el mismo camino edificador
de los cimientos de la Nueva Colombia que hoy representa como comandante de las
luchas del Ejército del Pueblo Colombiano el camarada Timoleón Jiménez,
destacamento otorgado al ser humano consecuente con las necesidades de su
patria, certero en el combate y ejemplo concreto de la ética y la moral
revolucionaria.
El legado ético y moral
de los grandes obreros constructores del socialismo en Colombia es arrollador
por su contenido humano y sobre todo por su coherencia con la disciplina
proletaria, un trabajo constante por destacar con el menudo ejemplo los valores
engendrados en las luchas y victorias de la clase trabajadora de todo el
planeta, por ello es que en las filas de la lucha del pueblo Colombiano se
trabaja bajo los valores de la solidaridad, la disciplina, la humildad, el
respeto, la camaradería y sobre todo en el ejercicio constante de la crítica y
la autocrítica constructiva y propositiva. Todas las anteriores, tareas
inmediatas que debemos asumir quienes luchamos y cabalgamos en las sendas
bolivarianas que conducirán al socialismo.
De igual forma debemos hablar de
algunos comportamientos que van en contra del avance del pueblo hacia la
transformación social que anhela y necesita, pues son hábitos erróneos, tan
reaccionarios y caducos como la burguesía y su capitalismo.
El ejercicio constante de la
burguesía, apoyada en su aparato de control psicológico y de destrucción
ideológica: los medios masivos de comunicación, es promover una serie de
conductas basadas en el egoísmo, el consumismo, el despilfarro, la concepción
de “belleza” propia de la publicidad gringo-europea, entre otros. Actuaciones
que caracterizan a esa clase retardataria del progreso social.
Por eso quien en la práctica
cotidiana responde a las dinámicas de ésta clase reaccionaria no puede y mucho
menos debe autoproclamarse revolucionario. La revolución no es cuestión de
discurso, ni de fachada, ni de moda... comprarse una camiseta del che y dejarse
crecer la barba a nadie convierte mágicamente en revolucionario, tampoco leerse
diez libros a la semana y salir el sábado a emborracharse a nombre de la
revolución, mucho menos conformar un grupo de profesionales expertos en
logística de fiestas, licor y drogas que se saben críticas de libros y nombres
de comandantes guerrilleros mecánicamente cual canción de reggaetón, o
conformar un ejército de fanáticas enamoradas a punta de verborradicalidad
pseudorevolucionaria, o participando grandilocuentemente de los debates
intelectualoides acompañados de un cafecito en las cavernas universitarias
tratando de desprestigiar teóricamente
la lucha armada del pueblo desde sus aposentos tronales haciéndole la
tarea a las clases dominantes mientras estos “intelectualísimos” se masturban
la lengua y el espíritu hablando a nombre de la revolución. Nada de esto sirve,
y nunca ha servido para forjar un militante de la revolución que camina en
dirección del Socialismo.
Ya bien lo decía el
camarada Jorge Briceño: “El ser guerrillero es una altísima responsabilidad,
aquí lo que hacemos es moderar, mejorar el carácter, el pensamiento de la gente
que llega de una sociedad capitalista,
una sociedad chismosa, ladrona, marihuanera y corrompida, para que vayan
sabiendo repetidas veces que todo lo que se enseña en nuestra línea, con el
estatuto el reglamento las normas de comando… es lo que tiene validez, lo demás
es la propaganda del enemigo, para hacer guerra psicológica para que el pueblo
no nos apoye”, mejor descripción del estado actual de las cosas en la sociedad
no pudo haber, que forma más clara y concreta de ejemplificar todos los males
que obedecen a la superestructura del Estado Burgués que repercuten en el
retraso de la revolución en nuestro país, que manera más exacta de castigar
cual Tisífone griega, usando el látigo de la denuncia irrefutable del
comportamiento de esos burgueses y pseudorevolucionarios que conforman por
igual esa “sociedad capitalista (…), sociedad chismosa, ladrona, marihuanera y
corrompida”.
Y que bien invita a asumir la
responsabilidad de ser guerrillero, la máxima expresión y cualidad del
revolucionario, el deber de “moderar, mejorar el carácter, el pensamiento de la
gente que llega de una sociedad
capitalista(...)”, por supuesto hace referencia a dar con fortaleza la pelea
más difícil que debemos dar los revolucionarios, la pelea que afrontamos
ideológicamente en nuestro interior, la lucha que se desempeña en nuestra mente
por destruir el pensamiento burgués y darle paso a la ideología revolucionaria,
las concepciones proletarias, el método dialectico de manera que en la
práctica, en la cotidianidad, en la vida común seamos ejemplo de la nueva
sociedad, de los hombres y mujeres de la Nueva Colombia.
Debemos acabar con el
fraccionalismo que generan esos elementos burgueses y pequeñoburgueses de la
“sociedad chismosa”, terminar el amiguismo producto de la “sociedad
corrompida”, para acoger en el seno del pueblo una nueva moral que sea
superior, como diría Álvaro Cunhal en su libro “Un partido con paredes de
cristal”: “la moral comunista se afirma en una base objetiva que determina su
naturaleza de clase (…), la base material de la moral comunista son las
condiciones de trabajo y de vida del proletariado, su lucha contra el capital.”
He aquí lo que caracteriza el comportamiento de los revolucionarios, pues las
bases que determinan en la práctica la coherencia obedecen a condiciones
materiales de trabajo constante, de disciplina, de trabajo colectivo. Mientras
a los acomodados burgueses y pequeñoburgueses todos valores les son ajenos y
distantes pues toda su vida ha sido erguida bajo el fundamento social del
capitalismo: el egoísmo.
Así, debemos practicar a luz de sol
y luna, en todo momento y lugar los valores revolucionarios que ejemplifican el
deber ser del pueblo que se encamina hacia la revolución. Estos valores son
(apoyándonos en el camarada Cunhal miembro de Partido Comunista Portugués
-PCP-): “la cohesión, la solidaridad, la ayuda recíproca, la abnegación, la generosidad,
la combatividad, la decisión, la capacidad de sacrificio, la disciplina, la
confianza en sí mismo y en el futuro (...)”, con estos ejemplos es fácil saber
quiénes son camaradas y compañeros, y a la vez detectar los elementos
pequeñoburgueses que tanto daño le hacen al proceso de construcción de la Nueva
Colombia pues hay una brecha gigante entre lo que somos nosotros y lo que
compone a estos reaccionarios, “mientras que el capitalismo, el imperialismo,
el chovinismo, el colonialismo, el neocolonialismo, el racismo, se expresan en
el plano moral por conceptos y sentimientos de egoísmo, rapacidad, dominio
ilegitimo, desprecio por los otros seres, la causa obrera inspira conceptos y
sentimientos de generosidad, de fraternidad, de solidaridad, de amor por el ser
humano” (Cunhal).
Caminar por las mismas
sendas que nuestro Libertador Simón Bolívar cabalgo implica, como hemos visto,
asumir la profunda responsabilidad ética que esto conlleva, proponerse dar la
pelea por cambiar la sociedad capitalista es una tarea ardua que se debe
realizar día a día y noche a noche sin cesar, enfrentar a la burguesía en el
campo económico, político e ideológico es asumir que estamos dispuestos a poner
nuestras vidas en manos del pueblo y la revolución, para ser coherentes con la
disciplina debemos ser responsables en las “cosas grandes” y debemos serlo en
las “cosas pequeñas”, en los actos cotidianos, fortaleciendo la ética y la
moral revolucionaria. Todo esto lo hacemos con todo el orgullo proletario y con
el mayor gusto, porque esto es lo que somos los integrantes del Movimiento
Bolivariano, es lo que somos los militantes del Partido Comunista Clandestino
de Colombia, es lo que somos los guerrilleros y guerrilleras de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia, es lo que somos todo el pueblo que está
construyendo la Nueva Colombia, de teoría y práctica... ¡somos
Revolucionarios!
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