jueves, 3 de octubre de 2013

Desarrollo humano, ciencia y tecnología.

Juan Jované

La tecnología, cuya base moderna se encuentra en el desarrollo científico, juega un importante papel en la sociedad y su desenvolvimiento económico. Esta se relaciona en términos de correspondencia dinámica con el modo de vinculación de la sociedad con la naturaleza en el proceso de trabajo, así como con las relaciones sociales de producción y distribución, las formas ideológicas dominantes y los mecanismos del ejercicio del poder político. En pocas palabras, la intensidad y la naturaleza del desarrollo científico tecnológico corresponden al estilo de desarrollo imperante en la sociedad. En una sociedad guiada por el lucro, el mismo estará subordinado a este fin, con todas las consecuencias ambientales y sociales negativas que esto pueda significar. Si, además, se trata de una sociedad con un sistema económico subordinado, el proceso tomará la forma de una dependencia tecnológica que permite la reproducción de las condiciones de sometimiento.

Teniendo esto presente, queda claro que para desarrollar un modelo social alternativo inclusivo y sostenible es imprescindible la definición de un nuevo paradigma de desarrollo científico técnico. El mismo deberá responder con claridad a dos preguntas básicas: ¿Para qué ciencia y tecnología? ¿Para quién ciencia y tecnología?

El nuevo paradigma del desarrollo científico técnico deberá, entonces, responder a elementos, tales como la consolidación de la nación panameña y el desarrollo más pleno posible de todas las capacidades y potencialidades humanas de todos los hombres y mujeres que hacen parte de la misma, en un contexto de profunda democracia y de respeto del medioambiente. El mismo, entonces, corresponde a la estrategia de fortalecer la soberanía nacional, eliminar las taras de la falta de equidad y justicia social, promover una democracia con protagonismo popular y de lograr eliminar la fractura metabólica que el sistema genera con el medioambiente.

En términos generales, esto significa centrar el esfuerzo de la generación de conocimientos científicos y técnicos en la solución de los problemas nacionales. Esto hace necesario desarrollar una visión transdisciplinaria, es decir, un diálogo de saberes, cuyo objetivo sea potenciar el desarrollo humano sostenible y soberano.
Existen ámbitos que se priorizan en esta visión, sin descuidar el sector tradicional de los servicios. En primer lugar, la necesidad de completar y balancear la estructura económica del país apunta hacia la investigación vinculada con la soberanía y seguridad alimentaria, en la que los conceptos de la agroecología resultan fundamentales. Así mismo, la búsqueda de un desarrollo industrial en el contexto de la integración solidaria por complementación resulta fundamental. No menos importante es la investigación guiada al perfeccionamiento de los servicios básicos vinculados con la educación y la salud. Así mismo se deberá enfatizar en el desarrollo de las formas alternativas de organización de la producción, las cuales permitan la formalización de los sectores informales. En todos estos casos, la búsqueda de la sostenibilidad ambiental, de la equidad social y de espacios de autonomía nacional deben entenderse como ejes transversales indispensables. La búsqueda de un nuevo balance de la matriz energética, orientada, desde el lado de los usos, por el uso racional de la energía y el desarrollo, por el lado de la oferta, de fuentes limpias alternativas son, por tanto, una prioridad para el nuevo estilo de desarrollo.

El logro de los objetivos propuestos solo es posible si entre las grandes tareas nacionales se incluye el objetivo de crear una amplia capacidad científica y tecnológica nacional independiente. Para este fin se deberá contar con los recursos y el financiamiento público necesario que permitan la conformación de un sistema articulado y eficiente de todos los organismos en función de generar los proyectos de investigación científicos y tecnológicos necesarios para la solución de las problemáticas de desarrollo humano sostenible. En este caso, las universidades públicas deberán hacer el esfuerzo de constituirse en el eje central de todo el sistema de innovación, lo que le da dirección y coherencia a todo el proceso.


La nueva visión del desenvolvimiento científico técnico aquí propuesta significa que el mismo deje de ser entendido como una simple herramienta de poder económico, político y militar al servicio de los actuales sectores dominantes y sus socios externos. El mismo, por el contrario, deberá convertirse en el ejercicio de una actividad libre y humanística al servicio del desarrollo de todos y todas. Es en este sentido que el mismo se refiere a un proceso de democratización del conocimiento y, por tanto, del poder que el mismo confiere. La realización de todo esto implica la necesidad de un proceso de defensa de la educación pública, gratuita y de excelencia.

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