Juan Jované
La tecnología, cuya base moderna se encuentra en
el desarrollo científico, juega un importante papel en la sociedad y su
desenvolvimiento económico. Esta se relaciona en términos de correspondencia
dinámica con el modo de vinculación de la sociedad con la naturaleza en el
proceso de trabajo, así como con las relaciones sociales de producción y
distribución, las formas ideológicas dominantes y los mecanismos del ejercicio
del poder político. En pocas palabras, la intensidad y la naturaleza del
desarrollo científico tecnológico corresponden al estilo de desarrollo
imperante en la sociedad. En una sociedad guiada por el lucro, el mismo estará
subordinado a este fin, con todas las consecuencias ambientales y sociales
negativas que esto pueda significar. Si, además, se trata de una sociedad con
un sistema económico subordinado, el proceso tomará la forma de una dependencia
tecnológica que permite la reproducción de las condiciones de sometimiento.
Teniendo esto presente, queda claro que para
desarrollar un modelo social alternativo inclusivo y sostenible es
imprescindible la definición de un nuevo paradigma de desarrollo científico
técnico. El mismo deberá responder con claridad a dos preguntas básicas: ¿Para
qué ciencia y tecnología? ¿Para quién ciencia y tecnología?
El nuevo paradigma del desarrollo científico
técnico deberá, entonces, responder a elementos, tales como la consolidación de
la nación panameña y el desarrollo más pleno posible de todas las capacidades y
potencialidades humanas de todos los hombres y mujeres que hacen parte de la
misma, en un contexto de profunda democracia y de respeto del medioambiente. El
mismo, entonces, corresponde a la estrategia de fortalecer la soberanía
nacional, eliminar las taras de la falta de equidad y justicia social, promover
una democracia con protagonismo popular y de lograr eliminar la fractura
metabólica que el sistema genera con el medioambiente.
En términos generales, esto significa centrar el
esfuerzo de la generación de conocimientos científicos y técnicos en la
solución de los problemas nacionales. Esto hace necesario desarrollar una
visión transdisciplinaria, es decir, un diálogo de saberes, cuyo objetivo sea
potenciar el desarrollo humano sostenible y soberano.
Existen ámbitos que se priorizan en esta visión,
sin descuidar el sector tradicional de los servicios. En primer lugar, la
necesidad de completar y balancear la estructura económica del país apunta
hacia la investigación vinculada con la soberanía y seguridad alimentaria, en
la que los conceptos de la agroecología resultan fundamentales. Así mismo, la
búsqueda de un desarrollo industrial en el contexto de la integración solidaria
por complementación resulta fundamental. No menos importante es la
investigación guiada al perfeccionamiento de los servicios básicos vinculados
con la educación y la salud. Así mismo se deberá enfatizar en el desarrollo de
las formas alternativas de organización de la producción, las cuales permitan
la formalización de los sectores informales. En todos estos casos, la búsqueda
de la sostenibilidad ambiental, de la equidad social y de espacios de autonomía
nacional deben entenderse como ejes transversales indispensables. La búsqueda
de un nuevo balance de la matriz energética, orientada, desde el lado de los
usos, por el uso racional de la energía y el desarrollo, por el lado de la
oferta, de fuentes limpias alternativas son, por tanto, una prioridad para el
nuevo estilo de desarrollo.
El logro de los objetivos propuestos solo es
posible si entre las grandes tareas nacionales se incluye el objetivo de crear
una amplia capacidad científica y tecnológica nacional independiente. Para este
fin se deberá contar con los recursos y el financiamiento público necesario que
permitan la conformación de un sistema articulado y eficiente de todos los
organismos en función de generar los proyectos de investigación científicos y
tecnológicos necesarios para la solución de las problemáticas de desarrollo
humano sostenible. En este caso, las universidades públicas deberán hacer el
esfuerzo de constituirse en el eje central de todo el sistema de innovación, lo
que le da dirección y coherencia a todo el proceso.
La nueva visión del desenvolvimiento científico
técnico aquí propuesta significa que el mismo deje de ser entendido como una
simple herramienta de poder económico, político y militar al servicio de los
actuales sectores dominantes y sus socios externos. El mismo, por el contrario,
deberá convertirse en el ejercicio de una actividad libre y humanística al
servicio del desarrollo de todos y todas. Es en este sentido que el mismo se
refiere a un proceso de democratización del conocimiento y, por tanto, del
poder que el mismo confiere. La realización de todo esto implica la necesidad
de un proceso de defensa de la educación pública, gratuita y de excelencia.
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