Por Olmedo Beluche
Hay veces que uno lamenta no ser un
Shakespeare, o por lo menos, Corín Tellado, porque la política panameña es una
tragicomedia que daría para varias telenovelas. La última semana de mayo, que
ya venía un poco agitada por las primarias del Partido Revolucionario Democrático
(PRD), ideológicamente social-liberal, y el más fuerte de la oposición al
gobierno de Ricardo Martinelli, cuyo candidato presidencial Juan Carlos Navarro
es favorito en las presidenciales de 2014, se sacudió con una grabación en la
que un precandidato a la alcaldía de dicho partido, Roberto Velásquez,
encargaba a un supuesto delincuente quebrarle las piernas y el mentón a su
principal rival, José L. Fábrega, emparentado con el presidente y aparente
candidato del poder económico.
Grabación de la que se supo por un
"tuit" lanzado por el presidente Martinelli, antes de partir en un
viaje a Europa, cuya primera parada (no anunciada) fue el Gran Premio de Mónaco
de automovilismo, en la que sorpresivamente apareció Martinelli junto a
Rainiero. El rocambolesco asunto se zanjó, momentáneamente, con la renuncia
forzada de Velásquez y la victoria abrumadora de Fábrega en las primarias.
El incidente que, en otras circunstancias y en
otro país, no pasaría de hecho aislado, en el Panamá actual es un síntoma de la
podredumbre del sistema político y la corrupción generalizada que se desparrama
por todos lados. Ya en las elecciones de 2009, los escándalos acompañaron
el proceso electoral a la alcaldía de la ciudad de Panamá, el segundo cargo
político en importancia. En ese momento, el propio Roberto Velásquez, que
entonces era favorito para ganar el cargo, fue señalado de recibir un maletín
con dinero de David Murcia, empresario colombiano acusado de lavado de dinero y
de montar una pirámide financiera, hoy preso en Estados Unidos. Al principio
Velásquez negó haberse reunido con Murcia, pero luego admitió la reunión pero
no que recibiera el maletín preñado. Esas contradicciones lo desprestigiaron
hasta hacerlo perder las elecciones. Desprestigio del que parecía haberse
recuperado a la sombra de J.C. Navarro, hasta este nuevo tropezón.
El "queme" de Velásquez en 2009,
propició la victoria electoral de Bosco Vallarino, postulado por Juan Carlos
Varela, dueño de la principal empresa licorera del país, dirigente del Partido
Panameñista y actual vicepresidente, en la oposición desde el 2011 cuando fue
echado del gobierno por Martinelli. Pero resultó que el victorioso alcalde,
Vallarino, a su vez violó la ley y la Constitución porque había renunciado a la
ciudadanía panameña para acogerse a la de Estados Unidos (lo cual está
prohibido por el Código Electoral), sin notificarlo y pese a ello participó en
las elecciones. En una muestra de la suprema corrupción de valores la Asamblea
Nacional mediante una ley le devolvió la ciudadanía con carácter retroactivo,
después de las elecciones. Para colmo, el propio alcalde se vio forzado a
renunciar luego de una reunión secreta con Martinelli, de la cual nunca se dijo
oficialmente de qué trató (se rumoró de una grabación comprometedora).
Siguiendo en 2009, las controvertidas
relaciones con el Sr. David Murcia alcanzaron a la candidata presidencial del
PRD, Balbina Herrera, y al mismísimo Ricardo Martinelli. Él la acusó a ella de
recibir su maletín, ella lo acusó a él de que sus supermercados eran parte de
la pirámide de Murcia. Por supuesto, como siempre pasa en Panamá, pasadas las
elecciones, las investigaciones murieron en algún archivador del Ministerio
Público.
Volviendo a 2013, el domingo 2 de junio, el PRD
hizo una gran demostración de fuerza al mover el 60% de su electorado a las
primarias, faltando un año para las presidenciales. Aunque no hubo grandes
cambios, pues alcanzaron la postulación 15 de los 17 diputados actuales de
dicho partido, y mantuvieron el control los clanes habituales. Es decir,
"más de lo mismo".
Seguramente Martinelli sintió el golpe en la
boca del estómago, porque haciendo ante los medios su evaluación del hecho,
dijo: "No hay una persona más corrupta en este país que Juan Carlos
Navarro. Pronto van a empezar a salir todas las bellezas de la corrupción de
Navarro" (La Prensa, 4/6/13). Y la gente con algo de lógica se
pregunta: ¿El presidente que conoce de un delito pero no lo ha denunciado ante
las justicia, está a su vez cometiendo otro delito? ¿O sólo se trata de una
calumnia, que también es delito?
Al día siguiente de las elecciones
misteriosamente apareció otra grabación en "yu-tú" en la que se dice
que se escucha al diputado del PRD, Raúl Pineda, ofreciendo dinero por votos en
las primarias. La pregunta es, si estamos de nuevo ante una excepción o ante
una práctica corrupta generalizada de la política panameña. La otra pregunta
es: quién realiza todas estas grabaciones que, convenientemente sólo ponen al
descubierto a opositores y a ningún oficialista, en un país en el que sólo se
puede hacer escuchas por orden judicial. Según un wikileaks, el gobierno pidió
en 2010 asesoría a la embajada norteamericana para instalar un sistema de
escuchas telefónicas.
En este ambiente, es natural que cada vez más
personas consideren a la política y los políticos panameños como el sector más
corrompido de la sociedad. En un país en el que, según el Tribunal Electoral,
la campaña de Martinelli de 2009 informó haber gastado casi 20 millones de
dólares y Balbina Herrera otros 10 millones, en el que el candidato a alcalde
de un pueblito se gasta en campaña 200 mil dólares y un candidato a
diputado unos 300 mil dólares, por lo menos, la compra de votos y el pago de
contraprestaciones luego de las elecciones debe ser lo común. Para no hablar de
ciertas relaciones dudosas de representantes y diputados con las mafias locales
y las pandillas (maras).
Todo es parte de la podredumbre del sistema
capitalista que en Panamá está llegando a su paroxismo. En ese marco, corren el
peligro de ahogarse electoralmente las campañas del nuevo partido de izquierdas
FAD, que ha completado sus firmas, y diversas candidaturas independientes, si
no hay unidad en un Frente Electoral de Izquierdas, Popular y Sindical.
Como el poder político da acceso a un jugoso
erario público para repartir en concesiones a empresas amigas, hay muchos
dispuestos a romper huesos con tal de ganar a todas costa, por lo que cabe
esperar muchos más escándalos ante de mayo de 2014. Por lo pronto, al igual que
Horacio (personaje de Hamlet), cabe concluir: "A qué determinado punto
he de dirigir mi pensamiento, es cosa que no sé, pero según el lógico sentir de
mi entender, esto augura una extraña conmoción en nuestro Estado".
Panamá,
4 de junio de 2013.
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