Néstor Aponte
Esta es la gran pregunta que
debemos hacernos todos los revolucionarios, si partimos de que la
contrarrevolución es instrumentada, en parte, por gente del gobierno en
posiciones de mucho poder. Gente que aliada con la burguesía nacional han sido
y son tributarios de importantes prebendas del proceso bolivariano.
Pero, ¿Qué ganan? La respuesta no
es otra que sobrevivir (abandonar el barco) ante los embates de sus amos del
norte y con la “seguridad” de que nada les pasará. Sueñan con asilo político (tipo
plan vacacional), dinero, mansiones y viajes. Pero sobre todo, creen ganar
vengándose de Chávez y del pueblo que se reveló a la dominación. Otros Funcionarios
de menor nivel fantasean que con la llegada de la contrarrevolución al poder
nada les pasará ó que inclusive los promoverán; pero la realidad, es que el
resentimiento y la retaliación de la oposición no conocen límites, muchos serán
despedidos y maltratados sin ninguna explicación.
Los contrarrevolucionarios que
hoy detentan altos puestos del gobierno no figuraban en la escena política de
la cuarta república; inclusive eran segregados y aislados por el poder
imperante. Pero, en este proceso bolivariano ganaron poder y dinero; igual que
lo han hecho los grandes capitales financieros de nuestra burguesía nacional.
Sin embargo, el que tiene poder y dinero quiere mostrarlo y pavonearse con el
ante los que considera son sus iguales; no ante los que considera unos pata en
el suelo. Sus privilegios definen su consciencia de clase: su ser social.
El imperio de Estado Unidos tiene
muy claro que sus enemigos son la identidad nacional, la soberanía de los
Estados y la propuesta socialista. De allí que todo lo que suene al rescate de
nuestra identidad y de nuestra consciencia de clase trabajadora atenta contra
sus intereses imperiales. Ellos saben, que estas posturas hacen más difícil su
objetivo de lograr que los pueblos cedamos nuestra soberanía a Estado Unidos.
Una cesión que nos convierta en otro Puerto Rico. Tristemente muchos seguidores
de la oposición (de la contrarrevolución formal) perdieron su capacidad de
análisis por su sentimiento de venganza y retaliación: aunque quizás, nunca la
han tenido por cuanto su intereses de clase media (traicionera) o burguesía
apátrida no les permite ver sino sus beneficios personales. Lo cierto es que el
7 de octubre está en juego la cesión de nuestra capacidad para decidir nuestro
destino (nuestra soberanía).
La contrarrevolución es su instrumento, como lo es
la delincuencia y el tráfico de droga, con el que pretenden aterrorizarnos y
volvernos adictos como pueblo. En este sentido, el espíritu de la pequeña
burguesía y de la burguesía, traicionera e individualista, pretenden llevarnos
como a los españoles, griegos e italianos al hambre, al desempleo y la indigencia.
La contrarrevolución de estos países con los Rajoy (o Capriles) a la cabeza
“justifican” con sus paquetazos la pérdida de nuestra soberanía nacional para
entregársela de rodillas a la Euro zona en su caso y a los Estados Unidos en el
nuestro. Son esos mismos intereses de clase los que estimulan la salida de
capitales de sus países (desangrando su tesoro nacional); así como, las
reformas de las legislaciones laborales como en México que eliminan las
garantías a los trabajadores y pensionados, profundizando el desempleo y la
pobreza.
La contrarrevolución que sólo
piensa en sí misma en cada Ministerio y en cada empresa del Estado empuja a las
clases trabajadora y campesina a la miseria. Añoran a sus antiguos jefes que
sabían como patearlos. La “línea” que en la antigua concesionaria petrolera
provocó el sabotaje sigue mandando y sus órdenes son cumplidas por la
contrarrevolución interna. Inocentes, no hay. Traidores sí, y muchos, cada uno
con una estrategia distinta que van desde los que voltean la cara ante los
actos contrarrevolucionarios, hasta los aduladores; pasando por los que dicen
ser neutrales.
Por otra parte, la revolución
avanza, el compromiso de la clase trabajadora ahora es mayor con la construcción
de socialismo. Somos menos ingenuos frente a las prácticas de muchos
contrarrevolucionarios y estamos aprendiendo a luchar como ellos una guerra de
guerrillas dentro de cada ministerio o empresa del Estado. Pero, esta guerra
nos exige capacitación, planificación, compromiso y habilidad política para
concentrar fuerzas revolucionarias dentro de cada organismo y con ella vencer
las fuerzas poderosas de la contrarrevolución. Nuestra consigna es que
trabajamos para el pueblo y por ellos debemos vencer nuestras debilidades y
dispersión, para concentrar nuestras fuerzas en la construcción del socialismo.
La contrarrevolución no duerme; pues, nosotros tampoco. Desbaratemos los planes
de la contrarrevolución con sabiduría y astucia y así viviremos y venceremos,
Que viva el Socialismo, Carajo.
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